sábado, 15 de junio de 2013

Santos, la reelección y la negociación de paz en Colombia: el mundo observa

El Presidente de la Republica en cada acción que emprenda tiene que velar por el bienestar de la nación y sus habitantes, en cualquier situación y momento. Por encima de los roces, de tanto celo y ego, que primen las normas y las leyes, no las armas, o la violencia.

Alberto Herrera / Especial para Con Nuestra América
Desde Bogotá, Colombia

Las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno
 de Santos tensionan el proceso electoral en Colombia.
Aunque falta un trayecto largo por recorrer hasta las elecciones presidenciales y todo puede alterarse, hay intereses en embolatar la reelección a Santos.  No le perdonan su “traición a los tres huevitos” y lo acusan de cubanizar a Colombia. Quieren doblegarlo, y él con sus vacilaciones e inoportunas propuestas contribuye a crear un halo de incertidumbre y desconfianza.

La escaramuzas de campaña promovidas por la oposición al Presidente cogen intensidad y dramatismo. Alfiles como Francisco “Pacho” Santos quieren pasar a la historia por jugarle una mala pasada a su primo. La disputa va en serio.

El Presidente debe mantener la cautela. Si de verdad quiere reelegirse para un exitoso segundo período, necesita conquistar una mayoría suficiente y convincente. No basta con ajustar al gabinete y readaptar a “Buen gobierno”. Si a los dardos de la oposición le encima las equivocaciones propias, podemos hasta quedar en manos de Peñalosa.

Primero fue por reconocer a Maduro. A Santos lo “asustó” la carta de Pastrana que lo señala por haber reconocido a un presidente elegido por chocorazo[1]; él entonces, para quedar bien con todos, recibe a la víctima del régimen vecino, quien le cuenta su tragedia y se va. “Se descarriló Santos” proclamó a su vez el Gobierno Bolivariano. Ese es un episodio que debilita la credibilidad entre los dos gobiernos; pero de ahí, pasar a proclamar su interés “con miras a ingresar[2] a la OTAN, sonó a provocación. El vecindario de inmediato protestó la iniciativa, que tampoco le gustó a los que sin haber votado por él, hoy lo acompañan en su empeño por la paz. ¿A cuenta de que va a meter una organización militar de poderosos países creada para contener una ideología y con un historial de intervenciones armadas, en medio de la concreción del acuerdo de Paz? Las nuevas mayorías nacionales le apuestan a menos armas y a menos manos armadas, para que ahora, argumentando unos cursos de “Derechos Humanos y de educación a la tropa”[3], le metan un petardo a la negociación. Uribe aprovecha y revela que fue Santos en su momento quien archivó las bases gringas para hoy estacionar a la OTAN en Colombia[4].

El continente ha adoptado nuevas formas de gobernarse, surge un grito de inconformismo, de cambio; hay nuevas mayorías con viejas reglas de convivencia que se van transformando. Se promueve un ambiente de entendimiento y cooperación.  Somos más visibles ante la humanidad. Todo favorece el ejercicio de la soberanía y de la autodeterminación entre las naciones, y su respeto como principio guía de la relación entre ellas, así  no le suene a algunos neoliberales. El Tiempo en su editorial del 5 de junio aconseja “medir cada palabra en asuntos de trascendencia regional. Lo que no significa desde luego, ceder en el sagrado derecho a la autodeterminación”.

Estamos en la antesala de un hecho que aliviará la vida en Colombia. El acuerdo con la guerrilla de extrema izquierda, permitirá eliminar un componente desolador e intimidante para los colombianos y  una traba para la izquierda democrática. Esos fusiles se silenciarán por siempre y los comandantes hoy en La Habana, no vestirán más el camuflado.  Ese acuerdo lo anhelan desde todos los frentes de la sociedad, a excepción de los que quieren seguir disparando, delinquiendo. El mundo está expectante.

El Presidente de la Republica en cada acción que emprenda tiene que velar por el bienestar de la nación y sus habitantes, en cualquier situación y momento. Por encima de los roces, de tanto celo y ego, que primen las normas y las leyes, no las armas, o la violencia.
Deponer rencillas, apartar a los que persistan en la violencia, y en nuevo clima, fraterno y sin exclusión encaminar a Colombia en la senda del progreso, de la civilización. Aquí no caben desvíos, ni trampas. ¡Juego limpio señores!

Junio 10 de 2013.

Periodista



[1] Nueva carta de Pastrana a Santos. Abril 30/13.
[2] Discurso J M Santos, ceremonia de ascensos del Ejército en la Escuela Militar de Cadetes ‘José María Córdova’. Junio 1/13
[4] Twitter Álvaro Uribe, 4 de junio

1 comentario:

Registro educativo electrónico dijo...

¿Constituyente para la Paz en Colombia?

JUAN MONTERO AGUILAR jfxmontero@gmail.com

En mi concepto, la gran pregunta que se debe hacer es cuál es el mecanismo que haga obligatorio y asegure el cumplimiento de los acuerdos de Paz. A esta pregunta es a la que deben responder el gobierno, las FARC y el pueblo colombiano en su conjunto.Nada que deje portillos abiertos como ha sucedido en Guatemala con los acuerdos de Paz en Centro América., ninguna situación que obligue a los guerrilleros a volver a la montaña, como sucedió con el Cagüan y el Plan Colombia. El mecanismo que logre efectivamente instaurar la democracia y el cabal respeto por los derechos humanos, esa es la clave y no debe haber reticencias en ello..

http://www.semana.com/nacion/articulo/la-constituyente-gran-pulso/346493-3