sábado, 23 de mayo de 2020

Los Andes, ¿nos unen o no separan?

Hace tres años para el Bicentenario de la partida del Ejército Libertador, nos reunimos en la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, historiadores, autoridades de los ejércitos de Chile y Argentina y de las comunas de Mendoza y Concepción, amparados por la Patrona y Generala, Virgen del Carmen de Cuyo nombrada por el General San Martín. 

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Allí entonamos el himno argentino por ser la canción patria de ambos países al momento de la liberación de país hermano con la victoria del cerro Gavilán por las tropas del General Las Heras, ocurrida el 5 de mayo de 1817. 

Coincidíamos en una hermandad de origen, cuya deuda generacional y compromiso, debía ser el trabajo conjunto por compartir ese legado que fue olvidado después hasta enfrentarnos bélicamente en reiteradas ocasiones.

Golpeados por sendas dictaduras, en mi juventud me tocó vivir de cerca el golpe del 11 de septiembre de 1973, que puso fin al gobierno de la Unión Popular con el asesinato del presidente Salvador Allende. 

Las casi cinco décadas recorridas desde entonces, impusieron el modelo económico feroz de Milton Friedman, con la represión necesaria para cumplirlo a rajatabla.

Como vecinos desde siempre, que reconocemos que la fundación de nuestra provincia se hizo desde allá y dependimos tres siglos de la Capitanía General de Chile, recibimos y albergamos a muchos chilenos que cruzaban el macizo andino caminando, huyendo de las garras de los carabineros. Es historia. 


Al poco tiempo, la misma furia fratricida inundó a nuestro país como a tantos otros países latinoamericanos, dentro del denominado Plan Cóndor. Épocas de desconfianza y bravuconadas militares fomentadas desde el norte, nos llevaron al conflicto de 1978, resuelto por la mediación papal y luego al disparate de Malvinas, donde las FFAA chilenas tuvieron un rol fundamental en el suministro de informaciones al Reino Unido. Es historia reciente, pero historia al fin.

La modernización forzada, la desigualdad distributiva dentro de un marco jurídico centralizado, moldeó una sociedad piramidal con una ancha base de pobres. Pobres condenados a una mínima educación, salud, seguridad social recluida en viviendas precarias. Al punto que la única esperanza de muchas familias de las zonas balnearias, esperaban el verano para ofrecer las instalaciones disponibles al turismo mendocino y se recluían en el fondo como podían, alegres y felices de saber que con el alquiler podían equipar sus viviendas y vivir gran parte del año.

En ese contraste evidente, fue un modelo exitoso y envidiado entre los gobiernos neoliberales que arrasaron la región estos últimos años, hasta que estallaron las manifestaciones en octubre de 2019 y toda aquella bonanza de unos pocos privilegiados se vino abajo. 

El presidente empresario Mauricio Macri exaltaba la gestión del también empresario presidente Sebastián Piñera. Ambos se elogiaban por el rumbo tomado. 

Luego vinieron las manifestaciones chilenas y las elecciones argentinas, también en octubre pasado que dieron vuelta la página.

Es interesante el informe del Banco Mundial elaborado con motivo del Covid 19: “Chile ha sido una de las economías latinoamericanas que más rápido creció en las últimas décadas, debido a un marco económico sólido, que le ha permitido amortiguar los efectos de un contexto internacional volátil y reducir la pobreza. Sin embargo, más del 30% de la población es económicamente vulnerable y la desigualdad de ingresos sigue siendo elevada.

En un contexto de agitación social, el crecimiento del PIB se redujo de 3,9% en 2018 a 1,1% en 2019.” Concluyendo en lo específico: “El balance de riesgos se inclina a la baja debido a la incertidumbre en torno al impacto del COVID-19 y a la inestabilidad del contexto político interno. Chile está expuesto a precios del cobre menores a lo previsto y a una menor demanda de exportaciones que se extiende en el tiempo a consecuencia de la pandemia.”[1]

Este informe es previo a lo vivido estos días en que alcanza nuevo récord de muertes y contagios diarios por coronavirus y extiende la cuarentena. 

El gobierno chileno informó este 21 de mayo, que registró 35 muertes y 4.038 casos nuevos de contagio por coronavirus en las últimas 24 horas, ambas cifras récord, y anunció la prórroga de la cuarentena total en la Región Metropolitana como parte de las medidas para atacar la crisis sanitaria, que ya dejó 53.617 infectados y 544 decesos en un país tres veces menor que Argentina, mientras ésta acumula 9.939 infectados y 419 fallecidos. 

Mientras esto sucede, Chile tiene cubierto casi un 90% de las camas disponibles para el tratamiento de los afectados. Por el contrario, Argentina tiene ese porcentaje de disponibilidad, conforme las instalaciones de emergencia construidas desde los primeros contagios. 

El sufrimiento de los seres humanos no tiene nacionalidad porque conforma esa inmensa mayoría de desposeídos que habita el planeta y muere de hambre o enfermedades como esta pandemia. Esos miles de millones de nadie ninguneados por los poderosos.

Los que sí tienen responsabilidad son los explotadores de siempre que, en esta nueva etapa capitalista, viraron a la política y fungido de presidentes para vigilar sus intereses.    

En la desesperación los chilenos de las barriadas pobres de Santiago volvieron a la calle esta semana en busca de alimentos y fueron furiosamente reprimidos.

Se planea este fin de semana repartir bolsas alimentarias para dos millones y medio de familias, desafiando las posibilidades logísticas para su distribución territorial con los recursos disponibles.

Algo que no deja de ser preocupante es el elevado costo de los alimentos así como la falta de dinero para poder comprarlos. Situación que soportan los propios campesinos proveedores de frutas y verduras que no pueden disponer de ellos. 

Hecho paradojal para un país que se ubica en el lugar 35 de los mayores países exportadores, siendo las frutas y el pescado (8,7% y 7,6% respectivamente), sus mayores productos de exportación precedidos por el cobre (24,4%) y los minerales y deshechos (23,1%)[2].

País unitario el de Pablo Neruda y federal el de Adolfo Pérez Esquivel, dos nobeles que nos representan, cuyas aspiraciones por un mundo más igualitario podrían equipararse y contradice nuestra historia independiente. 

Ambos privilegiaron el puerto y sus prerrogativas y se alinearon con la potencia de turno. La masiva inmigración europea trasladó las luchas obreras al escenario nacional y fue conformando un amplio movimiento político que estableció los derechos sociales que nos caracterizan. Cuestión por la que luchan encarnizadamente nuestros vecinos: una mejor educación y salud pública, como ampliar los beneficios de la seguridad social. Falencias que ha dejado al descubierto la pandemia. 

Nos duele lo que ocurre allá y acá. El sufrimiento humano no tiene nacionalidad ni color de piel ni credo, es simplemente humano.

Nuestro compromiso generacional seguirá promoviendo la hermandad e integración de nuestros pueblos de idéntico origen y tradición; articular y desarrollar las estructuras y organismos que la hagan posible como ocurrió hace una década e intentar sentar las bases de una sociedad más solidaria y comprometida.   


[1] Banco Mundial, Chile y el COVID-19
[2] Economipedia, datos de 2017.

1 comentario:

LUIS RODRIGUEZ-ABAD dijo...

Qué bien dicho: los Andes nos unen y nos separan, no sólo este de oeste, sino también, norte de sur. La tierra que amamos es el gigante salvaje que no hemos podido domar. Cuando Bolívar y San Martín se entrevistaron en Guayaquil en 1822, ya abordaron el tema del futuro. El futuro de entonces es todavía el futuro de hoy. Bolívar y San Martín entendían entonces que la unidad del continente sería de importancia crítica para que los pueblos libres pudieran mantenerse libres. Pero, los cinco mil kilómetros de Caracas a Buenos Aires a lo largo y a través de los Andes, era un obstáculo impregnable. Hoy, gracias a las tecnologías nos hemos acercado mucho, pero la historia de entre medio nos separó para siempre. Ahora que nuevamente el mundo y su destino dependen de dos fuerzas, al parecer, incompatibles: el Oeste europeo versus el Este del futuro, quedamos nuevamente o aislados o, peor, absorbidos por uno o el otro, o, por ambos. Qué visión la de Bolívar. Necesitamos la libertad que nunca la tuvimos plenamente para poder vivir en paz con nuestra tierra, dependiendo de ella, y en paz los unos con los otros.