sábado, 27 de febrero de 2021

Extrema derecha política y grupos cristianos conservadores

 Nos hacemos eco de dos teólogos importantes de América Latina y Europa, Enrique Dussel, argentino, y Juan José Tamayo, español, para continuar denunciando que en los continentes de estos dos doctores, así como en EEUU, siguen avanzando las organizaciones y partidos políticos de extrema derecha en conexión orgánica con grupos fundamentalistas cristianos. 

José A. Amesty R.  / Para Con Nuestra América

Desde Caracas, Venezuela


Por ejemplo en España, existe una complicidad y total sintonía entre organizaciones católicas españolas ultraconservadoras como: Hazte Oír, El Yunque, Infocatólica y otras, y el partido de extrema derecha Vox. Estas organizaciones trabajan ahora juntos, rompiendo fronteras, por causas comunes. Comparten contactos. Obtienen dinero de los mismos fondos. Aprenden los unos de los errores de los otros, se copian el vocabulario. Y están convencidos de que, juntos, algún día, ganarán.  

 

Colombia

 

En Colombia fracasaron los acuerdos de paz, porque los evangélicos fundamentalistas y los católicos integristas, hicieron campaña en contra alegando que en ellos se defendían el matrimonio igualitario, el aborto y la homosexualidad. 

 

Se asociaron con el ex presidente Álvaro Uribe y ejercieron un papel fundamental en la derrota del plebiscito para el Acuerdo de Paz, en 2016, y en la victoria del conservador Iván Duque.  

 

Costa Rica

 

En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Costa Rica en 2018, ganó el pastor evangélico Fabricio Alvarado con un discurso a favor de los “valores cristianos” y del neoliberalismo y contra el aborto, y el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo. 

 

Brasil 

 

En Brasil, los partidos evangélicos fundamentalistas fueron decisivos en la reprobación de Dilma Rousseff y en la elección del ex militar Jair Messias Bolsonaro como presidente del país. Son ellos realmente los que inspiran y legitiman su política declaradamente homófoba, sexista, xenófoba y antiecológica. 

 

El Salvador 

 

El Gobierno de El Salvador parece seguir similares derroteros. En su toma de posesión el presidente de la República, Nayib Bukele, invitó a dirigir una oración al pastor evangélico argentino Dante Gebel, conocido por sus vínculos con pastores ultraconservadores de Estados Unidos. La diputada de Conciliación Nacional, Eileen Romero, presentó en la Asamblea Legislativa una moción para decretar la lectura obligatoria de la Biblia en las escuelas. 

 

Bolivia 

 

En Bolivia, los militares y los grupos religiosos fundamentalistas dieron un golpe de Estado contra Evo Morales, presidente legítimo de la República Plurinacional, que colocó a las comunidades indígenas en el centro de su política social, cultural, económica y en la cartografía mundial. Y lo hicieron con la Biblia y el crucifijo para legitimar el golpe, lavar las muertes producidas por el mismo, confesionalizar cristianamente la política, negar la identidad de las comunidades indígenas, justificar la represión contra ellas y desprestigiar sus cultos, calificándolos de “satánicos”. 

 

Felizmente la ciudadanía ha devuelto la democracia a Bolivia en elecciones, en las que el candidato del partido de Evo Morales, Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce, ex ministro de Economía con Evo, obtuvo la mayoría absoluta en la primera vuelta con el 53% de los votos y tomó posesión de su cargo como presidente de la República Plurinacional de Bolivia, para el periodo de 2020 a 2025.  

 

Perú 

 

En Perú una amplia unión conservadora de católicos, evangélicos, partidos y otras fuerzas, armada en 2016, interpuso ante la Justicia un reclamo contra el Currículo Nacional de la Enseñanza Básica, por incluir el enfoque de género. La inseguridad jurídica solo se despejó en 2019, cuando la Corte Suprema rechazó la demanda.

 

En el centro de esa ofensiva peruana estuvo el colectivo “Con mis hijos no te metas” que tiene como objetivo la llamada “ideología de género”, que a juicio de los fundamentalistas religiosos buscaría destruir la familia tradicional y promover la homosexualidad y el aborto.

 

El movimiento aparentemente perdió fuerza, se dividió y se hizo menos visible, quizás a la espera de las elecciones de 2021. 

 

Uruguay 

 

En Uruguay, sorprendió la irrupción del Cabildo Abierto (CA) en las elecciones generales de octubre de 2019, con 11 por ciento de los votos, al presentar un discurso coincidente con el religioso conservador, aunque no se trata de un partido religioso. Su origen en la derecha religiosa es el catolicismo integrista, más relacionado con el franquismo, el falangismo (de España). Familia y valores morales son sus temas centrales. La sorpresa es alcanzar tal votación, tras menos de un año de fundado y en un país reconocido por su laicismo, al menos hasta ahora. 

 

Ecuador

 

La ultraderecha ecuatoriana nace y busca alianza con el partido VOX de España y el presidente de Brasil Jair Bolsonaro. Más que por los postulados que defienden, se apasionan por lo que rechazan. Reivindican los valores cristianos, la familia, la vida, la corrección moral, el libre mercado, el porte de armas, la propiedad privada y la hispanidad. Y, con la misma o mayor vehemencia, rechazan cualquier atisbo de izquierda, feminismo, ambientalismo o, lo que llaman, “internacionalismo infantil”, refiriéndose a los organismos de derechos humanos de la ONU o la OEA.

 

La plataforma nació a fines de 2018 y se llama “Libres, alianza por la libertad”. Su objetivo a largo plazo es el poder; al corto, participar en las elecciones del 2021 con candidatos a la Asamblea Nacional.

 

Guatemala

 

Recordemos a Jimmy Morales, presidente de Guatemala; y en otros países que buscan los evangélicos llegar a tener el control de sus países como: Venezuela, aunque ha habido participación de partidos políticos evangélicos, en Colombia y Mexico. 

 

En general, en países como Republica Dominicana los evangélicos han liderado las movilizaciones en contra del movimiento LGBTIQ.  

 

En Chile y México; los ultraconservadores van tomando fuerza empujados por la derecha y aprovechando los nuevos escenarios sociales y políticos de la región. 

 

A su vez, la asunción de posiciones conservadoras en amplios sectores evangélicos en América Latina depende únicamente de la influencia de elites locales y globales (EEUU) que hacen circular discursos teológicos y políticos refractarios al cambio social. 

 

Por ejemplo, hoy hay grupos evangélicos que son la nueva arma de EE.UU. para los golpes en Latinoamérica.

 

El filósofo y teólogo Enrique Dussel sostiene que Estados Unidos propicia una “guerra santa” para provocar derrocamientos en la región. “Se propone que el hombre deje sus costumbres ancestrales y se proponga trabajar y entrar en la sociedad consumista capitalista burguesa”, reflexionó. No hay herramientas intelectuales suficientes para analizar la guerra santa que está utilizando Estados Unidos para sustentar golpes de Estado en países de Latinoamérica.

 

A su vez, reitero, como en otros artículos, los evangélicos nos hemos dejado arrastrar por USA, quien nos ha convencido que los gobiernos de derecha son los buenos y los malos son los gobiernos de izquierda, y ojalá, no nos tomen como chivos expiatorios para abrogarnos qué cantidad de cosas inimaginables, el Imperio es cruel, maligno y malvado. 

 

En síntesis, esta dupla ultra extrema derecha política con los grupos fundamentalistas religiosos, es una alianza cristo-bíblico-militar-neoliberal-patriarcal-imperial-neofascista que supone un  grave retroceso en la autonomía de la política y de la cultura, en la secularización de la sociedad, en la separación entre Estado y religión, en la autonomía de la ciencia, en las políticas ecológicas y en la opción por las personas, los colectivos y los pueblos oprimidos. 

 

No tiene intención de abandonar el escenario político y religioso. Ha venido para quedarse, posee un importante protagonismo en la agenda política internacional y está consiguiendo cada vez más seguidores, enarbolando excelentes resultados: refuerza gobiernos autoritarios, derroca a presidentes elegidos democráticamente, da golpes de Estado enseguida legitimados por otros Estados y organismos internacionales, impide la aprobación de leyes en defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, de los derechos LGTBIQ y de los derechos de la Tierra, encarcela a dirigentes políticos, entre muchos otros.

 

Como señala la intelectual Carolin Emcke: es necesario “hacer un elogio de lo diferente y lo “impuro”, enfrentarnos al odio como condición necesaria para defender la democracia, adoptar una visión abierta de la sociedad y ejercer la capacidad de ironía y duda, de la que carecen los generadores de odio”. 

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