Para Joel Cohen, de la Universidad Rockefeller en Nueva York, “la pregunta sobre la cantidad de personas que la Tierra puede aguantar” abarca dos problemas distintos, aunque relacionados entre sí: “las restricciones o los límites naturales y las decisiones que toman los humanos”. Esas decisiones, añade, “hacen que se consuman muchos más recursos biológicos (bosques, peces, tierras...) de lo que el planeta Tierra puede regenerar cada año,” y estimulan un consumo excesivo de energías fósiles, que genera cada vez más emisiones de CO2 responsables del calentamiento.”
En cualquier caso, siempre será útil examinar este problema en una perspectiva histórica, como la que nos presenta el siguiente gráfico:
La humanidad que conocemos ha estado presente en la Tierra desde hace unos 100 mil años. Durante la mayor parte de ese tiempo, dependió de actividades de caza, pesca y recolección, y el número de sus integrantes creció con suma lentitud, debido a las altas tasas de mortalidad infantil y la limitada expectativa de vida al nacer. Hace unos 10 mil años, después de la última glaciación y en condiciones climáticas muy favorables, los humanos iniciaron la transición hacia la agricultura y hacia el año 500 parecen haber sido unos 500 millones.
Con la formación del mercado mundial entre los siglos XVII y XIX ese crecimiento empezó a intensificarse. Para el año 1800, los humanos llegaron su primer billón; al segundo, a comienzos del siglo XX, y al tercero hacia la década de 1950. A partir de allí, con la transición del mercado mundial desde su organización colonial a la internacional, ese proceso comenzó a acelerarse, y para el 2000 la Tierra albergaba ya unos 7000 millones de seres humanos. Hoy, de no ocurrir cambios significativos, la ONU estima que para 2050 podríamos llegar a ser 9.700 millones en 2050, puesto que – dada la gran magnitud de la población joven - “la población seguiría creciendo aunque en los países con mayor tasa de fecundidad ésta cayera a dos niños por mujer.”
Al respecto, tiene el mayor interés el hecho de que al 2019 un 61% de la población mundial viviera en Asia (4.700 millones); un 17% en África (1.300 millones); un 10% en Europa (750 millones): un 8% en Latinoamérica y el Caribe (650 millones), y el 5% restante en América del Norte (370 millones) y Oceanía (43 millones).[1] Esto nos dice que cuando ya éramos 7,813 millones, 6,693 millones (un 85%) habitaban territorios que habían sido colonias o semi colonias hasta la década de 1950, mientras los territorios que habían sido colonizadores estaban poblados por 1,120 millones de personas, (15%) del total.
Esta diferencia resalta el hecho de que, al pasar de la condición colonial o semicolonial a la de Estados nacionales, esos Estados habían obtenido en apenas medio siglo importantes logros en materia de provisión de servicios de salud y educación básica, mientras ingresaban a una condición de crecimiento económico sostenido. Este crecimiento tan drástico se ha producido en gran medida por el aumento del número de personas que sobreviven hasta llegar a la edad reproductiva y ha venido acompañado de grandes cambios en las tasas de fecundidad, lo que ha aumentado los procesos de urbanización y los movimientos migratorios.
Por otra parte, la lentitud mayor de los cambios en la cultura y las mentalidades creaba una situación en la cual se proporcionaba más años y medios de vida a más personas, sin transformar al mismo ritmo las conductas tradicionales, como la de tener un elevado número de hijos en previsión de que muchos de ellos morían antes de los cinco años en la condición de atraso colonial o semicolonial. Eso ayuda a explicar, por ejemplo, que la reducción de la mortalidad no tuviera un reflejo inmediato y directo en la fecundidad y la natalidad, como sí lo tienen el aumento en la educación y en el acceso al trabajo remunerado por parte de las mujeres. Ese aumento, a su vez, ha sido un importante factor de cambio social, que en Asia – por ejemplo – se expresa con especial claridad China, la India, Corea y Singapur en Asia.
Lo importante, en todo caso, es que aquí no sobra nadie. Como decía la Dra. Carmen Miró, no hay problemas de población, sino grupos de población con problemas de acceso a la salud, la educación, el empleo y la energía en todas las sociedades del planeta. La solución a esos problemas es un factor clave para avanzar hacia la sostenibilidad del desarrollo humano. Y esto no consiste tanto en preservar el ayer, sino y sobre todo en construir el mañana.
Sabemos que, en las condiciones de crisis general del sistema internacional que tenemos hoy, esos problemas tenderán a agudizarse y a generar otros, como el de la masificación de las migraciones generadas por la pobreza, los conflictos sociales y el deterioro ambiental. Tenemos la tarea, todos, de participar en la transición a sistema mundial nuevo, capaz de hacer lo que este ya no puede: resolver esa crisis mediante el desarrollo de las capacidades para la convivencia armónica de nuestra especie con su entorno natural y consigo misma, para garantizar la sostenibilidad de su propio desarrollo. Y en esa tarea habrá un lugar para todos y cada uno de los humanos.
Alto Boquete, Panamá, 13 de noviembre de 2022
[1] China (1.440 millones) e India (1.390 millones) continúan siendo los países más poblados del planeta, y representan el 19% y 18% de la población mundial respectivamente. Se espera que, sobre 2027, India supere a China como el país más poblado del mundo, y que China reduzca su población en 31.400 millones (un 2.2% menos) entre 2019 y 2050. https://population.un.org/wpp/Publications/Files/WPP2019_PressRelease_ES.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario