sábado, 3 de junio de 2023

Guatemala: una hipótesis sobre la caída del movimiento social anticorrupción en 2015

Contrario a lo que se solía afirmar en los medios de comunicación en el contexto de las protestas sociales que se dieron cuando se conocieron los primeros casos de corrupción a gran escala como La Línea, creemos que el pueblo guatemalteco no ha estado dormido.

Jorge Murga Armas /Para Con Nuestra América*

Desde Ciudad de Guatemala


Siglos de lucha y resistencia, bajo diversas formas de organización y lógicas de acción, han escrito la historia de las luchas sociales guatemaltecas: desde las rebeliones indígenas regionales de la época colonial, pasando por las luchas urbanas antidictatoriales de los siglos XIX y XX, hasta las luchas sindicales, campesinas y populares de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, la historia demuestra que las clases oprimidas, explotadas y discriminadas siempre han cuestionado el statu quo económico, social y político, y han sido protagonistas de innumerables luchas y movilizaciones sociales. 

 

1.          Una larga historia de luchas populares y movilizaciones sociales
 
En efecto, si es cierto que la corrupción conocida por los guatemaltecos gracias a las investigaciones conjuntas del Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en 2015 fue el factor desencadenante de una sorprendente movilización social, y si bien es cierto que esta movilización social se dio con la participación de personas de clase media y alta que anteriormente se habían mantenido al margen de las luchas y demandas obreras, campesinas y populares, es totalmente falso que estas protestas y movilizaciones sociales hayan iniciado un “despertar ciudadano”. 
 
Ciertamente, aunque muchos formadores de opinión vieron en las protestas y movilizaciones sociales contra la corrupción y la impunidad un “despertar de la conciencia ciudadana”, una simple revisión de la historia reciente de las luchas de los movimientos sociales guatemaltecos desmiente su afirmación. De hecho, los movimientos sociales han sido protagonistas en los diferentes procesos sociopolíticos que tuvieron lugar antes y después de la guerra interna: diálogos y negociaciones de paz, implementación de los acuerdos de paz y todo tipo de reivindicaciones económicas, sociales y políticas. Prueba de ello es el movimiento contra la minería que tuvo lugar durante varios años en muchas comunidades rurales del país antes del 2015, y que fue un claro ejemplo de participación ciudadana de decenas de miles de guatemaltecos. 
 
Pero, ¿qué llevó a periodistas, académicos y ciudadanos en general a afirmar que lo que se estaba produciendo en 2015 era un despertar de la conciencia ciudadana? 
 
Hay varios elementos a considerar para responder a esta pregunta. En primer lugar, la división histórica entre lo urbano y lo rural, entre criollos, ladinos e indígenas, entre ricos y pobres, entre ciudadanos de primera y de segunda, en fin, la concepción racista y clasista que históricamente ha considerado que unos guatemaltecos son ciudadanos con conciencia y otros no, pudo haber sido una razón importante para que los formadores de opinión consideraran que las luchas y reivindicaciones sociales protagonizadas en las tres décadas anteriores a 2015 por obreros, campesinos, maestros, estudiantes y clases populares en general, eran movimientos sociales protagonizados por guatemaltecos sin conciencia cívica, con una conciencia cívica adormecida o que simplemente no existían.
 
Todo parece indicar que los periodistas, académicos y ciudadanos que opinaron sobre las protestas y movilizaciones sociales de 2015 consideraron que la conciencia ciudadana de los guatemaltecos se había desactivado a finales de los ochenta, había entrado en un largo letargo en los noventa y se había reactivado justo con el anuncio de los primeros casos de corrupción. 
 
En efecto, las masivas protestas y movilizaciones sociales contra la corrupción y la impunidad (algunos opinadores llegaron a estimar concentraciones de hasta 80,000 personas en la plaza central) hicieron pensar a muchos guatemaltecos en un regreso a otros tiempos, a los tiempos en que las manifestaciones sociales de finales de los años setenta y principios de los ochenta reunían a miles de personas en las calles de la capital para exigir mejores salarios y mejores condiciones de vida para los trabajadores agrícolas y obreros en general. Asombrados por los acontecimientos de 2015, periodistas, académicos y ciudadanos que conocieron aquellos momentos de gloria del movimiento social guatemalteco, seguramente pudieron pensar que el debilitamiento de las protestas sociales tras la desarticulación de los sindicatos y organizaciones campesinas por las fuerzas represivas del Estado durante el primer lustro de 1980 equivalía a un adormecimiento de las conciencias y que, por el contrario, el resurgimiento masivo de las protestas sociales equivalía a un despertar de la conciencia ciudadana. 
 
Pero advirtamos que la peculiaridad de las protestas sociales de 2015 no sólo tiene que ver con la participación masiva. Este es un elemento importante, sin duda, pero lo que más llamó la atención en aquellas protestas fue ver en las calles a personas de clase media y alta portando la bandera nacional, aparentemente indignadas por el saqueo de las arcas públicas. Era como si, de pronto, un problema que afectaba a todos hubiera logrado la unidad nacional: universitarios, obreros, campesinos, clases populares en general, pequeña y mediana burguesía, burgueses y oligarcas, en fin, elementos de todas las clases sociales guatemaltecas se dieron cita en la plaza central para protestar contra la corrupción y exigir la renuncia del Presidente y Vicepresidente de la República, o simplemente para presenciar asombrados lo que estaba sucediendo. De hecho, para muchos indignados de cuello blanco las masivas concentraciones que desde el 25 de abril de 2015 se realizaron en la plaza central los fines de semana hasta el día de la renuncia del Presidente, el 2 de septiembre de ese mismo año, se convirtieron en un punto de encuentro en la popular Zona 1 de la capital. Fue, por así decirlo, un momento de celebración para los ciudadanos de los barrios acomodados que llevaban muchos años sin pasear por el centro. 
 
Algo que también cambió con las protestas de 2015 fueron los liderazgos, la forma de convocar y la manera de expresar la indignación de los asistentes: en efecto, las organizaciones obreras, campesinas y populares que tradicionalmente encabezaban las manifestaciones sociales fueron desplazadas por supuestas organizaciones virtuales y liderazgos desconocidos que convocaban a través de las redes sociales. El uso de estridentes tambores, trompetas y silbatos que sonaban al unísono acallando los gritos de la gente que levantaba pancartas y exigía el fin de la corrupción y la impunidad se puso de moda, sustituyendo las viejas consignas, pancartas y discursos revolucionarios preparados o improvisados por los dirigentes o activistas de los sindicatos y organizaciones populares de antaño.
 
Sin embargo, las clases populares se desbordaron de indignación ante la corrupción gubernamental: la masiva manifestación del 25 de abril, los plantones frente a Casa Presidencial durante la semana siguiente, las multitudinarias marchas del 1, 2 y 3 de mayo, las dispersas marchas de cientos de personas al Congreso de la República celebrando la renuncia de la vicepresidenta Roxana Baldetti el viernes 8 de mayo y al día siguiente, las importantes protestas en Antigua Guatemala y Quetzaltenango contra el Partido Patriota y el partido LIDER el 10 de mayo, y el decisivo Paro Nacional del 27 de agosto con masivas manifestaciones en Guatemala, Quetzaltenango, Totonicapán, Sololá, Alta Verapaz, Chiquimula, San Marcos, El Quiché, El Progreso, Jalapa, Baja Verapaz, El Petén, Izabal, Sacatepéquez y Huehuetenango, son los momentos simbólicos de la masiva participación popular en las jornadas 2015 contra la corrupción y la impunidad. 
 
Pero, ¿realmente los guatemaltecos querían un cambio en el país o solo eran multitudes observando lo que sucedía? Tras el gran auge de 2015, ¿cómo explicar el declive del movimiento social anticorrupción en los años siguientes? 
 
Se pueden dar varias respuestas a estas preguntas. Para dar una idea, citaremos una bastante común y otra que, en nuestra opinión, plantea un problema aún no discutido en la sociedad guatemalteca. 
 
Por un lado, hay una respuesta basada en la apatía popular nacida del cansancio de tantos años de lucha: 
 
“Después de tantos años de luchas populares y represión estatal, el pueblo se ha cansado de luchar. Habrá que esperar varias décadas para que las nuevas generaciones de guatemaltecos se planteen un nuevo levantamiento popular”. 
 
Por otro lado, existe una respuesta que refleja los problemas económicos de la mayoría de los guatemaltecos, la escasa movilidad social de la estructura económica y la simple ambición de algunos guatemaltecos que ven en el narcotráfico una forma fácil de ganar dinero:
 
“Las estructuras del narcotráfico han cooptado a una parte de la sociedad y neutralizado las luchas sociales porque la pobreza, el desempleo, las dificultades para ascender en la escala social o la simple ambición les han puesto en contacto con muchos guatemaltecos, proporcionándoles nuevos ingresos y la posibilidad de mejorar su nivel de vida”.
 
Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que las masivas manifestaciones de repudio a la corrupción desaparecieron tras las elecciones presidenciales de 2015, y que a finales de ese mismo año todo había vuelto a la normalidad. 
 
2.         Crisis política y mantenimiento del statu quo
 
A medida que salían a la luz nuevos y escandalosos casos de corrupción en los que estaban implicados altos funcionarios del gobierno, aumentaba la presión sobre el presidente y la vicepresidenta. El 8 de mayo, Roxana Baldetti Elías, una mujer de éxito político cuya arrogancia en el poder le granjeó no poca antipatía social, se vio obligada a dimitir como vicepresidenta tras salir a la luz su implicación en el caso La Línea. Otto Pérez Molina, general retirado conocido por su implicación durante la guerra interna en el Triángulo Ixil, también tuvo que dimitir el 2 de septiembre después de que el Congreso le retirara la inmunidad. Ambas renuncias, hay que decirlo, fueron por exigencia popular y gracias a la enorme presión social ejercida durante varios meses. 
 
Pero notemos que la crisis política que se vivía hizo reflexionar a muchos actores de la sociedad sobre la ruptura del orden constitucional: mientras algunos pensaban que era previsible un golpe de Estado militar, debido a la historia de golpes de Estado militares y a la poca experiencia de los guatemaltecos en el ejercicio de la democracia, otros consideraban que había que respetar los mecanismos institucionales para encontrar una solución a la crisis de gobernabilidad que se había generado. Esta opción era tanto más deseable cuanto que próximamente se celebrarían elecciones generales para elegir nuevas autoridades. 
 
En este contexto, y debido a que ninguno de los liderazgos virtuales ni las antiguas organizaciones sindicales, campesinas y populares tuvieron la iniciativa de proponer el establecimiento de un gobierno popular, la solución llegó a través del propio sistema democrático: tras la renuncia de Baldetti, el Congreso de la República nombró al magistrado presidente de la Corte de Constitucionalidad, Alejando Maldonado Aguirre. Luego, tras la renuncia de Pérez Molina, siguiendo lo establecido en la Constitución de la República, Maldonado Aguirre fue promovido a la Presidencia de la República. Así, un viejo abogado conservador, que ya había visto frustrado por la vía electoral su sueño de llegar a la Presidencia de la República, se encontró de pronto ocupando el más alto cargo del gobierno.
 
La revolución, en realidad, la llevaban a cabo Iván Velásquez y Thelma Aldana, para disgusto de los grupos de derecha que se beneficiaban del sistema de impunidad y recelo de algunos grupos de izquierda que quizás temían el alcance de las investigaciones de la CICIG y el MP. De hecho, a medida que avanzaba el proceso, en una sociedad temerosa de los cambios radicales asociados a la izquierda, la derecha comenzó a propagar la idea de que “Iván Velásquez era de izquierda”, mientras que la izquierda descalificaba el trabajo de la CICIG con el argumento de que “Iván Velásquez no era de izquierda”. 
 
¿Qué había detrás de esta campaña ideológica contra la CICIG? ¿Por qué importantes sectores de la sociedad retiraron su apoyo a la CICIG a medida que avanzaba el proceso de lucha contra la corrupción y la impunidad? ¿Por qué los líderes y bases sociales de la izquierda evitaron ir a la plaza para seguir apoyando la lucha contra la corrupción y la impunidad que estaba sentando las bases para la transformación de Guatemala? Estas son algunas de las preguntas que habría que responder en una investigación más profunda sobre el tema. Mientras tanto, digamos que el interés provocado por el proceso hizo que una parte importante de la sociedad comenzara a esperar con entusiasmo la llegada de los jueves de cada semana para conocer los nuevos resultados de las investigaciones del MP y la CICIG, lo que se conoció como “los jueves de la CICIG”. 
 
Dijimos una parte importante de la sociedad, porque pronto se hizo evidente que no toda la sociedad estaba contenta con lo que estaba sucediendo. A medida que el proceso de lucha contra la corrupción y la impunidad comenzó a radicalizarse, y a medida que las investigaciones del MP y la CICIG comenzaron a afectar los intereses de sectores que históricamente se habían beneficiado de la impunidad, se hicieron evidentes no pocos desacuerdos. Pronto surgiría el tema de la “soberanía nacional” de la derecha más conservadora como argumento para descalificar el proceso, y pronto se materializaría en las calles el supuesto desacuerdo ideológico de la izquierda. 
 
Justo cuando se logró la renuncia de Otto Pérez Molina, y un comediante que debutaba en la política apoyado por un grupo de militares contrainsurgentes ganó las elecciones presidenciales con el lema “ni corrupto ni ladrón”, la plaza, como se decía comúnmente en los mejores días de las protestas, comenzó a ser abandonada: a partir de entonces fue imposible reunir a mil personas en el lugar que alguna vez fue escenario de multitudinarias manifestaciones. ¿Qué estaba pasando, por qué el entusiasmo inicial de una parte importante de los guatemaltecos desapareció de repente, habían logrado su objetivo con la renuncia de Otto Pérez y la elección de Jimmy Morales o el proceso estaba yendo demasiado lejos? ¿Cómo explicar el declive del movimiento social anticorrupción en los años siguientes? 
 
Hipótesis
 
A partir de lo observado durante 2015 y de una encuesta antropológica que se fue desarrollando en los años siguientes, logramos formular la hipótesis siguiente: 
 
La lucha popular y cualquier intento de cambio social han sido neutralizados por las estructuras del narcotráfico que han capturado la economía y la sociedad mediante la cooptación de una parte de los desempleados y trabajadores por cuenta propia, de los asalariados y profesionales independientes, de las micro, pequeñas y medianas empresas, de las organizaciones no gubernamentales, así como de las corporaciones y grandes empresas y conglomerados empresariales. 
 
¿Hasta qué punto sigue siendo posible proponer una alianza de clases? Esta es la cuestión que se plantea. 
 
Referencias y bibliografía
 
CICIG (28 de agosto de 2019). Informe temático: Guatemala: Un Estado capturado. Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, Guatemala: CICIG. 
____ (septiembre de 2019). Informe de cierre: El legado de justicia en Guatemala. Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, Guatemala: CICIG. 
OHCHR (8 de junio de 2015). El despertar en Guatemala: la revolución por la justicia y el cambio. Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Consultado el 23 de marzo de 2023. En https://www.ohchr.org/es/stories/2015/06/guatemalan-awakening-revolt-justice-and-change            
Plaza Pública (22 de julio de 2018). Los grupos surgidos en las protestas de 2015 luchan por sobrevivir ante la apatía ciudadana. Consultado el 24 de abril de 2023. En https://www.plazapublica.com.gt/content/los-grupos-surgidos-en-las-protestas-de-2015-luchan-por-sobrevivir-ante-la-apatia-ciudadana       
     
*Este texto fue publicado originalmente en el Boletín Economía al día, No. 4, abril de 2023.

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