sábado, 3 de junio de 2023

Y ahora… la inteligencia artificial

 Ya estábamos atribulados con los vaivenes de este mundo inmerso en una crisis civilizatoria y otra de reacomodo del reparto geoestratégico del mundo cuando, de pronto, se anuncia y entra a circular la llamada inteligencia artificial (IA), que algunos de sus mismos creadores y promotores advierten que podría llevar a la extinción de la civilización humana. 

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Es decir, algo así como que seríamos atacados, por lo menos, desde dos flancos: el cambio climático, por un lado, y la inteligencia artificial por otro, ambos peligros catastróficos que nosotros mismo hemos creado. Si no nos mata uno, nos mata el otro, o los dos a la vez; o primero uno y remata el otro.
 
Fatal destino parece anunciarnos el mundo que nos toca vivir. Hace poco, un artículo del New York Times daba cuenta de la actitud de muchas mujeres surcoreanas, quienes públicamente han asumido su abstención de tener más hijos en virtud de las inhumanas condiciones de explotación laboral a las que las someten, que no les permiten tener ambientes por lo menos aceptables para la crianza de los hijos. 
 
No extrañaría si dentro de poco en otras partes del mundo sucediera lo mismo, pero no solo por las condiciones laborales, sino también por el futuro siniestro que deberían enfrentar nuestros descendientes en un futuro no muy lejano, que incluso nos alcance a nosotros mismos y a generaciones apenas más jóvenes. 
 
He buscado cuáles son esos peligros que nos anuncian de la IA, pero es poco lo que encuentro. Hay quienes mencionan unas razones y otros otras, pero todas son especulaciones, porque la IA se encuentra apenas en ciernes y no se tiene certeza de cuáles pueden ser las consecuencias de su desarrollo. 
 
Una exploración que hace el diario El País de España entre científicos de distintos países europeos, nos deja en la misma nebulosa o, mejor dicho, nos hace ver que -con mayores fundamentos que los de alguien como el que esto escribe- esos científicos y científicas consultados tampoco tienen muy claro qué consecuencias negativas concretas podría tener el desarrollo de la IA. 
 
Algunos apuntan a la posibilidad de empoderamiento que podría tener, que llevara a que pudieran tomar decisiones en base a criterios sin ética. Una inteligencia artificial que sopesara, por ejemplo, el peligro que significa el ser humano para la vida en la Tierra podría tomar medidas para exterminarnos como virus o bacteria dañina para el organismo terrestre. 
 
Otros toman en cuenta el peso que han adquirido las redes sociales en la actualidad, y el enorme peso que tienen en la difusión de informaciones falsas que, como ya se ha visto, pueden exacerbar ánimos que llevan a enfrentamientos de distinto tipo, no solo ideológicos y políticos, sino también en la vida cotidiana. Ante esa situación, se especula que la manipulación de la IA podría llevar al desencadenamiento de movimientos sociales que podrían resultar catastróficos.
 
Como se puede apreciar, se trata de posibilidades que entran en el orden de lo especulativo, pero que tienen su fundamento, que se basan en tendencias de fenómenos y procesos que ya se encuentran en marcha y que con este nuevo vector de incidencia podrían potenciarse o transformarse en otra cosa.
 
En todo caso, la aparición de este nuevo fenómeno que llamamos IA viene a abonar a este tiempo caótico que estamos viviendo, que aún no sabemos si es de transición hacia otra cosa, hacia otro ordenamiento mundial (quién sabe si mejor o peor del que vivimos actualmente) o fase terminal de un largo proceso que se inició hace más de 3000,000 años, cuando aparecimos ya como seres con características particulares diferenciadas de otros en el reino animal sobre la faz de la Tierra.
 
Tal vez uno de los aspectos más importantes que podríamos esgrimir para tener temor del posible desarrollo de una tecnología como esta de la IA, es que se encuentra en manos de grandes corporaciones privadas en las que prevalece el afán de lucro; son las que, en última instancia -en el marco del modo de producción capitalista y la sociedad de consumo dominante en el mundo- están provocando la catástrofe ambiental a la que nos estamos enfrentando.
 
El mundo contemporáneo necesita enrumbarse por un camino de sensatez que nadie parece estar actualmente en la capacidad de asumir: Europa y los Estados Unidos, dos de las fuerzas políticas, ideológicas y militares más fuertes, se encuentran sumidos en una ola de irracionalidad que crece día con día y que reafirman en cada uno de los eventos internacionales que hacen. China y Rusia se presentan como las puntas de lanza de un nuevo orden internacional, pero llevan a cabo accione como la llamada “operación especial” que acrecienta las tensiones y aleja la posibilidad de entendimiento. La ONU es cada día más irrelevante, lo que es una muestra más de cómo el orden político que surgió después de la Segunda Guerra mundial se ha terminado.
 
La mayoría nos encontramos, entonces, en una situación de desamparo y desesperanza; como dijo Eduardo Galeano, estamos como “un niño perdido en la intemperie”. Habrá que poner patas arriba el mundo para desplazar a todos estos ineptos que nos gobiernan y tomar las riendas del cambio que nos salve.  

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