sábado, 3 de junio de 2023

Argentina: de otredades levinianas, tartamudeces y la elegía de “Pino” Solanas a una huelga heroica

Aquí y ahora, en la República Argentina de la difamación y el odio al peronismo por parte de las oligarquías y los medios concentrados, un periodista dictaminó, sin fundamento, que un tartamudo no podría ser aceptado por la sociedad como Presidente de la Nación. Una clara referencia al militante kirchnerista y cristinista, hijo de desaparecidos por la dictadura y actual Ministro del Interior, doctor Eduardo Enrique “Wado” de Pedro... 

Carlos María Romero Sosa / Para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

El filósofo Emmanuel Levinas entendió que la ética es  el punto de partida de la filosofía. En afirmación del precedente postulado, el pensador lituano trabajó, entre otros conceptos, los de “otredad” y “hospitalidad”. Es de inferir entonces de su razonar, que el “otro” debería disparar en cada “yo” la responsabilidad por él; y eso en lugar de avasallarlo invisibilizándolo como suele ocurrir con inmigrantes y caídos en la marginalidad económica. Todo un sacudimiento del árbol de la Filosofía Moral del siglo XX que permite recoger frutos a su alrededor en la larga y oscura estación del individualismo egoísta. Cuando el “tú”, lejos de ser el del dialogal y equilibrado Yo-Tú buberiano, suele representar la rebaja del “quien” despersonalizado a un mero “que”, o sea a un algo del cual valerme “yo” para mis fines utilitarios.
 
Aquí y ahora, en la República Argentina de la difamación y el odio al peronismo por parte de las oligarquías y los medios concentrados, voceros pagos de aquellas y propagadores de infamias para alimentar el “lawfare”, un periodista en algún momento “progre” y de apellido similar al pensador de  “Totalidad e infinito”, dictaminó tratando de diluir la muestra de su propia estrechez mental en un pseudosociologismo sin fundamento, que un tartamudo no podría ser aceptado por la sociedad como Presidente de la Nación. Una clara referencia al militante kirchnerista y cristinista, hijo de desaparecidos por la dictadura y actual Ministro del Interior, doctor Eduardo Enrique “Wado” de Pedro, uno de los nombres más señalados como posible candidato a la primera magistratura en las próximas elecciones. 
 
Por cierto que ni al maestro de la oratoria griega, Demóstenes, lo salvó  su genio retórico de acusaciones varias en su tiempo. En tanto que el romano Marco Tulio Cicerón empleó la elocuencia, no para beneficio del pueblo sino en defensa de la plutocracia en sus Catilinarias iniciadas con la demanda vocativa: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”. (Ello de atender a la tesis revisionista en la materia propuesta por el humanista e historiador argentino Ernesto Palacio, desarrollada en su libro de 1945: “Catilina una revolución contra la plutocracia en Roma”).  
 
Así pues que la labia sirve como las lenguas de Esopo para lo bueno, lo malo y lo neutro,  aparte que el tartamudeo en la actual era digital en la que los políticos suelen hablar más por las redes sociales que ante tribunas y  barras vociferantes como antaño, poco importa ya en los hechos.                                                  
 
Pero sirvió la actitud discriminatoria del periodista homónimo del filósofo, para que se reeditara en estos días una vieja entrevista televisiva a “Wado” de Pedro, con su explicación allí del motivo al que atribuye la dificultad para hablar de corrido. Nacido en noviembre de 1976, a poco desapareció  su padre vinculado con la guerrilla Montoneros y tiempo después una patota militar ingresó a los tiros en el domicilio donde vivía con su madre que lo cubrió con su cuerpo en la bañadera. Le salvó así la vida, pero ella fue secuestrada y luego asesinada.           
 
No vamos a cometer la impertinencia de comparar a este prometedor dirigente juvenil con nuestros próceres de la Independencia, aunque no se pueda menos que recordar aquella maliciosa leyenda divulgada por el General José María Paz  sobre el Caudillo Gaucho Martín Miguel de Güemes, hoy diríamos un “populista” odiado en su tiempo por los hacendados y demás personas autodenominadas decentes: este caudillo, este demagogo, este tribuno, este orador, carecía hasta cierto punto, del órgano material de la voz, pues era tan gangoso, por faltarle la campanilla, que quien no estaba acostumbrado a su trato, sufría una sensación penosa al verlo esforzarse para hacerse entender; sin embargo, este orador, vuelvo a decir, tenía para los gauchos tal unción en sus palabras, y una elocuencia tan persuasiva, que hubieran ido en derechura a hacerse matar para probarle su convencimiento y su adhesión”.
 
Si la línea nacional y popular pasa por un Manuel Belgrano de voz aflautada objeto de burlas ,y sigue con un Güemes “gangoso”, no debería sentirse mal “Wado” de su propio defecto que en algo lo identifica con ambos héroes de la Patria, de los que sí le exigiremos en caso de votarlo, sea digno.  
 
Así las cosas, este tema del tartamudeo nos retrotrae también a cierta narrativa literaria de otra epopeya histórica, para el caso del siglo XX: la huelga y toma del Frigorífico Lisandro de la Torre, en enero de 1959, por los trabajadores del gremio de la carne para evitar su privatización decidida por el gobierno desarrollista del doctor Arturo Frondizi. El sindicalista combativo Sebastián Borro, que lideró la ocupación de la planta, mucho podría contar sobre el particular pero murió en 2005. Del mismo modo  lo haría otro testigo privilegiado de esos momentos, un compañero de la lucha de entonces y después de Borro: el ingeniero salteño Gerardo Bavio, que colaboró con el “Che” Guevara en el Ministerio de Industria de Cuba hasta 1963. 
 
Sin embargo, el arte, no solamente anticipa la realidad o a la naturaleza que lo copia como pensaba Oscar Wilde. También puede eternizar momentos, por ejemplo los de aquella legendaria lucha obrera y vecinal en el porteño barrio de Mataderos y sus adyacencias a principios del 59¨. Y sin duda ha de ser así como que quizá muchos, en la ciudad y el mundo, memorizarán la “Milonga del tartamudo” compuesta por el compatriota cineasta y político de larga trayectoria en el campo popular, Fernando “Pino” Solanas. El montevideano  Alfredo Zitarrosa, militante comunista  perseguido por la dictadura uruguaya en su hora, la canta en la película “El Sur”, estrenada en 1988 bajo la dirección del mismo Solanas, un film hoy de culto. (La grabación además puede hallarse fácilmente por Internet en la voz de Zitarrosa[1]). 
 
Dice su letra:  Milonga del tartamudo que siempre dijo que no,/yo soy pobre y no me vendo, y nadie me atropelló./ Por cierto que era su orgullo ser de abajo y no ceder,/ cuando todos los de arriba lo quisieron corromper./ En el mercado del hombre, si no es bueno el rendimiento,/ se empieza con los despidos y acaba en el vaciamiento./ Echegoyen echó fama en la gran ocupación,/ cuando un juez y un coronel le exigieron rendición./ Dele… dele… dele… delegado no… no se deje chi... chicanear,/si la gente está a su lado tiene todo por ganar./En medio de su discurso, el tarta tartamudeó,/ y entre risas y cargadas, la gente le canturreó:/ mi… mi… mi... milonga ta… ta… tartamudeada, milonga para olvidar,/ cuando calla el tartamudo, seguro que va a pelear./Milonga del delegado que andaba por Mataderos,/ entre playas y corrales, sirviendo a los compañeros./ El gremio lo acompañó de Liniers a Puerto Piojo,/ vecinos, pibes y viejos enfrentando el desalojo./ En el negocio de carnes primera es la del novillo,/ la del hombre vale apenas pa'l rebenque o el cuchillo./ Mi… mi… mi… milonga del tartamudo que siempre dijo que no,/ sigo pobre y no me vendo, ¡la puta que los parió!/ Las vacas que se escaparon de los palos y los dueños,/ aún andan por las barriadas, vagando como en un sueño.
 
Borges, casualmente también algo tartamudoelogió en sus milongas musicadas por Astor Piazzolla el coraje de los cuchilleros del Palermo arrabalero, marcando a sangre el territorio para sí. En esta otra composición, en cambio, se elogia el valor de jugarse por los demás. No podemos dar fe si existió o no el duro y honesto activista Echegoyen  descrito por Solanas, “que siempre dijo que no” a los arreglos espurios hechos a espaldas de los trabajadores por parte de los burócratas sindicales. Tal vez no sea más que un símbolo del mejor gremialismo revolucionario: decidido, incorruptible y capaz de movilizar voluntades aún con su tartamudez.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=9x4FsxxxrgA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el relato También fundado en hechos históricos analizados con perfección erudita y moralmente anti discriminación Felicitaciones!!

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tan inteligente comentario.