Desde la llamada crisis de la deuda externa de los años 80 –caracterizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) como la década perdida– producto de deudas contraídas que se hicieron impagables, pero cobrables, los entes financieros internacionales otorgan préstamos a los Estados para someter a los deudores de la periferia.
John Saxe-Fernández / LA JORNADA
A lo largo de la historia del capitalismo, el endeudamiento ha sido el instrumento utilizado con más frecuencia por las potencias imperiales para imponer la condicionalidad acreedora a toda línea de crédito de la banca a la periferia capitalista. Ha sido una palanca vital para la promoción de la gobernanza colonial, que se intensificó durante el mal llamado periodo neoliberal, agravado con la crisis de 2008 y los costos de la pandemia que padecimos junto con un cruel recetario de recortes presupuestales en salud, educación, alimentación y servicios básicos generando alta frustración y conflictividad sociopolítica.
Esta política económica del Fondo Monetario Internacional ,(FMI) y del Banco Mundial, (BM), que se presentan como si fuesen entes multilaterales cuyos mecanismos de votación son dominados por la capacidad de veto de Estados Unidos, son componentes de alta importancia para la diplomacia de fuerza imperial ya que pone en operación mecanismos financieros para la privatización de los principales ejes de acumulación entre los que sobresalen sectores estratégicos (energía, minerales, agua y biodiversidad) muy grave en el contexto de crisis hídrica vinculada al cambio climático.
Desde la llamada crisis de la deuda externa de los años 80 –caracterizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) como la década perdida– producto de deudas contraídas que se hicieron impagables, pero cobrables, los entes financieros mencionados otorgan préstamos a los Estados para someter a los deudores de la periferia. Endeudamiento y colonialidad van de la mano. Mientras el Estado imperial se hace más fuerte, el Estado periférico, y la defensa de sus empresas y sus recursos, se debilitan. Es por eso que importa tanto la convocatoria a la Contra-Cumbre a la asamblea anual del FMI y el BM a celebrarse en Marruecos (15-17/10 /23) (la cual volveré a abordar). A decir del economista argentino Julio Gambina, integrante del Comité para la abolición de las deudas ilegitimas, CADTM y de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (Sepla) se trata de
generar una conciencia social masiva de crítica a las políticas de estos organismos. (ver Contra-Cumbre: www.cadtm.org).
Tres casos ejemplifican la correlación de deuda, colonialidad y crisis climática. En Argentina , con el irresponsable aval del FMI, el préstamo otorgado en 2018 ha sido
el más grande de su historia, un préstamo por 57 mil millones de dólares de los que desembolsó 45 mil millones de dólares al derechista Macri a sabiendas de que afectaría al gobierno sucesor (peronista) a lo que se suma la fuerza militar desplegada por Estados Unidos en América Latina (Comando Norte y Comando Sur) en pos del control de recursos naturales de alto valor comercial y estratégico y para neutralizar el peso de China y Rusia e incluir a América Latina, una zona de paz, en la dinámica de la guerra.
Éric Toussaint, portavoz del CADTM internacional, resalta la nefasta historia del FMI de intervencionismo, apoyo a golpes militares y saqueo de los recursos naturales de África, provocando su fragilidad y empobrecimiento. Sushovan Dhar, integrante de los convocantes desde la India, ejemplificó bien el asunto tratado en este texto:
Desde el verano pasado, tras meses de lluvias monzónicas inusualmente intensas y temperaturas que ya se acercaban a los límites de la supervivencia humana, Pakistán, donde se derriten miles de glaciares del Himalaya, sufrió algunas de las peores inundaciones de su historia. Se estimó que hasta un tercio del país quedó sumergido y algunas de las zonas más fértiles hechas lagos gigantes.
Ante la magnitud de esta catástrofe, el endeudamiento de antes de la pandemia se acentuó. El gobierno pakistaní tuvo que comprometerse a imponer políticas de ajuste estructural para poder llegar a un acuerdo con el FMI y evitar el impago de su deuda externa.
La correlación de las crisis de Pakistán –inundaciones excepcionalmente devastadoras, amenaza de colapso económico y cargas de deuda agobiantes– son padecidas por muchos países de la periferia. La pandemia también perturbó las cadenas mundiales de suministro lo que provocó la escasez de muchos bienes y el aumento de los precios. Los Estados que dedican una gran parte de sus ingresos al servicio de la deuda ahora contrataron prestamos de emergencia del FMI bajo voraces programas de ajuste estructural.
Bien lo dice otro de los convocantes a la Anti-Cumbre, el cubano José Luis Rodríguez: En los más de 20 años de la financiarización de la economía mundial, la especulación se ha convertido en el negocio más rentable; los bancos que quiebran están siendo salvados, y la elevación de las tasas de interés conduce a la recesión y apunta al posible estallido de una crisis de la deuda en una situación muy parecida a la de 1981. Este peligro existe, es muy fuerte y tenemos que trabajar para lograr un consenso de oposición a la cumbre y las recetas que nos van a tratar de devolver a esa situación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario