sábado, 17 de junio de 2023

Panamá: Conversar con Alfredo C.

 Ha ocurrido en Panamá un hecho inusual. El historiador Alfredo Castillero Calvo – de obra a la vez abundante y valiosa – ha publicado un artículo dedicado a la reflexión sobre la historia como disciplina

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América

Desde Alto Boquete, Panamá


“El afán de oponer y contrastar, roba a las veces a las ideas contrapuestas exactitud u oportunidad.  La historia no es cera que se amolda a manos caprichosas.  Ni cabe, en obra severa, fantasear sobre motivo histórico”.

José Martí[1]

 

Hay cierta audacia en esta publicación. Para Castillero, en efecto, la mayor parte de los panameños “comparte una visión del pasado dominada por lugares comunes, falsificaciones, ambigüedades, omisiones y mitos.” Tras esa visión, agrega, “subyace una concepción epistemológica de la historia profundamente tradicionalista y conservadora”, que “prefiere la anécdota al análisis y confunde historia con meras cronologías”. 

 

Al respecto, Castillero afirma que los hechos hechos históricos “no se comportan linealmente, ni son el resultado de procesos que tienen un solo origen y que, inexorablemente, encuentran un fin ineluctable, como la coronación de una continuidad teleológica.” Y añade que, si bien no siempre es fácil “reconocer el origen de lo que vino después”, el proceso histórico “siempre tiene un ante quem, algo anterior que lo precede.” 
 
Aquí, lo más importante es que con frecuencia “el gran motor de cambio son los sueños, las mentalidades, los mitos e ilusiones de los pueblos.”  Así,
 
Lo ideológico, ese discurso acabado, ese pensamiento organizado, explícitamente formulado, o bien las mentalidades, ese plano inferior de las ideologías, esas partículas inconexas, restos de recuerdos colectivos, playas donde han naufragado los fragmentos de una memoria común, enraizada en el nivel de las motivaciones inconscientes, también actúa insidiosamente sobre la realidad material, transformándola, empujándola, induciéndola, adueñándose de su destino. 
 
Una cosa, sin embargo, no excluye a la otra, como se hace evidente en los momentos en que “irrumpe una crisis que perturba la rutina diaria, la sociedad se conmueve y se nos revela como lo que es, con sus glorias y pequeñeces.” En ese momento las fuerzas en conflicto, “hasta entonces ocultas a la mirada del historiador, parecen de pronto cobrar relieve y significado”. Con ello, cabría agregar, salen a la luz las determinaciones que se sintetizaban en el estado de cosas previo, y se facilita comprenderlo y buscar las vías para transformarlo o para conservarlo a toda costa.
 
Para Castillero, compete al historiador “enseñar a pensar históricamente.” En ese pensar, sin duda, la continuidad puede ser tan importante como el cambio en la comprensión del proceso de que se trata. Al respecto, recurre a Fernand Braudel para recordarnos que el tiempo pasado “no es nunca totalmente pasado, y algunas veces el presente está más cerca del pasado que del porvenir”, pese a lo cual “la realidad histórica acaba imponiéndose, pase lo que pase, sobre las realidades del presente, empujándonos irreversiblemente hacia un destino que difícilmente podemos dirigir o controlar.” 
 
Tal, sin duda, es el caso de Panamá, cuya historia moderna parece remitirse una y otra vez a la condición de protectorado extranjero que tuvo como condición de origen la república de 1903, y vino a confirmarse en diciembre de 1989, cuando la atroz intervención extranjera puso al país de nuevo en las manos de sus sectores más conservadores. Y aun eso, que para el político puede ser transparente, para el historiador reclama ante todo “descubrir lo que se oculta más allá de lo evidente o de lo que se da por sentado.”
 
El artículo de Alfredo Castillero tiene además un mérito que quizás él mismo no imagina: poner de relieve la escasez de este tipo de reflexiones en el quehacer de la historia en nuestra tierra.[2] En esa reflexión, desde un punto de vista cercano al suyo, cabe decir que estudiamos el pasado al claroscuro de las preocupaciones y los temores que nos inspira el futuro. Algunos lo hacen para fomentar la resistencia al cambio; otros, para explorar nuestras opciones de futuro, y no falta quien se sume a aquellos quehaceres tautológicos, de sustentación puramente ideológica, como el neoliberalismo à la Fukuyama, o el viejo marxismo soviético.
           
Esa cercanía incluye el aprecio por la obra de historiador de Fernand Braudel, enriquecida por su fecunda relación con el sociólogo Immanuel Wallerstein, que trajo a cuenta el sistema mundial como síntesis mayor de las determinaciones que constituyen objeto de estudio de la historia moderna. El estudio de ese objeto llevó a Braudel a elaborar la diferencia entre los mercados-mundo del pasado y el mercado mundial cuyo desarrollo ha definido las múltiples capas de nuestro presente. 
 
Ha sido en esa perspectiva que ha venido a renovarse el interés por la obra de Marx. Dos cosas resaltan en esa obra a la luz de lo que sabemos hoy. Una, que el párrafo en que sintetiza su visión de la historia en el Prólogo a su Contribución a la Crítica de la Economía Política de 1859 es lo que dice ser: la síntesis en 600 palabras de un estado de conocimiento que seguiría enriqueciéndose y diversificándose en la obra futura del autor.[3] Otra, la importancia de sus observaciones sobre la estructura múltiple de las sociedades que conviven en el moderno sistema mundial, a partir de la categoría de formación económico-social que utiliza en sus notas preparatorias para la elaboración del Capital, donde advierte que 
 
En todas las formas de sociedad existe una determinada producción que asigna a todas las otras su correspondiente rango [e] influencia, y cuyas relaciones por lo tanto asignan a todas las otras el rango y la influencia. Es una iluminación general en la que se bañan todos los colores y [que] modifica las particularidades de éstos. Es como un éter particular que determina el peso específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve. [4]
 
En nuestro caso, esta observación ha sido especialmente útil en el análisis del transitismo como forma histórica de inserción de Panamá en el moderno sistema mundial a partir del siglo XVI, que Castillero abordó -quizás sin conocer lo dicho por Marx- en un artículo seminal publicado en 1973 sobre el transitismo, y elaboró después en lo que hace a nuestro papel en el desarrollo del mercado mundial.[5]
 
Desde otra perspectiva, en ese análisis se abren nuevas posibilidades para un debate en torno al tema de la globalización, aún pendiente en Panamá.[6] Se ha dicho que una de las funciones de la ideología – en el mal sentido – consiste en naturalizar las realidades históricas. Esto ha venido ocurriendo con la función del término creado / adoptado para referirse al proceso en que transcurre actualmente el desarrollo del mercado mundial, cuyo uso vulgar desemboca en una tautología: hemos llegado a donde íbamos, y en adelante todo mejorará, pese a todo.
 
Desde Braudel, sin embargo, aquello a que nos referimos es un proceso que se inicia con aquel siglo XVI “largo” que corre entre 1450 y 1650. Allí forma el primer mercado mundial en la historia de la humanidad, que asume como primera forma de organización la de un sistema colonial, cuya existencia se prolongará hasta la Gran Guerra de 1914-1945. A partir de allí, ese sistema colonial se vio transformado en uno internacional – interestatal, en realidad – a partir de la independencia de las antiguas posesiones coloniales.
 
Ese sistema internacional es lo que está en crisis hoy, y el término globalización designa el proceso que conduce a esa crisis a partir del derrumbe de la Unión Soviética, la bancarrota política del liberalismo y el acelerado desarrollo económico de la región de Asia-Pacífico. De momento, si bien no sabemos a dónde nos llevará esta crisis, sí sabemos – o debemos saber –que las mentalidades propias del sistema internacional se agotan con creciente rapidez.
 
Si evadimos esta precisión, nos ocultamos a nosotros mismos opciones de futuro que debemos explorar. En esta tarea, el aporte de Castillero en lo que hace al papel de los factores subjetivos en el desarrollo histórico es de un indudable valor. Todos estamos en deuda con el llamado que nos hace a mantenerlos presentes y activos en nuestro pensar, como en nuestro hacer.
 
Alto Boquete, Panamá, 7 de junio de 2023


[1] Cuadernos de Apuntes, No 3. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. XXI, 120

[2] Al respecto, por ejemplo, Beluche, Olmedo (01 06 23) “Pensar la historia a partir de un ensayo de Alfredo Castillero C. Inédito.

[4] Marx, Karl (1858:14): Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Borrador) 1857-1858. [Grundrisse] Siglo XXI Argentina Editores. Editorial Universitaria Chile .

http://www.archivochile.com/Marxismo/Marx%20y%20Engels/kmarx0017.pdf

[5] “Transitismo y dependencia: el caso del istmo de Panamá”. https://catalogosiidca.csuca.org/Record/UP.108872

[6] Al respecto, por ejemplo, Castillero, Alfredo (2008):   CALVO.- Los metales preciosos y la primera globalización. Panamá, Banco Nacional de Panamá, 2008.- 272 p. https://journals.openedition.org/caravelle/7488?lang=es , y  Jaén, Omar (2016): 500 años de la cuenca del Pacífico : hacia una historia globalhttps://isae.metabiblioteca.org/cgi-bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=1485.

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