Es impensable
el desarrollo humano sin una educación igualmente humana cualitativa, es decir,
no solo técnica-científica-cuantitativa. La educación humanística es una
“ampliación de opciones, libertades y capacidades” que potencia nuestro
desarrollo en todas su formas de expresión.
Abdiel Rodríguez Reyes / Especial para Con
Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Según
informes de la Cepal y el FMI, Panamá, en particular, y la región de América
Latina y el Caribe, en general, presentan un crecimiento económico
considerable. Otro dato que hay que tener en cuenta es la dinámica de las
economías emergentes como Brasil, Rusia, India China Sudáfrica; México,
Indonesia, Nigeria y Turquía que tienen
incidencia en las decisiones que se toman a nivel global, por su aporte al PIB
mundial.
Tanto
nuestra región como las economías emergentes que tienden a crecer, por lo menos
estos dos años, tienen como preocupación la reducción de la pobreza y la
desigualdad –objetivos del milenio–
igual que las potencias mundiales. Pero su prioridad es mantener su estabilidad
financiera y crecimiento económico, a cualquier costo. En otros términos,
seguimos bajo las reglas del determinismo del capital financiero internacional.
Según el
Foro Económico Mundial, en Davos, 2014, tres mil millones de personas entrarán
a formar parte de la clase media, en consecuencia se aumentará el uso y la
extracción de materias primas para satisfacer esas necesidades.
En tal
sentido, estamos en la transición de una sociedad consumista a una más
consumista, diría Gilles Lipovetsky, sociólogo francés.
El precio,
debido a la escasez de materia prima en los focos–centros, donde más se
desarrolló el consumismo, aumentó en la misma proporción que la calidad de vida
disminuyó. En los últimos años se
utiliza material genéticamente alterado para aumentar los niveles de
producción a escala industrial y bajar el
costo de producción, con una
considerable reducción de mano de obra. Además los productos transgénicos incrementan las células cancerígenas en nuestros
organismos, y desmejoran la vida misma en términos generales.
Según la
ONU y la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida del panameño se
sitúa entre 75 y 76 años. Y se ve afectada por una serie de
deficiencias en la salud pública (envenenamiento masivo con el dietilene
glycol, bacterias e infecciones como la KPC, y la insalubridad urbana) que
dejan en invidencia que además hay un problema en la gestión pública.
Según
el documento del Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo, Informe
Regional de Desarrollo Humano 2013-2014 Seguridad Ciudadana con rostro humano:
diagnóstico y propuestas para América Latina,
para garantizar tal desarrollo
hay que tener claro tres temas: salud, educación y reducción de la pobreza. También es necesario garantizar los derechos económicos, sociales y
culturales.
El
desarrollo humano que “plantea la necesidad de reconocer que la verdadera
riqueza de las naciones son las personas” es una tarea pendiente en la medida
que no se abre a nuestra cotidianeidad, por contraste, se percibe como algo abstracto que no forma
parte de nuestra naturaleza y, más lejos aún, como un objeto de estudio
científico. La inconsciencia colectiva
de la importancia del concepto, así como la falta de educación y la
incapacidad del ciudadano para exigir sus derechos, torna más difícil alcanzar
el sentido real del concepto.
Es impensable el desarrollo humano sin una educación igualmente humana cualitativa, es decir, no solo técnica-científica-cuantitativa. La educación humanística es una “ampliación de opciones, libertades y capacidades” que potencia nuestro desarrollo en todas su formas de expresión.
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