Los descontentos sociales en el país
sudamericano son atizados desde el exterior y desde los círculos opositores
locales y que la operación cuenta con el visto bueno, cuando menos, de la Casa
Blanca.
Editorial de LA JORNADA / México, 21 de febrero de
2014-02-21
En Toluca, Barack Obama atizó el ataque político al gobierno constitucional de Venezuela. |
Mientras el gobierno que encabeza Nicolás
Maduro realiza esfuerzos por estabilizar la situación interna venezolana,
arrecia la andanada mediática externa con el respaldo explícito nada menos que
del presidente estadunidense Barack Obama, quien el miércoles pasado, sin
ninguna mesura ni sentido de las proporciones, equiparó la situación del país
sudamericano con la que vive Ucrania, donde las confrontaciones entre las
autoridades y los opositores dejaron ayer [jueves], a decir de los segundos, más de 100
muertos.
Sin afán de minimizar la gravedad de la
escalada opositora en Venezuela, ni los descontentos políticos, económicos y
sociales que le sirven de combustible, la circunstancia de ese país es infinitamente
menos grave que la de la ex república soviética. Desde el pasado 14 de febrero,
en el contexto de las protestas antigubernamentales han muerto en el país
sudamericano cinco personas, una de ellas atropellada por un automovilista con
crisis nerviosa.
Es ilustrativo el caso más reciente, el de
la modelo de 22 años Génesis Carmona, fallecida en Valencia, capital del estado
de Carabobo, tras recibir un tiro en la cabeza el martes pasado, cuando
participaba en una marcha opositora. Los medios afines al liderazgo
antigubernamental y los activistas antiMaduro se han apresurado a culpar al
gobierno del asesinato y han silenciado las advertencias del gobernador del
estado, el oficialista Francisco Ameliach, quien estuvo alertando desde cuatro
días antes de que destacados opositores locales gestaban una provocación por
medio de grupos armados con el fin de ocasionar una muerte. “Quieren un
estudiante muerto”, declaró insistentemente el funcionario, en declaraciones a
medios y en su cuenta de Twitter.
Otro episodio que refleja fielmente el
alineamiento de los medios opositores y la mayor parte de los internacionales
es la entrega a las autoridades del dirigente opositor Leopoldo López,
antiguamente procesado por desfalco, inhabilitado para ejercer cargos públicos,
encarcelado por golpista tras la intentona de 2002 contra el extinto Hugo
Chávez y ahora acusado de asociación delictuosa.
El gobierno hizo saber a la familia del
ahora preso que se gestaba un complot para asesinarlo a fin de dotar de un
mártir al movimiento opositor. El propio López comprendió que estaría más
seguro preso que si permanecía en la clandestinidad y pactó su entrega a las
autoridades, la cual tuvo lugar en un mitin convocado por él mismo y al que
acudió el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, para garantizar
su integridad física. Así lo reconoció la propia esposa de López, Lillian
Tintori, en entrevista con CNN. Sin embargo, el episodio fue reflejado por la
mayor parte de los medios como un nuevo acto represivo del gobierno de Maduro.
Se comprueba, en suma, que los descontentos sociales en el país sudamericano son atizados desde el exterior y desde los círculos opositores locales y que la operación cuenta con el visto bueno, cuando menos, de la Casa Blanca. En tales circunstancias, la conducta de Obama obliga a recordar la de uno de sus antecesores, Richard Nixon, cuyo gobierno orquestó y consumó una campaña de desestabilización en contra de otro gobierno latinoamericano democráticamente electo: el de Salvador Allende, en Chile.
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