La Iglesia Católica
sigue sumida en un escándalo y una crisis. Las conclusiones recientes del Comité
de la ONU sobre Derechos del Niño son demoledoras: la Santa Sede ha incumplido
los derechos fundamentales del menor pese a que
fue signataria de la Convención de la ONU sobre los derechos del niño.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
"Se encuentran abusadores entre los miembros de las profesiones más
respetadas del mundo y, más lamentablemente, incluso entre miembros del clero y otro personal de la iglesia", dijo
monseñor Silvano Tomasi, representante de la Santa Sede ante Naciones Unidas en
Ginebra. El problema es que la Iglesia Católica no es cualquier institución.
Es aquella que en nombre del
combate al demonio, torturó y quemó a
miles de hombres y mujeres en la hoguera y que hoy ha defenestrado muchos hombres y mujeres que en el nombre de
los más auténticos principios cristianos
se unieron a las mejores causas. Al mismo tiempo que esto sucedía, la Iglesia
Católica encubrió y propició la
impunidad de miles y miles de sacerdotes que cometían abusos sexuales contra
menores. En México hay dos casos emblemáticos. Uno de ellos es el cura Nicolás
Aguilar, violador de decenas de niños en México que fue protegido por el actual
Arzobispo de México, Norberto Rivera, y
enviado a Los Angeles, en donde siguió violando
a decenas de niños en ese lugar. En suma un verdadero criminal.
El otro caso es el del
fundador y máximo conductor de la poderosa orden religiosa “Los
Legionarios de Cristo”, el padre Marcial
Maciel quien fue protegido por Juan Pablo II y por el después Papa Ratzinger. Maciel abusó
sexualmente de decenas de jóvenes seminaristas de su orden, vivía con lujo
asiático, tenía relaciones “inmorales” con hombres y mujeres. Además era un
consumidor habitual de todo tipo de drogas. Esto es lo que ha dicho hace unos días la orden
que él fundó, pidiendo perdón y
renegando de quien fuera su poderoso máximo dirigente. Cabe agregar que Maciel
tuvo una mujer e hijos y también abusó sexualmente de estos últimos. En suma un
verdadero criminal.
La Iglesia Católica
sigue sumida en un escándalo y una crisis. Las conclusiones recientes del Comité
de la ONU sobre Derechos del Niño son demoledoras: la Santa Sede ha incumplido
los derechos fundamentales del menor pese a que
fue signataria de la Convención de la ONU sobre los derechos del niño;
la Santa Sede nunca reconoció la importancia de los crímenes cometidos por los
sacerdotes pederastas: lo que hizo fue encubrirlos; con este encubrimiento la
Santa Sede propició que los abusos sexuales contra los niños se siguieran
cometiendo. En suma según el citado Comité de la ONU, El Vaticano debería entregar toda la información sobre los sacerdotes
pederastas a las autoridades civiles para que sean enjuiciados y condenados. En
2009, el propio Tomassi reconoció que
las estadísticas internas de El Vaticano indicaban que entre 1.5 y 5% de los
sacerdotes estaban involucrados en abusos sexuales contra menores, lo que
implicaría entre 6 mil y 20 mil criminales con sotana en todo el mundo. Cifras
conservadoras, solamente la delegación estadounidense ante el Comité de la ONU,
presentó 20 mil casos de abusos sexuales.
La reacción de El
Vaticano resulta elocuente. Su vocero, el padre Federico Lombardi declaró que
el Comité de la ONU se había excedido en su mandato, había adoptado posiciones
prejuiciadas, minimizado el status único de la Santa Sede y había hecho una
publicidad absolutamente anómala contra ésta.
Observamos una prueba
de fuego para el Papa Francisco. Su discurso e imagen han sido efectivos y hoy
el antiguo Cardenal Bergoglio es una
celebridad mediática mundial. Si Francisco acepta las recomendaciones de la ONU
y las hace realidad, entonces veremos que como se ha dicho, vientos de cambio
soplan en El Vaticano. Si lo que hace es continuar los planteamientos que ya ha comenzado a hacer el vocero de El
Vaticano, podría pensarse que Francisco
es más de lo mismo.
Hoy el Papa Francisco tiene la palabra.
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