sábado, 1 de mayo de 2021

Argentina: En la soberana cresta pandémica

 A Patricia Bullrich, que se retrataba en la fiesta de la Embajada de Estados Unidos vestida de vaquero del Lejano Oeste, ¿qué le puede importar la soberanía?

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


A la derecha, Patricia Bullrich.
En plena lucha contra la ola de contagios de coronavirus, la falta de camas de terapia intensiva en los hospitales y la crisis originada por la exigua provisión de oxígeno para los respiradores, hay que salir al cruce de quien pretende cambiar las islas Malvinas por vacunas. Arrebato delirante que bien podría descartarse sino proviniera de la ex ministra de Seguridad de Macri, Patricia Bullrich, actual presidenta del PRO.

 

Personaje mutante si los hay, merecería ser considerada rara avis de la política argentina, mérito dentro de la meritocracia que su espacio político estimula. Descendiente de familia patricia, del mismísimo Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, viró de la izquierda revolucionaria en los virulentos años setenta del siglo pasado a la derecha más reaccionaria de las últimas tres décadas; militando en la Juventud Peronista JP y Montoneros, cuñada de su líder, Rodolfo Galimberti. 

 

Estuvo en la matanza de Ezeiza cuando llegó Juan Domingo Perón a la Argentina y en el acto del 1° de mayo del año siguiente, en el que el viejo exiliado echó a los jóvenes imberbes de la Plaza que vivaban por la patria socialista. 

 

Algunos historiadores le achacan haber sido partícipe de la entrega de miembros de la organización montonera que regresaban al país en un vuelo desde España en 1980 y fueron liquidados por las FFAA a su arribo. Con el tiempo y una ambición camaleónica, fue funcionaria de gobiernos neoliberales, continuadores de las políticas de la dictadura que en primer momento combatió. 

 

Ingresó al peronismo renovador encabezado por Antonio Cafiero y fue diputada en 1993, durante el gobierno de Carlos Menem. Después fue ministra de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos de la Nación de Fernando De la Rua, luego de la renuncia de Alberto Flamarique por las coimas del Senado y luego, fue tirular en el recién creado Ministerio de Seguridad Social en 2001, donde impulsó y firmó el Decreto de reducción del 13% a los haberes de los trabajadores estatales y jubilados cuyos montos excedieran los 500 pesos argentinos o dólares, según la convertibilidad vigente. El desempleo durante su gestión trepó del 15 al 25%.  

 

La “Piba” o Pato, como la apodan sus amigos, jamás anduvo con chiquitas, su paso por la administración pública dejó un camino sembrado de víctimas. Atila de estos tiempos nebulosos, desembocó en el gabinete de Mauricio Macri, de la Alianza Cambiemos en 2015 como ministra de Seguridad, dando rienda suelta a la represión en el Congreso de la Nación, contra los empleados de Cresta Roja, cuando la Cumbre del G20 y otras tantas. 

 

Durante su gestión desapareció Santiago Maldonado encontrado sospechosamente ahogado, como también ocurrió la muerte de Rafael Nahuel y la represión de los mapuches en el sur.

 

Después de sus recientes declaraciones, todos le han saltado a la yugular desde el fondo de la historia, el canciller Felipe Solá, los rectores de las universidades públicas, el Círculo de Ex Combatientes de Malvinas y con seguridad todo el pueblo soberano que entiende que las islas son argentinas y deben volver al patrimonio nacional. 

 

Las islas fueron parte de España, luego de la llegada de Colón en 1492. Las Bulas Pontificias y el Tratado de Tordesillas en 1494 constituyen los primeros instrumentos de derecho internacional de la época. Pero su descubrimiento lo realiza la expedición de Magallanes en 1520 buscando otras rutas marítimas al sur. Desde entonces quedaron registradas bajo diversos nombres en las cartas europeas de navegación dentro del dominio hispánico. Luego fueron avistadas por navegantes de diversas naciones, pero fueron reconocidas españolas por el Tratado “Americano” de 1670 entre España e Inglaterra. 

 

La Paz de Utrech de 1713 aseguró las posesiones de España de América del Sur, sin embargo, comenzaron a ser un objetivo de Gran Bretaña y Francia. En 1764 Francia formó el establecimiento de Port Louis en la isla Soledad, España se opuso y obtuvo el reconocimiento de Francia y el gobierno ordenó su entrega en 1767. Desde entonces hubo un gobernador español en Malvinas dependiente de Buenos Aires. 

 

Al año siguiente de la expedición francesa, otra inglesa se instaló clandestinamente en una isla al oeste de la Gran Malvina, denominando al lugar Port Egmont. Hecho por el que España protestó hasta firmarse el Tratado de San Lorenzo de El Escorial en 1790 en el que Inglaterra se comprometió a dejar el lugar. 

 

La sucesión de gobernadores españoles llegó a 32 hasta 1811, cuando ya se había realizado la Revolución de Mayo instalando en Buenos Aires el primer gobierno patrio. En 1820 el Coronel David Jewett tomó posesión de su cargo a nombre de Las Provincias Unidas del Río de la Plata. El acto se realizó en presencia de balleneros y loberos de varias nacionalidades, desarrollándose luego Puerto Soledad. 

 

El 10 de junio de 1829 el gobierno argentino promulgó un decreto creando la Comandancia Política y Militar de Malvinas. En noviembre de ese mismo año el Reino Unido protestó por el decreto, renaciendo su interés por el Atlántico Sur. 

 

En 1831 un buque de guerra estadounidense arrasó con Puerto Soledad en represalia contra las acciones argentinas sobre los buques balleneros clandestinos de esa nacionalidad. El gobierno argentino protestó y envió una goleta armada para reparar las instalaciones de Puerto Soledad, cuando todo estuvo en orden, el 3 de enero de 1833 se presentó una corbeta de la Real Armada Británica apoyada por otro buque de guerra que operaba en la zona, exigiendo la rendición de las autoridades. Al año siguiente designó a un oficial de la Armada y desde 1841 se impuso colonizar las islas, nombrando un “gobernador”. 

 

La ambición imperial se extendió tanto como las negociaciones emprendidas por el gobierno argentino, hasta desembocar en la Guerra de Malvinas desatada por la dictadura militar en 1982 que terminó con la derrota de las tropas argentinas. 

 

Dada la cronología de los hechos históricos, conviene aclarar el origen de nuestra mentalidad decimonónica subordinada al imperialismo que tuvieron los forjadores del Estado moderno argentino, plasmado en ese proyecto institucional y desarrollo en nuestra Constitución liberal de 1853, reformada siete años más tarde con la incorporación de Buenos Aires. 

 

Tanto Juan Bautista Alberdi, autor de Bases y partida para la organización política de la República Argentina, como Domingo Faustino Sarmiento que en Facundo había expresado en “el mal que aqueja a la República Argentina es la extensión” , partían de la controversia civilización y barbarie heredada de Europa, pero en sentido diverso; mientras Sarmiento lo hacía sobre en desmedro del mestizaje criollo, ensalzando la civilización proveniente de Francia e Inglaterra, Alberdi, en 1862, se rebelaba contra la traición de Urquiza en Pavón, dejando el puerto y la navegación de los ríos interiores en manos de Buenos Aires, la verdadera barbarie .

 

El modelo agroexportador asimilado a Gran Bretaña a partir de 1860, que posibilitó el ingreso de lanas, carnes y cereales al mercado internacional, pero sobre todo proveyó dócilmente a la metrópolis imperial, fue disfrutado fundamentalmente por Buenos Aires, la París del Sur, en detrimento de las provincias del interior, como sucede hasta nuestros días. 

El sueño del país federal tantas veces truncado, ha sido sepultado por aquellos que ignoran lo que pasa más allá de la Avenida General Paz que divide la CABA con el conurbano bonaerense.

 

De allí que la Piba, la controversial Pato Bullrich, salga con un disparate soberano, comprometiendo la soberanía argentina en plena pandemia. Ella que firmó durante su gestión acuerdos con Estados Unidos para que la DEA tuviera una base en la Triple Frontera con el pretexto del narcotráfico dentro del codiciado acuífero Guaraní y en 2019, se retrataba en la fiesta de la Embajada de Estados Unidos vestida de vaquero del Lejano Oeste, ¿qué le puede importar la soberanía? Nada.

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