sábado, 22 de mayo de 2021

Tiempos de poliedro

 Como dice Francisco, la verdad es poliédrica, o esférica, y está atenta siempre a la superioridad de la realidad sobre la idea.

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América

Desde Alto Boquete, Panamá


lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente. En la política, lo real es lo que no se ve. La política es el arte de combinar, para el bienestar creciente interior, los factores diversos u opuestos de un país, y de salvar al país de la enemistad abierta o la amistad codiciosa de los demás pueblos.[1]

 

Estamos inmersos en un proceso de cambio de épocas, en que la política se hace de masas, y esas masas escriben capítulos inéditos en la historia de sus sociedades. Aquí tiene más valor que nunca la temprana advertencia que nos hiciera José Martí sobre las cosas de este siglo que él inauguró, y que aún no ha culminado. Se trata de tiempos de lucha, sin duda, y esa lucha es finalmente política.
 

 

En lo que hace a la dimensión ambiental de esa lucha – en la que finalmente está en disputa el desarrollo futuro de nuestra especie - el economista norteamericano Paul Burkett planté en 2008 la necesidad de atender a cuatro rasgos generales que definen a una economía ecológicamente sustentable.[2] Así, esa economía ha de “admitir e internalizar” en primer término “las responsabilidades de la sociedad para un manejo sustentable de nuestro metabolismo con la naturaleza, con la finalidad de proteger la tierra como una riqueza comunal para las actuales y futuras generaciones”.

 

A esto añade la necesidad de “difundir el conocimiento científico y tecnológico entre todos los productores y comunidades como requisito para cumplir con esta responsabilidad ecológica y satisfacerla en todas las partes del proceso de producción y consumo.” Esa difusión es indispensable para incorporar al sentido común la necesidad de “seguir el ‘principio precautorio’ en todas las decisiones de producción”, de modo que no haya lugar para “decisiones productivas o de políticas que no puedan demostrar la ausencia de daños ambientales significativos.” Y, finalmente, esa economía debe “respetar la necesidad de la diversidad en las relaciones económicas humanas”, debido a la variación de las condiciones naturales y la necesidad de diversas sendas de realización humana a partir de las actividades productivas y reproductivas. 

 

Para Burkett, es difícil que estos rasgos puedan ser alcanzados sin romper con el calculo monetario y de ganancia, y la competencia anárquica propios del capitalismo. Por el contrario, una economía ecológicamente sustentable demandaría “una planeación y cooperación congruente con los imperativos del desarrollo humano”, en la cual el bienestar material y humano de los integrantes de la sociedad serían “tanto el medio como el fin.”

 

Burkett escribió esto en 2008, desde un enfoque marxista explícito. Para 2021, la activista social y ambiental canadiense Naomi Klein, desde una perspectiva liberal democrática, hace planteamientos de indudable convergencia con los de Burkett en su nuevo libro En Llamas, reseñado por Silvina Friera para el periódico argentino Pagina 12.[3]

 

Allí, dice la reseña, “Klein da en el blanco cuando precisa que el cambio climático plantea un ajuste de cuentas en el terreno que más disgusta a las mentes conservadoras: el de la distribución de la riqueza.” Ese ajuste se traduce en un programa de seis puntos. El primero consiste en “la necesidad de reinventar la esfera pública”, toda vez que el cambio climático “es un problema colectivo que requiere de una acción colectiva,” sobre todo en el ámbito “de las grandes inversiones diseñadas para reducir las emisiones a escala masiva”, desde transporte público asequible para todo el mundo, hasta “viviendas económicas de eficiencia energética alrededor de las líneas de transporte; redes eléctricas que transporten energía renovable, y un trabajo de investigación masivo para asegurarnos de que estamos usando los mejores métodos posibles”.

 

El segundo punto del programa plantea “recuperar un arte que ha sido vilipendiado sin tregua a lo largo de décadas de fundamentalismo de mercado: la planificación; estructurar la economía pensando en las prioridades colectivas y no en la rentabilidad corporativa.” El tercero demanda “el control a las corporaciones,” con el fin de “prohibir los comportamientos que sean peligrosos y destructivos.” Y a esto se agregan tres puntos más: “relocalizar la producción”; “terminar con el culto a las compras”, más conocido entre nosotros como el “consumismo” que fomenta a su vez el desperdicio, y “cobrar impuestos a los ricos.”

 

En lo que hace a la creación de “empleos verdes” para la recuperación económica en el marco del Nuevo Acuerdo Verde propuesto por el presidente Biden, Klein enfatiza la amplitud de un concepto que abarca desde la industria de energía alternativas hasta actividades de cuidado de enfermos, ancianos y niños, llevadas a cabo en su mayoría por mujeres, y usualmente subestimadas y mal pagadas. Al respecto, añade, hacia 2018 en Estados Unidos “los puestos de trabajo en energía eólica y solar, eficiencia energética y otros sectores de energía limpia superaban en número a los empleos en la industria de los combustibles fósiles en una proporción de tres a uno”. 

 

Para Klein, con la misma certeza con la que se sabe que los glaciares se derriten y las capas de hielo se desintegran “la ideología de libre mercado se está desvaneciendo” y que en su lugar está surgiendo “una nueva visión de lo que la humanidad puede llegar a ser”. Esa visión expresa el hecho de que el sistema Tierra se transforma ante nuestros ojos en direcciones que podrían hacer inviable el desarrollo de nuestra especie, que finalmente solo pueden ser enfrentadas construyendo sociedades diferentes, capaces dee producir un ambiente distinto. 

 

En esa perspectiva, quizás encontremos en esta peculiar convergencia entre Burkett y Klein la confirmación de las razones que llevaron a Marx a plantear en 1859 que

 

Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.[4]

 

Después de todo, como dice Francisco, la verdad es poliédrica, o esférica, y está atenta siempre a la superioridad de la realidad sobre la idea.

 

Alto Boquete, Panamá, 20 de mayo de 2021

 


NOTAS:

 

[1] “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”. La Revista Ilustrada, Nueva York, mayo de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI:158.

[2] Burkett, Paul: “La comprensión de los problemas ambientales actuales vistos con el enfoque marxista” 

Nueva Época, Año 21, Núm 56, enero-abril 2008. Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, México. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-57952008000100002

[3] Naomi Klein: "La ideología de libre mercado se está desvaneciendo" 

https://www.pagina12.com.ar/342452-naomi-klein-la-ideologia-de-libre-mercado-se-esta-desvanecie

[4] C. Marx (1859): “Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política”. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm

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