sábado, 8 de abril de 2023

De la espiral en curso

 Kohei Saito propone dos elementos del mayor interés. Uno consiste en encarar la crisis socioambiental en su relación con la del sistema mundial. Otro, en destacar el papel que en esa crisis desempeña el llamado “Sur global”, en el que los problemas socioambientales del capitalismo se combinan con los del carácter dependiente del mismo.

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América
Desde Alto Boquete, Panamá


“No es cierto que Marx ya no satisface nuestras necesidades. Por el contrario, nuestras necesidades todavía no se adecúan a la utilización de las ideas de Marx.” 

Rosa Luxemburgo, 1903[1]


Al referirse a los problemas de método en el estudio de grandes autores del pasado, Gramsci señala la necesidad de distinguir entre las obras que el autor “ha terminado y publicado” y aquellas que “ha dejado inéditas, por no estar consumadas, y luego han sido publicadas por algún amigo o discípulo, no sin revisiones, reconstrucciones, cortes, etc., o sea, no sin una intervención activa del editor.” 

 

Al respecto, añade que el contenido de estas últimas 

 

no se puede considerar definitivo, sino sólo como material todavía en elaboración, todavía provisional; no se puede excluir que esas obras, especialmente si han pasado mucho tiempo en periodo de elaboración sin que el autor se decidiera nunca a terminarlas, habrían sido parcial o totalmente repudiadas por el autor mismo, y consideradas no satisfactorias.[2]

 

Este comentario de Gramsci se refiere en lo fundamental a los tomos II y III de El Capital, editados tras la muerte del autor por Friedrich Engels. El carácter del vínculo intelectual y cordial existente entre Marx y Engels, se expresa en el hecho mismo de que éste reconociera siempre el genio de Marx, y apelara a su autoridad en los debates en que le correspondió defender a la filosofía de la praxis fundada por su compañero durante los doce años en que lo sobrevivió. Así, en su prólogo a la primera reedición del Manifiesto Comunista que ambos redactaran en 1848, tras la muerte de Marx en 1883, Engels señala que la idea central que inspirara “todo el Manifiesto

 

a saber, que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad -una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo- es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases; esta idea cardinal fue fruto personal y exclusivo de Marx.[3]

 

Hoy, las observaciones de Gramsci ganan en valor ante la labor de rescate y edición de textos inéditos de Marx que se iniciara en 1939 con la publicación de los Grundrisse – el esbozo elaborado entre 1857 y 1858 de lo que llegaría a ser el tomo I de El Capital. De esa labor, que incluye la edición de los cuadernos de apuntes de Marx elaborados por Marx entre 1867 y 1883, en campos como las ciencias naturales y la etnología, da cuenta por ejemplo la obra del joven filósofo japonés Kohei Saito.[4]

 

Los dos libros más conocidos de Saito son Karl Marx’s Ecosocialism. Capitalism, Nature, and the Unfinished Critique of Political Economy, (Monthly Review Press, 2017) y El Capital en la Era del Antropoceno, publicado originalmente en japonés en 2020, y en español en 2022 por SINEQUANON / Barcelona. Este último desarrolla en lo político lo planteado en el primero con relación al aporte de Marx al análisis de la crisis socioambiental generada por la intensidad del saqueo simultáneo de los recursos naturales y humanos de las sociedades contemporáneas para la acumulación incesante de ganancias, en particular tras la transición - entre 1914 y 1945- de la organización colonial del mercado mundial a la internacional que vemos desintegrarse hoy.

 

En esa perspectiva, Saito plantea que la visión dominante del marxismo en el siglo XX tuvo “dos características: el determinismo de las fuerzas productivas y el eurocentrismo”, ya presentes en el Manifiesto de 1848.[5] Para Saito, esas características fueron superadas por el Marx maduro que emerge de la lectura de sus cuadernos de apuntes posteriores a 1867. Así, dice, el eurocentrismo fue descartado a partir del estudio detallado del potencial transformador de las sociedades periféricas del sistema colonial – en particular las de la India y Rusia. Por su parte, la visión de las fuerzas productivas como medio de crecimiento económico sostenido cedió a un análisis detallado del impacto destructivo de ese crecimiento sobre la relación metabólica entre la especie humana y su entorno natural y, con ello, sobre lo que hoy llamaríamos la sostenibilidad del desarrollo humano. Con ello, dice Saito,

 

Al desertar del determinismo de las fuerzas productivas y abandonar, por consiguiente, el eurocentrismo, a Marx no le quedó más remedio que renegar de la visión de la historia como progreso. Había que rehacer por completo el materialismo histórico.[6]

            

En esa línea de reflexión, Saito propone dos elementos del mayor interés. Uno consiste en encarar la crisis socioambiental en su relación con la del sistema mundial. Otro, en destacar el papel que en esa crisis desempeña el llamado “Sur global”, en el que los problemas socioambientales del capitalismo se combinan con los del carácter dependiente del mismo. Atendiendo a esos factores, plantea que “la única forma de reparar la fractura en el metabolismo entre el hombre y la naturaleza” consiste en “transformar drásticamente el trabajo para permitir una producción acorde con los ciclos de la naturaleza.”

 

La transformación del trabajo es decisiva para superar la crisis ambiental, dice Saito, pues éste conecta al hombre y la naturaleza. Esa transformación, añade, se corresponde con aquello “que proponía Marx en sus últimos años”:

 

reformular a producción para que estuviera gobernada por el valor de uso, reducir toda aquella que solo procurase valor de cambio inútil, acortar las horas de trabajo y detener la división del trabajo que arrebata la creatividad a los trabajadores. Y, en paralelo, avanzar en la democratización del proceso productivo. Los trabajadores son quienes deben decidir democráticamente acerca de las cuestiones relativas a la producción. No importa que la toma de decisiones se ralentice. Asimismo, se deben revalorizar socialmente las actividades esenciales, útiles para la sociedad y de baja carga ambiental.[7]

 

Así, Saito asume la contradicción entre el crecimiento sostenido que demanda la producción de valor de cambio y la producción de valor de uso que garantice la sostenibilidad del desarrollo humano, y da a su propuesta el nombre de “comunismo decrecentista.” En el proceso, descarta y recarga el materialismo histórico, y no otorga una importancia significativa al papel de la lucha de clases en el desarrollo histórico de la humanidad, aquella “idea cardinal” que “fue fruto personal y exclusivo de Marx” como lo señalara Engels.

 

Todo eso será discutido una y otra vez a lo largo del desarrollo de la crisis que encaramos todos. Lo fundamental es que el libro de Saito lleva a un plano superior de complejidad el desarrollo de la ecología política, que nos trae de vuelta – en una historia espiral, nunca lineal – aquella visión a que se refirió Marx en 1875, de “una fase superior de la sociedad comunista”, en la cual

 

cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea so,amente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manatiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrcho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cuál según sus necesidades![8]

 

En esto habrá consensos, porque ya hay convergencias cada vez mayores en torno al problema fundamental: tener un ambiente distinto requerirá crear sociedades diferentes, con todos y para el bien de todos los que aspiren a la sostenibilidad del desarrollo humano.

 

Alto Boquete, Panamá, 2 de abril de 2023

 


[1] “Estancamiento y progreso del marxismo”

https://www.marxistsfr.org/espanol/luxem/03Estancamientoyprogresodelmarxismo_0.pdf

[2] Gramsci, Antonio: “Cuestiones de método.” (C. XXII; I.M.S. 76´79). Textos de los Cuadernos posteriores a 1931. Antología. Selección y notas de Manuel Sacristán. Siglo XXI editores, México, 1999:386.

[3] Marx, Karl y Engels, Friedrich (1848): Manifiesto del Partido Comunista. Prólogo de Engels a la edición alemana de 1883. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

[4] Tokio,1987. Se formó en la Universidad Wesleyana de Connecticut; realizó sus estudios de maestría en la Universidad Libre de Berlín y obtuvo su doctorado en la Universidad Humboldt de Berlín. Fue coeditor del Volumen 18 de la División Cuatro de las Obras Completas de Marx y Engels (Marx-Engels-Gesamtausgabe, en alemán) publicado en 2019. Desde 2022 es profesor asociado en la Universidad de Tokio. https://es.wikipedia.org/wiki/Kohei_Saito

[5] Saito (2022:128,129).

[6] Saito (2022: 140)

[7] Saito (2022: 270)

[8] “Glosas marginales al Programa del Partido Obrero Alemán” (Crítica al Programa de Gotha). Marx, Karl: Antología. Selección e introducción de Horacio Tarcus. Siglo XXI editores, Buenos Aires. 2019: 446, 445.

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