sábado, 8 de abril de 2023

La Internacional Feminista como proyecto transformador

 La Internacional Feminista se sitúa en el ámbito de la política progresista y transformadora, como un proyecto integrador y salvador ante las graves dimensiones de la crisis global.

Consuelo Ahumada / Para Con Nuestra América

Participar en la fundación de la Internacional Feminista (IF) fue una experiencia tan reconfortante como esperanzadora. El evento, que se realizó en la capital mexicana el pasado fin de semana, convocó a más de 200 mujeres provenientes de varios países, en especial de América Latina, el Caribe y España.
 
Fue la concreción de un esfuerzo enorme, emprendido por un puñado de mujeres líderes, algunas de las cuales tuvieron o tienen responsabilidades y experiencia en el desarrollo y manejo de políticas transformadoras a favor de la mujer en los gobiernos alternativos de varios países.
 
Unas políticas que han representado avances indiscutibles en cuanto a mejorar las condiciones sociales de poblaciones históricamente marginadas y discriminadas, en particular las mujeres más pobres.
 
Por ello, la IF se sitúa de entrada en el ámbito de la política progresista y transformadora. Surge como un proyecto integrador y salvador ante las graves dimensiones que toma la crisis global. Se trata nada menos que de asumir los retos planteados desde una perspectiva feminista, para el conjunto de la sociedad. Sin esta perspectiva no parece haber cambio posible.
 
Es decir, no se trata solo de abordar los asuntos fundamentales que atañen a la mujer, sino de hacerlo en el marco de la imprescindible tarea de cambiar el modelo de desarrollo y emprender la transformación social.
 
Pero el trabajo de consolidación de la IF apenas arranca y el momento no podía ser más propicio. En medio de muchas dificultades y riesgos, muchos provenientes del orden internacional, avanza una segunda ola de gobiernos alternativos en nuestro continente.
 
Todos ellos se empeñan en sacar adelante decisiones políticas para enfrentar la crisis económica y social resultante de tres décadas de neoliberalismo, e intensificada por la pandemia.
 
A ello se suman otras preocupaciones mayores. La amenaza a la supervivencia de la humanidad, como consecuencia de la crisis climática y de la renuencia de los poderosos a adoptar las medidas necesarias y urgentes para afrontarla.
 
La guerra entre Rusia, por un lado, y Ucrania y Occidente, por el otro, adquiere cada vez mayores dimensiones, de manera que las posibilidades de paz a corto plazo parecen remotas. El enfrentamiento político y comercial entre EUU y China no da tregua y el primero no se resigna a perder su hegemonía centenaria y a dar paso a un mundo multipolar.
 
Frente a este trasfondo, durante los últimos tiempos la lucha histórica de las mujeres en contra del patriarcado y de sus estragos es cada vez más visible en todo el mundo. La denuncia del feminicidio, el respeto a la vida y la dignidad de las mujeres, el derecho a decidir sobre su cuerpo, se plantean a diario, en medio de avances importantes, aunque también de retrocesos.
 
Pero también se lucha por el trabajo digno, por superar la brecha salarial y por el reconocimiento de los trabajos del cuidado.
 
El manifiesto de la IF reafirma su carácter profundamente político. El patriarcado se afianza con el desarrollo del capitalismo y del neoliberalismo depredador, que se expresa con la globalización. El feminismo debe ser entendido entonces como una apuesta estratégica para toda la sociedad.
 
Se busca ante todo dignificar la vida de la humanidad y su relación con el planeta, construir una salida democrática, igualitaria y justa para la crisis neoliberal y multidimensional actual. Es también una apuesta decidida por la paz mundial.
 
La IF denuncia el avance y consolidación de gobiernos y organizaciones de extrema derecha, de corte neofascista en el mundo entero y sus discursos y prácticas racistas, homofóbicas, xenófobas, misóginas.
 
Bastaría con un ejemplo, el de la inmigración. Hombres y mujeres, niños y niñas, huyen de todo tipo de conflictos, del hambre y la miseria, de la falta de oportunidades, de la crisis climática. Los gobiernos del Norte responden con medidas punitivas. La labor de algunos de ellos se limita a ver hundir los barcos frente a sus costas y a registrar cifras de personas y cadáveres rescatados.
 
Las fuerzas neofascistas están cada vez más coordinadas. En noviembre pasado, se realizó, también en México, la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). Contó con la participación de Steve Bannon, ex asesor de Trump, el excandidato chileno José Antonio Kast, el español Santiago Abascal, directivo de VOX y la familia de Bolsonaro, entre otras figuras.
 
Sus discursos se centraron en oponerse al comunismo, al feminismo, al aborto y a los derechos de la población LGTB. También se expresó el negacionismo frente al cambio climático y al resultado electoral en EEUU y Brasil.
 
Otro campo en el cual se expresa la extrema derecha con virulencia es el de los medios de comunicación, cada vez más concentrados y delirantes. Proliferan las fake news, los ataques a la llamada ideología de género, la siembra y difusión sistemáticas del miedo y el terror frente a los cambios, frente al feminismo.
 
El law fare o persecución judicial también ha incidido en el intento de frenar las políticas progresistas en la región. Dilma Rousseff y Lula en Brasil, Cristina Fernández en Argentina y tantos otros, hombres y mujeres, también lo han sido en la región.
 
En medio de todo esto, la creación de la IF es un paso importantísimo en cuanto a la lucha histórica de las mujeres.

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