sábado, 17 de febrero de 2024

La entrevista de Putin. Una mirada somera

 Es absolutamente normal que los jefes de Estado y gobierno o los líderes políticos, concedan entrevistas a los medios de comunicación. Todos lo hacen. Es parte de la gestión: comunicar y comunicarse con la opinión pública para dar a conocer sus ideas, propuestas y planes.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela


Se suele hablar de las características del entrevistado, pero mucho menos del entrevistador. Siempre he pensado que un careo de este tipo es como una batalla en que cada parte intenta llevar a la otra a su escenario, a su espacio y a colmar los intereses que cada cual tiene y que muchas veces difieren. Es válido saber también que no hay buenas respuestas si no hay buenas preguntas.  Un entrevistado se “inspira” cuando tiene frente a sí, un “adversario” de calidad.
 
Tucker Carlson es un periodista de la extrema derecha estadounidense, trabajó durante muchos años en la cadena Fox News. Se dice incluso que -en el contexto electoral actual de Estados Unidos- podría ser el compañero de fórmula de Donald Trump. Como periodista, Carlson ha entrevistado a algunos de los más conspicuos líderes de la extrema derecha mundial como el propio Donald Trump, Jair Bolsonaro, Víktor Orbán y Javier Milei, entre otros.
 
El hombre tiene un nicho de teleaudiencia asegurada entre los seguidores de las ideas más retrógradas de Estados Unidos y de todo el mundo. Pero también es un comerciante con olfato que sabe que las noticias son una buena mercancía, siempre que se sepan vender en los espacios que concede esa farsa que se denomina “libertad de expresión” que a veces es violentada cuando choca con los parámetros sacrosantos de la ley de la oferta y la demanda. 
 
En ese contexto, Carlson percibió que había una demanda en Estados Unidos y en el mundo por conocer las ideas y el pensamiento del presidente Vladimir Putin y como buen comerciante de noticias, él se propuso hacer una oferta. Aunque acostumbrado a millonarias audiencias de sus entrevistas y programas, jamás imaginó el impacto que iba a tener su conversación con el presidente ruso. Los argumentos que justificaron sus deseos de hacer la entrevista, desnudan por sí mismos la falsedad de las tales “libertad de prensa y de expresión”.
 
Al referirse a la voladura del gasoducto Nord Stream, el presidente Putin negó la autoría de Rusia de este hecho terrorista y, al contrario, afirmó que fue la CIA estadounidense quien lo hizo. Carlson, no sé si con ingenuidad o mala fe, le preguntó: “¿por qué no presentan esas pruebas y ganan esta guerra de propaganda?” 
 
La respuesta del presidente Putin fue muy clara y contundente: “Es muy difícil vencer a Estados Unidos en la guerra de propaganda, porque Estados Unidos controla todos los medios de comunicación del mundo y muchos medios europeos. Los beneficiarios finales de los mayores medios de comunicación europeos son fundaciones estadounidenses. ¿No lo sabe? Así que es posible implicarse en este trabajo, pero, como se suele decir, a uno le sale más caro. Podemos simplemente sacar a la luz nuestras fuentes de información, y no conseguiremos resultados. Está claro para todo el mundo lo que ocurrió, e incluso los analistas estadounidenses hablan de ello directamente…”
 
Sí, es cierto,  los sacrosantos intereses imperiales del capitalismo están por encima de la libertad de prensa. Dan a conocer lo que interesa que la humanidad -manejada cual masa de borregos- debe saber para que la estabilidad global de un “orden internacional basado en reglas” se mantenga. Si lo que se dice es verdadero o falso, perdió importancia. La verdad es un recurso del pasado que no tiene la menor validez en el presente. Frente a ella, se impone la contundencia de la falacia, el criterio mendaz y los intereses corporativos.
 
Cuando matar periodistas en Palestina ha devenido en “deporte nacional” de Israel, con apoyo y aval de Estados Unidos y Europa, ¿qué importa olvidar por un rato la “libertad de expresión” y hacerse de la “vista gorda” ante un genocidio que se realiza a la luz del día y ante una humanidad impotente e impávida que se limita a enterarse del número de muertos y heridos cada día. Entonces, se entiende cuando Putin dice: “Es muy difícil vencer a Estados Unidos en la guerra de propaganda, porque Estados Unidos controla todos los medios de comunicación del mundo y muchos medios europeos”.

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