La lamentable pérdida del presidente iraní no traerá cambios transcendentales en la política del país persa. Su continuidad viene dada por el liderazgo del Ayatola Alí Jamenei.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
La semana pasada fui designado por el ministerio de cultura de Venezuela para representar a nuestro país en la 35ª. Feria Internacional del Libro de Teherán. En esta ocasión, la delegación venezolana estuvo dirigida por Omar Rangel, presidente de Monte Ávila Ediciones Latinoamericanas. En mi caso, asistí al evento en calidad de escritor de esa prestigiosa editorial venezolana.
En la segunda participación de Venezuela en la Feria Internacional del Libro de Teherán, fuimos objeto de múltiples atenciones por parte de la Fundación Omar Khayyam adscrita al ministerio de cultura del país sede quien actuó como anfitrión de nuestra delegación. Además de la presencia con una muestra expositiva de 68 títulos, la delegación venezolana tuvo encuentros con otras instancias de la cultura y la academia del país persa.
Así, fuimos recibidos por los profesores y estudiantes del Departamento de Estudios Latinoamericanos y del Centro de Estudios Hispánicos en la Facultad de Estudios Mundiales de la Universidad de Teherán donde sostuvimos un infrecuente intercambio en el que los asistentes se interesaron por el contexto de América Latina y en especial por Venezuela. También tuvimos un original debate en la sede del periódico ANA, institución privada que se caracteriza por informar sobre las áreas académicas, de ciencia y tecnología e innovación.
Venezuela, junto a otros 16 países y 60 editoriales, formó parte de la avanzada internacional en la Feria. En lo personal fue muy interesante saludar y en la medida del idioma, intercambiar con editores, libreros y autores de países tan lejanos como Yemen (país invitado de la Feria), Omán, Emiratos Árabes, Catar, Pakistán, Kazajistán y Kirguistán entre otros. También conversamos con representantes de Siria, Líbano, Rusia y Vietnam, países más conocidos por nosotros. A Venezuela junto con México le correspondió representar a América Latina en la exposición de libros escritos en español.
Con el lema “Leamos y creemos” la feria se realizó durante 11 días en la Gran Mezquita Mosalla del Imam Khomeini, un enorme complejo religioso cultural aún en construcción pero que cuando esté totalmente concluido tendrá una extensión de más de 20 km², con un centro cultural y turístico, una universidad, un seminario, un centro comercial, y un estacionamiento para 20.000 vehículos. Con más de 2.700 editoriales, la Feria Internacional del Libro de Teherán es un evento considerado como el más prestigiado y grande en el área cultural de todo el Asia Occidental. La pujante industria editorial iraní publica anualmente alrededor de 115 mil títulos por cerca de 5.000 editoriales.
Especial y conmovedora sorpresa significó para nosotros conocer de manera directa la gran cantidad de jóvenes y hasta niños interesados en estudiar y aprender español. Con una interminable continuidad de asistentes, decenas de ciudadanos de todas las edades y géneros se acercaban a nuestro stand para ver nuestros libros, intercambiar opiniones o simplemente saber de Venezuela y dar a conocer sus impresiones. Particularmente emocionante fue saber cómo el nombre de Venezuela se vinculaba de manera inmediata con el Comandante Hugo Chávez, por quien el pueblo iraní profesa un especial respeto y admiración que no ocultan en el diálogo.
Una relevante conmoción causó en nuestra delegación la visita de Saba, una niña de 12 años quien en perfecto español nos dijo que el año pasado había obtenido como obsequio un libro venezolano y ahora venía a requerir otro, tras cumplir su promesa de leerlo en su totalidad. Omar le preguntó si conocía la literatura de Aquiles Nazoa, un brillante escritor, periodistas y ensayista venezolano, uno de los más prominentes intelectuales del siglo XX en nuestro país, quien escribió abundante literatura infantil. Ante la consulta, con absoluta seguridad, Saba respondió: “Lo he conocido pero no he leído su obra”, ante lo cual, Omar le regaló un libro de nuestro stand que ella misma eligió. Saba nos dijo que era autodidacta y que además de su idioma natal y español, hablaba inglés y francés y estaba aprendiendo alemán. Además nos informó que era “profesora de inglés de niños más pequeñitos”.
En general, los iraníes (hombres y mujeres, adultos, jóvenes y niños) son muy abiertos y conversadores. En ningún momento, nuestro stand estuvo vació, al contrario, fue muy difícil atender la avalancha de personas que se acercaban a él exponiendo múltiples expresiones de aprecio y cercanía con Venezuela. En los diálogos, jamás escuché alguna muestra de odio, desprecio o exclusión hacia otro país, sector o persona. Todo eso y la multitudinaria presencia de decenas de miles de asistentes diariamente a la feria, coadyuvaron a comprender que el magno evento del libro era expresión de una verdadera fiesta cultural de la nación persa, que después de milenios sigue cultivando su aprecio y respeto por la sabiduría y el conocimiento.
Siempre he pensado que en todo momento la vida siempre busca el equilibrio. Nunca todo es malo o todo bueno. Hay compensaciones. Después de una extraordinaria semana de positivas experiencias, el domingo en la noche cuando nos preparábamos para el regreso al día siguiente, la infausta noticia inundó el ambiente, la sorpresa dio paso al estupor, y este a la esperanza. El helicóptero en que viajaba el presidente Ebrahim Raisi, el canciller Hossein Amir Abdollahian y otros altos funcionarios del gobierno de Irán se había precipitado a tierra.
A mi mente vino el recuerdo de un hecho similar ocurrido hace 20 años atrás involucrando a un colega del gabinete del gobierno del estado de Chiapas en México. Desde el primer momento, aunque aferrado al milagro, sabía que era muy difícil que alguno de los pasajeros sobreviviera. El lunes, ya estando en el aeropuerto, en medio de una tensión extrema y ya a punto de abordar el avión, la funesta noticia fue confirmada por las autoridades iraníes.
Al llegar a Estambul, los medios estaban inundados de conjeturas, teorías conspirativas y opiniones de sesudos analistas que “estaban en contacto con personas muy bien informadas”. Días antes me habían contactado para que durante mi paso de algunas horas por esa ciudad concediera una entrevista para el canal de noticias turco NTV. Aunque el centro de la entrevista era Venezuela y las elecciones presidenciales de julio, sabedores que venía llegando de Irán , me preguntaron por el asunto.
Dije que Irán era un país poseedor de instituciones sólidas y consolidadas. Siendo un Estado teocrático, el jefe de Estado es el líder supremo elegido por la Asamblea de Expertos. El presidente de la república es el jefe de gobierno. De manera que tras el fallecimiento del presidente Raisi, se pusieron en funcionamiento los mecanismos constitucionales establecidos al efecto, fue nombrado un presidente interino y se llamó a elecciones para el 27 de junio a fin de elegir un nuevo mandatario. Igual hecho ocurrió en la cancillería cuando casi de inmediato el experto diplomático Alí Bagheri fue nombrado canciller interino.
La lamentable pérdida del presidente iraní no traerá cambios transcendentales en la política del país persa. Su continuidad viene dada por el liderazgo del Ayatola Alí Jamenei. Curiosamente, este martes 21, se inauguró una nueva Asamblea de Expertos, a fin de comenzar a debatir la sucesión de Jamenei de 85 años. La instancia conformada por 88 clérigos, de los cuales 83 estuvieron presentes, se elige por un período de 8 años y tiene la misión de supervisar el trabajo del líder y tiene potestad para sustituirlo.
La fortaleza institucional de Irán se hace patente cuando, tras la dolorosa e inesperada muerte del presidente Raisi, que significará la realización de nuevas elecciones, también se manifiesta la posibilidad de elección de un nuevo líder supremo a fin de prolongar, encadenar y proyectar exitosamente en el futuro la gestión de Estado y gobierno de la república islámica.
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