Distinguimos desde hace ya bastante tiempo dos corrientes ideológicas enfrentadas en el seno del proceso bolivariano: una eminentemente reformista, burocrática y estalinista en abierta oposición al libre albedrío y a la participación popular, y otra popular, revolucionaria, rebelde y horizontal, unida a las expectativas de las masas populares respecto a un mejor destino colectivo.
Homar Garcés / Argenpress.info
El derecho a la participación popular debiera constituir una de las piezas claves de los nuevos gobiernos regionales y municipales que surgieron en la casi totalidad de la geografía venezolana a partir del 23 de noviembre pasado por voluntad de las mayorías.
Ésta es una fórmula necesaria e imperativa para hacer avanzar realmente la construcción del socialismo en Venezuela en beneficio de los grandes sectores populares, revirtiendo una situación de estancamiento del proceso revolucionario bolivariano que amenaza su continuidad en el futuro, especialmente cuando no se cuenta con un líder carismático más allá de Hugo Chávez.
Con esto en mente, sería posible reforzar la construcción del socialismo a través de las Asambleas Populares Constituyentes, con el objetivo de hacer realidad continua la democracia participativa y protagónica y, por este camino, lograr el cambio estructural que permita disponer de un Estado auténticamente popular y socialista. Esto lograría, entre otras cosas, la inversión de prioridades, en el sentido de que la vida sea colocada por encima del mercado, del lucro y del capital, contando para ello con la visión de los dirigentes populares revolucionarios en lugar de la visión tecnocrática y deshumanizada de los tecnócratas que acostumbran ocupar los cargos de dirección de las diversas instituciones públicas. Por supuesto, esto implica que quienes impulsan el rumbo socialista del país estén también dispuestos a cambiar sus conciencias alienadas y, por consiguiente, su manera particular de entender el mundo, aceptando que el mundo ilusorio y excluyente del capitalismo es totalmente ajeno al ideal socialista.
Con esta propuesta, los sectores populares revolucionarios asumirán de una buena vez la participación y el protagonismo que les consagra la Constitución venezolana vigente, ya que podría ocurrir que los oportunistas y demagogos de siempre -ahora en posiciones de poder- aborten los cambios políticos, sociales, culturales y económicos que conduzcan verdaderamente al socialismo, limitándose a usufructuar el poder y a mimetizar la revolución en función de posiciones reformistas, contrarias a la misma. Esto se puede evidenciar en la actualidad cuando se observa la actitud deplorable asumida por algunos candidatos recién electos y personeros del PSUV que evidencian una falta de conciencia revolucionaria y una ambición desbordada de poder al pretender arrogarse la condición única de chavistas (condición que nunca les cuestionaríamos) y de revolucionarios (condición que les es difícil demostrar fehacientemente), siendo algo completamente incompatible con la amplitud humanista que debiera caracterizar al socialismo.
Por ello mismo, distinguimos desde hace ya bastante tiempo dos corrientes ideológicas enfrentadas en el seno del proceso bolivariano, una eminentemente reformista, burocrática y estalinista en abierta oposición al libre albedrío y a la participación popular, y otra popular, revolucionaria, rebelde y horizontal, unida a las expectativas de las masas populares respecto a un mejor destino colectivo. Tal enfrentamiento ha tenido diferentes escenarios (el más reciente, el de los comicios regionales y municipales), sin que la correlación de fuerzas a favor de la corriente revolucionaria de izquierda haya podido influir en el rumbo socialista que se le desea imprimir al proceso bolivariano, con Hugo Chávez como su líder fundamental actual.
Es innegable que esta situación contradictoria se mantendrá un poco más en el tiempo, en tanto el pueblo adquiere una mayor madurez política que le permita deslastrarse de los viejos esquemas representativos heredados del régimen adeco-copeyano y se anime a acompañar -sin chantajes, ni presiones de ningún tipo- a esa vanguardia revolucionaria emergente que podría servir de puente para acceder al cambio estructural, el poder popular y el socialismo en Venezuela. En esto radica la mayor parte del trabajo revolucionario a cumplir por quienes encarnan dicha corriente dentro del proceso revolucionario bolivariano, no obstante las descalificaciones y la exclusión de las cuales serían víctimas a partir de ahora.
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