sábado, 28 de noviembre de 2020

La amenaza de soñar. Carta del escritor Fritz Glöckner a César Montes

 No habrá descanso para insistir en la apertura de los muros que hoy te contienen, porque los sueños, esos tan enormes como son los tuyos, continúan su viaje sin caducidad, a pesar de la acechanza, de los riesgos, de los argumentos insípidos con los que pretenden diluirles…

Cesar querido:

 

¿Cuántos desafíos se acumulan en una existencia?

 

Tu trayectoria desconcierta a la sombra más siniestra, en más de una ocasión tus sueños han sido perseguidos, y el desfallecimiento no se ha convertido en una receta que acostumbres pretender consumir en ningún instante. Al inicio de la década de los años sesenta del siglo XX la duda no se acuñó para saber hacia dónde dirigir el entusiasmo, y por diversas vías, espacios, luchas, instancias te has ubicado en el espacio correcto del escenario, y ese tipo de cualidades son las que te dibujan como el ser memorable que se respeta…

 

La historia que cargas en la espalda es la que persiguen, no perdonan la inexistencia de una minucia de claudicación, has estado, estas y seguirás en la persecución de los sueños, las utopías, la rebeldía. Por eso es el acecho, el acoso, el rastreo. La noticia de tu cautiverio deshojó algunas primaveras, nunca debió de haber acontecido aquel suceso en suelo mexicano el 9 de octubre pasado, pero ya ves, conspiradores los hay por todos los rincones, que siguen sin perdonar el más mínimo gesto que permita la frescura de un anhelo, les molesta, les agrede, les evidencia el rostro del despotismo…

 

Tu mensaje desde Matamoros explotó en mi conciencia, sé que leer libera, cruza fronteras sin permiso, navega sin cartas marítimas, convoca nostalgias, abriga horizontes, blandea deseos, demanda que se estrenen identidades… 

 

El ejemplar de Los Años Heridos que te ha acompañado durante estos tiempos aciagos, no sólo es el más significativo, porque sobre todo como bien sabes en él levanto los cimientos del museo del horror que se ha vivido en mi país, historias obscuras, vapuleadas, viviendo en la ignominia, negándoles luminosidad, con personajes que parecieran fantasmas vagando sin ventura… y que se haya convertido en la pócima de aliento a tu presente indescifrable convulsiona mis sentidos…

 

Es evidente que nos debemos dedicatorias en nuestras respectivas publicaciones, ya que en aquel maravilloso e inesperado encuentro con Paco Ignacio Taibo II en febrero pasado, por obviedad tampoco llevaba conmigo mi ejemplar de tu libro, el cual acabo de volver a palpar con el cariño de siempre, pero citando al poeta Ángel González “otro tiempo vendrá distinto a éste…” para que la pluma corra derramando su tinta y que quede patente nuestro afán por seguir avivando esta amistad…

 

No habrá descanso para insistir en la apertura de los muros que hoy te contienen, porque los sueños, esos tan enormes como son los tuyos, continúan su viaje sin caducidad, a pesar de la acechanza, de los riesgos, de los argumentos insípidos con los que pretenden diluirles… 

 

Te estamos esperando, con la certeza del cultivo de las utopías como siempre.     

 

Te abrazo con toda la solidaridad imaginable

 

Fritz Glockner.

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