sábado, 7 de noviembre de 2020

América Latina: viendo el show estadounidense desde la barrera

 Los Estados Unidos están en franco proceso de declive, y puede ser que su derrumbe no dure los 700 años que tomó la caída del Imperio Romano, pero aún son el país más poderoso del mundo y lo serán por algún tiempo más, así que debemos aprestarnos para sus patadas de ahogado que nos salpicarán a todos, ojalá solo de agua, pero será también del cieno que remueven desde el fondo del pozo en el que se están sumiendo.

Rafael Cuevas Molina/ Presidente AUNA-Costa Rica


En un país en el que las industrias culturales producen el 4.5% de su PIB, no hay nada que no se transforme en espectáculo de entretenimiento. Es un espectáculo y a la vez negocio e instrumento de propaganda de las bondades del american way of life, que penetra hasta los más recónditos resquicios de la vida de todo el mundo. En ese enorme y poderosísimo aparato, Hollywood tiene un papel central, pero no se agota en él, pues toda la sociedad norteamericana se ha impregnado del show business, y lo que estamos presenciando todos en estos días electorales, desde nuestro balcón telemático en primera fila, es eso: un enorme espectáculo en el que las grandes cadenas de noticias han pasado a ocupar un lugar central.

 

Tal vez nunca había sido tan evidente que quien se arroga el papel de árbitro y policía mundial, que juzga y castiga a quienes se aparten de las reglas de “la” democracia, tiene un sistema anquilosado, enrevesado, inestable y propenso a las más diversas posibilidades de manipulación. Esto, que ya se habría convertido en tragedia en cualquiera de nuestros países, especialmente si pertenecieran a ese grupo de díscolos que se zafaron un poco de la órbita de influencia de la política norteamericana para la región, en los Estados Unidos lo tenemos que seguir como un gran show con un gran clown central que se las ingenia para ofrecer salidas de tono en el momento menos pensado. 

 

En ese enorme menjurje en el que se cuentan votos de formas disímiles y criterios distintos de acuerdo a los estados e, incluso, los condados, donde la gente sale a las calles con pancartas, megáfonos y armas largas, Donald Trump, encaramado en la tarima principal, es el actor central. Con su teléfono de última generación en la mano, lanza epítetos, llamamientos y proclamas que enardecen a las masas y ponen en vilo todo el proceso. El caos y el ambiente de excitación que genera recuerdan al personaje central de la película El Guasón, seguramente porque ambos espectáculos recogen la situación de decadencia en el que se encuentran los Estados Unidos.

 

Sería para sentarse en el sillón frente al televisor con una bolsa de palomitas y aprestarse al entretenimiento si no fuera una verdadera tragedia. Lo queramos o no, muchas cosas importantes están en manos de ellos, empezando por el papel de catalizador mundial de la impostura que es Donald Trump: el gran clown es emulado hasta en las más recónditas esquinas, aparecen “trumpitos” por todas partes, emulan sus salidas de tono, sus ocurrencias, sus gestos autoritarios que de no ser tan peligrosos llamarían a risa, a la burla, como la que hizo en su momento el genial Charles Chaplin de Adolf Hitler en su película El gran dictador.

 

¡Qué fácil es abrir el libro de historia y ver a Calígula nombrar cónsul a su caballo! Reírse de sus locuras de hace 2000 años nos hace perder de vista el sufrimiento de largo aliento que significa el deterioro y declive de un imperio, todo lo que arrastra tras de sí su hundimiento, los esperpentos que brotan de la podredumbre. Los Estados Unidos están en franco proceso de declive, y puede ser que su derrumbe no dure los 700 años que tomó la caída del Imperio Romano, pero aún son el país más poderoso del mundo y lo serán por algún tiempo más, así que debemos aprestarnos para sus patadas de ahogado que nos salpicarán a todos, ojalá solo de agua, pero será también del cieno que remueven desde el fondo del pozo en el que se están sumiendo.

 

Así que al ver el espectáculo que nos ofrecen en estos días con sus elecciones enrevesadas, deberíamos pensar en esto, en que forman parte de un proceso mucho más amplio y con muchas más expresiones, cuyas ondas expansivas llegan y seguirán llegando hasta nosotros. Estamos en primera fila viendo el espectáculo, pero debemos estar alertas para cuando el león se salte la barrera de la arena del circo.

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