La diplomacia mexicana obtuvo un gran éxito al hacer que Washington reconozca su error y rectifique porque le conviene tener buena relación con México. A diferencia de otros países de la región, México no necesita tener el apoyo de la Casa Blanca para realizar su política interior y exterior. Tiene lo suficiente para negociar.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El no reconocimiento a Biden hasta el momento, se sustenta en que México no puede reconocer a un candidato triunfador solamente en base a las proyecciones hechas por televisoras y recuentos no oficializados. No puede hacerlo cuando existe en EU una situación insólita en su historia: el candidato perdedor, presidente del país, no ha aceptado el triunfo de su oponente. Cuando en el pasado el propio López Obrador fue víctima de reconocimientos precipitados como el acontecido con el presidente Rodríguez Zapatero en el contexto del fraude electoral de 2006. En este contexto, México no puede levantarle la mano a Biden como nunca el gobierno de Peña Nieto debió haber invitado al candidato Trump a una visita a la residencia oficial presidencial y haberle dado trato de jefe de Estado. Eso sí fue agravio a Hillary Clinton hecho en plena campaña presidencial. No me cabe duda que la actitud del gobierno de López Obrador hacia Trump no se sustenta en una supuesta afinidad ideológica (la cual ni de lejos existe) sino en una razón de Estado: la necesidad de que la Casa Blanca respete a su vecino del sur.
Por ello el gobierno mexicano expresó su descontento al Departamento de Estado y a la Fiscalía estadounidense el 21 de octubre, tras la detención del general Cienfuegos en Los Ángeles. Fue una detención unilateral, en base a una investigación no informada a México, cuando se supone que son estrechas las relaciones de cooperación en materia de seguridad entre ambos países. La diplomacia mexicana obtuvo un gran éxito al hacer que Washington reconozca su error y rectifique porque le conviene tener buena relación con México. A diferencia de otros países de la región, México no necesita tener el apoyo de la Casa Blanca para realizar su política interior y exterior. Tiene lo suficiente para negociar. Así las cosas, el general Cienfuegos regresará a México y será procesado por lo que se le está imputando. A menos que la investigación estadounidense entregada a México fuera débil, el general tiene un futuro incierto.
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