sábado, 14 de agosto de 2021

Panamá: Transitando en la transición

 En la economía que emerge de la crisis, caracterizada por una circulación cada vez más amplia del capital a través de redes de valor cada vez más diversas, Panamá tendrá que decidir si mantiene la organización de sus actividades de tránsito en lo que han llegado a ser, o las transforma mediante una reorganización territorial de su economía, para alcanzar lo que pueden llegar a ser.

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América

Desde Alto Boquete, Panamá


La globalización, ¿es una estructura, o es el proceso que culminará en una organización nueva del mercado mundial? Si se trata de lo primero, esa estructura sería aún muy frágil, como lo mostrado la pandemia de COVID 19, al dejar a la vista la extrema gravedad de los problemas sociales, ambientales y políticos que la quejan y los límites de su resiliencia en lo económico.

 

Si en cambio se trata de un proceso de transición esos problemas podrían expresar contradicciones no resueltas en la organización anterior, cuya solución plantearía una condición crítica de éxito para cualquier otra que resulte del proceso en curso. Esto permite comprender mejor, por ejemplo, el debate que tiene lugar en importantes centros de pensamiento, así como al interior al interior de las grandes corporaciones transnacionales y de los organismos estatales e interestatales que hacen parte del sistema mundial que conocemos.

 

En ese debate, por ejemplo, el Foro Económico Mundial propone conducir el proceso hacia lo que llama un “capitalismo de partes interesadas”, una suerte de mercado de amplia base social, que vincule entre sí a grandes, medianas y pequeñas empresas, organizaciones sociales y entidades públicas en una misma trama productiva. Por su parte, agrupamientos corporativos como MAFGA – Microsoft, Apple, Facebook, Google y Amazon -, procuran llevar la organización internacional del mercado mundial a otra de carácter “tecno-feudal”, pasando ser regulados por los Estados a convertirse en reguladores de éstos, al decir de economistas como Yannis Varoufakis. Entretanto, en Asia la tendencia a pasar a una organización transregional del mercado mundial encuentra resistencia en economías emergentes, que buscan nuevas formas regionales de articulación para el fomento de sus economías.

 

Ante tal panorama, y dado que somos la más impredecible de las especies vivientes, un abordaje en perspectiva histórica puede ser de utilidad. Esto facilitaría, por ejemplo, ver la globalización la III transición en el proceso de formación y transformación del mercado mundial y sus sistemas geopolíticos y geoculturales de gestión.

 

La primera transición, que dio origen al proceso, ocurrió con el paso de la Edad Media al capitalismo entre 1450 y 1650, que dio lugar a la formación del primer mercado mundial en la historia de la humanidad, organizado como un geosistema de carácter colonial – del cual hoy se conmemora el bicentenario de su liquidación en América Latina. Aquella primera organización se hundió bajo el peso de su creciente ineficiencia para mantener un crecimiento sostenido, arrastrando al mundo a la catástrofe de la Gran Guerra de 1914-1945, atravesada en su centro por la gran crisis económica de 1929-1939. 

 

Todo ello abrió paso a la segunda transición en el desarrollo del mercado mundial, que paso a estructurar en un geosistema internacional entre 1950 y 1960, en  la medida en que las antiguas colonias se transformaban en Estados nacionales que regulaban el comercio de sus mercados entre sí. Fue en el marco de la fase final de dicho proceso que Panamá inició su propia transición que, entre 1956 y 1999, la llevó de ser un protectorado extranjero a convertirse en una República plenamente soberana.

 

La transición en curso resulta de las crecientes dificultades del sistema internacional para regular las contradicciones que surgen de su propio desarrollo. Tal desarrollo, sostenido por la III y la IV revoluciones industriales – la generada por la informática, y las que está en curso con el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones – generó las condiciones para la formación de corporaciones transnacionales cuyo éxito económico las ha llevado a una acumulación de capital que sobrepasa el Producto Interno Bruto de regiones enteras, y les permite establecer y financiar políticas económicas que desbordan la capacidad de regulación de los Estados. De allí proviene su capacidad para avanzar en la creación de un geosistema propio, descrito por ejemplo en el libro Connectography. Mapping the future of global civilization, del economisto indo- estadounidense Parag Khanna.

 

Ante un panorama tal, en la ninguna de las opciones más visibles carece de contradicciones, la historia nos presta un último servicio, al recordarnos – en palabras del medievalista británico Chris Wickman,- que ella no se encamina a ningún destino predeterminado, pero sin duda procede de algún lado. Indagar en ese lugar de origen tiene la mayor importancia para un país como el nuestro, que depende de una organización territorial de su economía establecida en el siglo XVI.

 

En la economía que emerge de la crisis, caracterizada por una circulación cada vez más amplia del capital a través de redes de valor cada vez más diversas, Panamá tendrá que decidir si mantiene la organización de sus actividades de tránsito en lo que han llegado a ser, o las transforma mediante una reorganización territorial de su economía, para alcanzar lo que pueden llegar a ser. Tal dilema hace parte de nuestra participación en esta III transición. Como República soberana, podemos ejercer una capacidad de decisión sin precedentes en nuestra historia. Ojalá lo hagamos.

 

Alto Boquete, Panamá, 13 de agosto de 2021

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