sábado, 21 de agosto de 2021

El reino prometido

 El día 13 de agosto, Netflix estrenó “El Reino”, una serie de ocho capítulos, cuya filmación se realizó antes de la pandemia. Hecho que permitió incorporar manifestaciones masivas de fieles mezcladas con convencidas huestes conservadoras de la derecha de los últimos tiempos. 

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


La trama, compartida entre el cineasta trasandino Marcelo Piñeyro y la escritora bonaerense, Claudia Piñeiro, se origina en torno al asesinato de un candidato a presidente de Argentina  y la sustitución de éste por el pastor evangélico que lo secunda, indagando los oscuros nexos de dos espacios que han tenido relaciones y diálogos adversos, diversos o compartidos. 

 

Cabe recordar que de los beneficios que trajo la pandemia, el recluimiento obligatorio produjo una introspección que, en los artistas dio lugar a nuevas miradas y relatos sobre aspectos de la realidad que antes pasaban inadvertidos, como es el tema que aborda Claudia Piñeiro. Y si bien, el personaje del Pastor Emilio Vázquez Pena es extremo, no deja de ser una ficción. 

 

Sin embargo, luego de la emisión, la crítica no se hizo esperar,  La Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera), de "usar el arte" para "crear en el imaginario popular la percepción" de que sus pastores "solo tienen ambiciones de poder o de dinero", a fines de "segregar, marcar en listas y señalar como peligrosos y fundamentalistas" a sus fieles y que se "debiliten y desaparezcan". Su desesperado pedido lo realizó a través de un documento firmado por su Consejo Directivo Nacional. Los evangélicos aludieron a un "comportamiento fascista" y acusaron a Claudia Piñeiro, guionista y creadora de la serie junto a Marcelo Piñeyro, de tener "un encono" contra la "cultura evangélica de la Argentina" derivada de su "militancia feminista durante el debate de la ley del aborto".[1]

 

Por su parte, la Unión Argentina de Escritores y Escritoras le salió al cruce a la organización evangélica denunciando la perversa artimaña: “la censura es la censura, la quieras disfrazar de lo que la quieras disfrazar”. Lucha que, seguramente, continuará algún tiempo. 

 

No deja de sorprender la oportunidad de la llegada de la serie, en momentos en que se van a celebrar las PASO y sus estrategias de campaña, habida cuenta del notorio desbande opositor. De allí la inmediata confrontación de la ficción con la realidad en donde se mezclan pasiones, delitos, corrupción y lazos afectivos imposibles de romper bajo la cruz, lo que pone en evidencia una vez más que, el verdadero poder celoso de sus intereses, dispone de servicios de información, medios y recursos omnímodos que ridiculizan y burlan la democracia y sus instituciones. 

 

Sin embargo, la fascinación por conquistar la voluntad del soberano, merece todos los esfuerzos posibles e imposibles.

 

Sin ánimo de volver a cosas archisabidas, la relación terrenal y espiritual, desde la conversión de Constantino, al menos, intentó extender el dominio cristiano ecuménico frente a otros credos. Mucha agua debió correr bajo los puentes en más de un milenio  hasta que el hombre se asumiera dueño de sus facultades y acciones. A John Loocke, se le debe la necesidad de libertad de consciencia, concepto básico que, junto al contrato social roussoneano(entre varios pensadores importantes), conformaron las ideas revolucionarias que estallaron en Francia. 

 

Las nuevas instituciones surgidas allí, darán forma al estado moderno laico del siglo XIX, en Occidente, el que luego irá a consolidarse en la región con los grandes movimientos sociales del siglo XX, entre los que se puede reconocer a Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México y Juan Domingo Perón en Argentina. 

 

No obstante, luego de la muerte de Eva, la Iglesia no va a soportar el avance laico de las políticas en educación y de divorcio, movilizando a sus fieles; antes del golpe ya habían conformado el Partido Demócrata Cristiano, el que mayormente tendrá labor legislativa. 

Los tempestuosos años que preceden a la revolución cubana, el peligro comunista a escasas millas del imperio provocan una reacción violenta de todos los actores involucrados. 

 

La iglesia en 1959, convocó al Concilio Vaticano II que producirá grandes cambios en la institución, uno de ellos es el movimientos de los curas del Tercer mundo comprometido con los pobres, muchos de ellos víctimas de la dictadura. 

 

El imperio celoso del patio trasero, bajo el consejo de la Fundación de Nelson Rockefeller comienza a erosionar la fe de los católicos latinoamericanos: descienden las iglesias evangélicas y pentecostales. Tiranías y prácticas religiosas sufren idas y venidas.

 

En ese escenario nace la Iglesia Universal del pastor brasileño Edir Macedo, a fines de la década de los setenta, en plena dictadura como un posible refugio de los desamparados, acechado por la iglesia católica. La contención espiritual y económica garantizará en el futuro el diezmo de los feligreses, diezmo inconmensurable lejos de todo control fiscal y alimento de paraísos non santos que ya conocemos. 

 

Su “plan de poder” como él manifiesta, orientado a conquistar espacios de la sociedad y la política, es una realidad demasiado evidente como para eludir su análisis. Dueño de una inmensa fortuna, multimedios extendidos por el continente, tiene infinidad de canales con sus programas, “pare de sufrir”.[2]

 

Edir es autor de libros que se venden por millones, salió a mostrarse en las pantallas con su film autobiográfico en 2018, Nada que perder, que también se reprodujo en Netflix a partir de 2020.

 

Su ejemplo se ha expandido por todas partes; aprovechando los cambios en las creencias de la sociedad de las últimas décadas, cientos de pastores han ampliado sus jurisdicciones ante las miserables condiciones de vida de amplios sectores de la población y la indiferencia de la iglesia tradicional.

 

En lo estrictamente jurídico con relación a la Iglesia Católica Apostólica y Romana, la Constitución argentina de 1994, en el artículo 2 dice expresamente: “el Gobierno Federal sostiene el culto católico apostólico romano”, el sostenimiento del culto católico significa únicamente que los gastos del culto serán pagados por el tesoro nacional. Hay entonces, un `sostenimiento´ económico, pero no doctrinal.[3]

 

Sin embargo, no es fácil ni sencillo reabrir el debate, la última dictadura en 1977, estableció dentro de un concordato, sueldos para obispos y arzobispos del 80% de los de jueces, libres de impuestos como también estipendios para seminaristas, generando una amplia y tácita aceptación tradicional por un lado y por otro, un movimiento en pro de la separación de la Iglesia del Estado, como también se han agrupado ciudadanos que rechazan la fe impuesta desde siglos y desean ser excomulgados, muchos de ellos dolidos por el tratamiento despiadado hacia sus ancestros originarios.

 

Con todo, entusiastas movimientos evangélicos participaron decididamente junto a gobiernos de derecha como Donald Trump, Bolsonaro en Brasil o Áñes en Bolivia, quien alzaba una biblia; más cerca, también lo hizo el diputado nacional por Salta Olmedo y, cruzando el charco, el partido Vox de España.

 

En mis caminatas cotidianas por el barrio, hace años observé que un campo vecino había sido cercado. El año pasado colocaron el cartel de la Iglesia de los santos de los últimos días; el predio es amplio, consta de unas seis manzanas. Su construcción comenzó este año y va a competir en tamaño con la imponente Iglesia de El Challao a escasos dos kilómetros de allí. La portentosa edificación cubrirá el hermoso paisaje montañoso; las multitudes que acudirán allí serán otro cantar. Seguramente concurrirán fascinados tras el reino prometido.



[1] Página 12, 20 de agosto de 2021.

[2] Ariel Goldstein, El poder evangélico. Cómo los grupos religiosos van copando la política en América, Edit. Marea, Bs. As. 2020- 

[3] Ignacio J. Mendizábal “Relación Estado – Iglesia en la Argentina: Aportes para el análisis y la discusión en el marco de una perspectiva constitucional.”, 2012, https://repositorio.udesa.edu.ar

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