La historia contemporánea del pueblo palestino es la del atropello por parte de un régimen que no vacila en utilizar la historia del holocausto y a su mismo libro sagrado como justificante de los vejámenes que comete.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
América Latina está llena de acontecimientos y procesos sobre los cuales reflexionar o tomar posición: en Miami, la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos reiteró esta semana sus puntos de vista y su preocupación sobre la presencia china en América Latina; llama la atención que sea una autoridad militar la que se haya convertido en la principal portavoz de ese país sobre este tema en nuestro continente. En México, el huracán Otis volvió polvo a uno de los más emblemáticos centros turísticos, Acapulco, y ya ha estallado una polémica sobre la forma como está fluyendo la ayuda a la ciudad devastada cuando se acercan las elecciones presidenciales.
En Guatemala, habiendo terminado oficialmente el período electoral, el Pacto de Corruptos vuelve a la carga y se dedica con ahínco a poner obstáculos al partido ganador de la pasada contienda, en la que salió electo presidente Bernardo Arévalo, amenazando con ilegalizarlo. En Venezuela, el Consejo Nacional Electoral anuló las primarias realizadas por la oposición, en las que salió triunfadora María Corina Machado, lo que pone en la cuerda floja la tímida apertura que había tenido Estados Unidos hacia ese país, al que tiene bloqueado esperando provocar un levantamiento popular que ponga fin a la Revolución Bolivariana.
En Bolivia, la principal fuerza de cambio político del país se escinde en dos facciones, la evista y la arcista, poniendo en riesgo la posibilidad de continuidad de uno de los procesos más originales de transformaciones nacional populares de la América Latina del siglo XXI. En Argentina, estamos a pocos días de la realización de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, unas elecciones en las que un candidato de extrema derecha, auto catalogado como anarcocapitalista, tiene posibilidades de salir victorioso. En Uruguay, país que es erigido como modelo de democracia en el continente, el Ministro de Relaciones Exteriores se ve compelido a renunciar al verse involucrado en una trama de corrupción vinculada al crimen organizado.
No falta en nuestro continente, por lo tanto, sobre qué comentar y emitir opinión. Pero todo esto sucede cuando en el Medio Oriente se está llevando a cabo la matanza que ha emprendido el Estado de Israel contra el pueblo palestino. Nadie puede ver para otro lado ni dejar de posicionarse ante este crimen de lesa humanidad. El pueblo palestino es ejemplo patente de una agresiva política colonialista apoyada por las grandes potencias occidentales, que tienen en Israel la punta de lanza de sus intereses en una región rica en fuentes energéticas y enclavada en el cruce de caminos entre Oriente y Occidente.
La incapacidad e irrelevancia de la ONU para intervenir en el conflicto para lograr, cuando menos, un alto al fuego muestra cómo el llamado orden internacional y sus instituciones, erigido a partir de la Segunda Guerra Mundial, se ha convertido en un aparato inoperante que solo funciona cuando es instrumentalizado por los intereses de las grandes potencias, como ha sucedido en nuestro continente en el caso de Haití.
La carta de renuncia de Craig Mokhiber al puesto de director de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que reproducimos íntegramente en esta entrega de Con Nuestra América -y que instamos a nuestros lectores a leer- deja claras las raíces históricas del conflicto y su naturaleza. Mokhiber no vacila en catalogar de genocidio lo que está sucediendo, y de denunciar que “los gobiernos de los Estados Unidos, el Reino Unido y gran parte de Europa son totalmente cómplices de este horrible asalto”.
En América Latina, Bolivia ha dado un paso ejemplar rompiendo relaciones con el régimen de Benjamín Netanyahu, y otros gobiernos como el de Colombia, Chile o Brasil no han vacilado en condenar lo que Mokhiber ha catalogado como “horrible asalto”.
La historia contemporánea del pueblo palestino es la del atropello por parte de un régimen que no vacila en utilizar la historia del holocausto y a su mismo libro sagrado como justificante de los vejámenes que comete.
Vaya en esta entrega de Con Nuestra América nuestra solidaridad con el pueblo palestino y nuestro llamado para que cese la masacre.
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