Lo que la derecha en el
país no le perdonó ni le perdonará a la
exfiscal Claudia Paz, fue el haber llevado a juicio a algunos de los
responsables de los crímenes de lesa humanidad del período del conflicto
interno. Y particularmente al más notable de ellos, Efraín Ríos Montt.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
La exfiscal guatemalteca Claudia Paz. |
No pude publicar estas
líneas la semana pasada cuando hubiese sido más oportuno. El feriado que aproveché para asistir a la
marcha del primero de mayo en Guatemala,
lo impidió. Recordé cómo los dos años anteriores mis compromisos académicos me
ubicaron en Honduras y tuve la oportunidad de marchar en las calles de
Tegucigalpa y escuchar a Xiomara Castro y a Mel Zelaya. Esta vez al desfilar
con el contingente de la Escuela de Historia de la USAC, pude ver emocionado cómo jovencitos y
jovencitas se pararon frente al lugar doloroso en el cual Oliverio Castañeda de
León fue asesinado hace ya más de 35 años.
Y también con emoción escuché los gritos que combativos evocaron a aquel
muchachito de 22 años que se ha vuelto un símbolo de heroísmo.
Y también pensé en aquellos momentos en que la Comisión de Postulación al dar la lista final de 6 candidatos -entre los
cuales el presidente Pérez Molina habría
de elegir al nuevo Fiscal General-, había eliminado a una mujer extraordinaria:
Claudia Paz y Paz. Claudia declaró que
se sorprendió al quedar eliminada de la lista final. Yo no me sorprendí y las personas con las
cuales hablé en los días previos a la noticia,
tampoco resultaron sorprendidas. El prestigio de Claudia es tan grande
en Guatemala y en el campo internacional, que según se dice, había que quitarle
al presidente la responsabilidad de no
nombrarla. Razones para que la hubiese elegido
sobraban. La gestión de Claudia Paz y paz fue eficiente. Desde el principio el
narcotráfico fue prioridad fundamental de su gestión y visibles los resultados del combate a los Zetas y a los capos locales
de la droga (Guayo Cano, Juan Ortíz, Los Lorenzana), al contrabando, pandillas
y otras formas del crimen organizado; se mejoró notablemente la evaluación de los fiscales y las agencias del
Ministerio Público, y la productividad
de los primeros se elevó significativamente en el último año.
Lo que la derecha en el
país no le perdonó ni le perdonará, fue
el haber llevado a juicio a algunos de los responsables de los crímenes de lesa
humanidad del período del conflicto interno. Y particularmente al más notable
de ellos, Efraín Ríos Montt. Este juicio no solamente fue importante porque
enjuició a una de las cabezas del genocidio, sino porque la fiscalía lo acusó
de tal delito y el tribunal encabezado por otra gran mujer, Yassmín Barrios, lo
encontró culpable. Por ello no importó que los méritos académicos,
profesionales y humanos de Claudia la hubiesen llevado a la segunda calificación más alta, tampoco importó que la
entrevista que le hizo la referida comisión postuladora hubiese sido muy
buena, y que la misma comisión
reconociera su honorabilidad. A mi parecer
desde el momento en que la Corte de Constitucionalidad acortó su
período, estaba claro que el establishment la iba a marginar.
Como alguna vez lo
pregonó un editorial del periódico mexicano La
Jornada, Claudia fue una fiscal
incómoda para los grandes poderes en Guatemala.
Su partida es por ello,
con gloria.
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