La
Revolución de los Claveles inició un proceso de democracia que dio paso a
avanzadas medidas de transformación de la economía y la sociedad. Se liberaron
los presos políticos, se permitió el
regreso de los dirigentes exiliados y comenzó el proceso de descolonización con
el regreso de las fuerzas armadas desde África.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde
Caracas, Venezuela
En 1974, Portugal era
uno de los países más atrasados de Europa. A diferencia de sus pares del
continente, el país luso entró al siglo XX manteniendo una estructura
tradicional agraria de corte feudal que paralizó el acelerado proceso de
desarrollo industrial que se había producido en otras metrópolis. Esto lo llevó a un estancamiento
económico que lo privaba del
aprovechamiento de las grandes riquezas de sus colonias y a su vez, a una aguda
crisis política que dio al traste con la monarquía en 1910.
Sin embargo, una vez
logrado este objetivo, en la alianza entre republicanos y liberales que asumió
la conducción del país, primaron las desavenencias y no pudo desarrollar un
programa de gobierno común. La primera guerra mundial profundizó la crisis
económica y la inestabilidad política.
Esta situación condujo a que en 1926 un grupo de militares de derecha
dieran un golpe de Estado que instauró un régimen fascista a imitación del que
Benito Mussolini estableció en Italia en
1922. Este sistema, basado en el autoritarismo, la represión y el corporativismo fue denominado como “Nuevo Estado” y controló
el país por casi medio siglo.
Su figura más
prominente fue Antonio de Oliveira Salazar, primer ministro entre 1932 y 1968 y presidente interino en
1951. Gobernó dictatorialmente, ejerció férreo control de las organizaciones
políticas y sociales e implantó un régimen de terror en el que la policía
política (PIDE) tuvo manos libres para realizar cualquier tipo de acción
represiva. Desde el punto de vista económico, no se produjeron grandes cambios
en la situación del agro, lo que provocó que, sobre todo en el período
posterior a la segunda guerra mundial se produjeran grandes emigraciones hacia
Europa y América Latina.
En paralelo, en la
década de los 50 se iniciaron las guerras de liberación nacional en las
colonias portuguesas en África: Angola, Mozambique, Guinea, Cabo Verde y Sao
Tome y Príncipe. El riesgo que podría
significar la pérdida del poderío colonial portugués obligó a la dictadura
salazarista a destacar importantes
contingentes militares en sus posesiones africanas a fin de impedir
militarmente la independencia de esos territorios.
El costo financiero y
humano de las guerras coloniales profundizaron el deterioro interno del
gobierno. La respuesta fue el incremento de la represión a fin de detener el
creciente descontento de la ciudadanía. Salazar murió en 1970 y fue sustituido por Marcelo Caetano que dio
continuidad a la dictadura.
En 1973, fue creado ilegalmente al interior del ejército
portugués, el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). Estaba
formada en su mayoría por oficiales de baja graduación que habían estado
luchando en las guerras coloniales de África tenían ideas progresistas y algunos abiertamente
revolucionarias y de izquierda. Estaban
motivados por el deseo de libertad democrática y el rechazo a la política
seguida por el gobierno en relación con la guerra colonial. Sus principales objetivos eran el fin de la
guerra sucia, la retirada de las fuerzas armadas de las
colonias de África,
elecciones libres y la supresión de la policía
política.
En
la mañana del 25 de abril de 1974, hace cuarenta años, la historia de Portugal
comenzó a cambiar. Al amanecer de ese
día, el capitán Fernando José Salgueiro Maia destituyó a sus
superiores del Regimiento de Caballería Mecanizada de la ciudad de Santarém y
encabezando una larga columna de carros de combate, recorrió los 110 kilómetros
que la separan de Lisboa. Cuando los blindados ocuparon la plaza Terreiro do
Paço en Lisboa símbolo del poder ejercido con mano de hierro durante medio
siglo en Portugal, “comenzaba el golpe de Estado más singular de la historia:
militares levantados en armas para imponer la democracia por la fuerza” como lo
señala el periodista chileno residente en Portugal Mario Dujisin.
Las acciones estaban coordinadas
desde un puesto de mando bajo la dirección del mayor Otelo Saraiva de Carvalho en el cuartel de la Pontinha en Lisboa. Simultáneamente se llevaron
acciones de control de las distintas guarniciones
militares del país que decidieron seguir las órdenes del MFA en Oporto, Santarém, Faro, Braga entre otras ciudades importantes. Así mismo se ocuparon puertos, aeropuertos e instalaciones civiles del gobierno.
Los jóvenes oficiales, verdaderos
protagonistas del alzamiento conminaron a sus superiores a incorporarse al
movimiento. Aquellos que no lo aceptaron fueron arrestados. El gobierno se
desmoronó. El dictador quien fungía como primer ministro, el ornamental
presidente Rodrigues Thomaz y el gabinete de gobierno se rindieron, fueron
capturados y protegidos por los propios militares insurrectos para
resguardarlos de la ira popular que pretendía lincharlos.
A media mañana, una mujer se acercó a
un soldado y le obsequió un clavel rojo que éste puso en la boca de su fusil.
Ese hecho se multiplicó de inmediato, le dio denominación al movimiento y se
transformó en emblema que dio vuelta al mundo como símbolo de las luchas populares y
democráticas y de la alianza del pueblo con los militares que le dieron la
libertad. En América Latina, la “Revolución de los Claveles” fue verdadero
oxígeno y fuerza inspiradora para los luchadores anti fascistas que en diversas
latitudes de la región enfrentaban las dictaduras de seguridad nacional
apoyadas por Estados Unidos.
El MFA y el proceso que se iniciaba
contó con un gran apoyo del pueblo que exigía la profundización del mismo y la
toma de medidas radicales a favor de los sectores más humildes que habían
estado excluidos por casi medio siglo.
La Revolución de los Claveles inició
un proceso de democracia que dio paso a avanzadas medidas de transformación de
la economía y la sociedad. Se liberaron los presos políticos, se permitió el regreso de los dirigentes
exiliados y comenzó el proceso de descolonización con el regreso de las fuerzas
armadas desde África. El nuevo gobierno aprobó leyes agrarias tendientes a
eliminar el latifundio y modernizar la producción agrícola. Se nacionalizaron
grandes empresas y la banca. Así mismo, reconoció la Independencia de Angola,
Mozambique y Guinea-Bissau y llevó adelante un gran despliegue fuera de sus
fronteras para lograr la aceptación internacional que el régimen dictatorial
había perdido, transformando a Portugal en un país paria dentro de Europa y el
mundo
Sin embargo, la amplitud política del
movimiento no logró consolidarlo como opción de gobierno a largo plazo.
Comenzaron desavenencias en torno al
rumbo que debía tomar el proceso y la decisión de las fuerzas políticas y
sociales que debían hegemonizar el mismo.
El MFA se dividió y en tan solo dos años, la socialdemocracia encabezada
por Mario Soares logró cooptar el proceso iniciado el 25 de abril de 1974
enrumbándolo en los marcos de la democracia representativa bajo tutela de las
potencias occidentales y la gran burguesía los que iniciaron un proceso de
desmontaje de las medidas populares que se habían aprobado después de la
revolución de abril de 1974.
Con todo, Portugal inició un camino en otra dirección a partir de ese 25 de abril. Hoy, la fecha es conmemorada en todo el país como el “Día de la Libertad”, recordando a esos jóvenes oficiales que abrigando en carne propia el sentir del pueblo, usaron las armas para derrumbar en menos de 12 horas la dictadura más oprobiosa de la historia de Portugal y la más larga en los dos últimos siglos en el continente europeo.
Con todo, Portugal inició un camino en otra dirección a partir de ese 25 de abril. Hoy, la fecha es conmemorada en todo el país como el “Día de la Libertad”, recordando a esos jóvenes oficiales que abrigando en carne propia el sentir del pueblo, usaron las armas para derrumbar en menos de 12 horas la dictadura más oprobiosa de la historia de Portugal y la más larga en los dos últimos siglos en el continente europeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario