En los días 18 y 19 de noviembre pasados, se llevó a cabo en la Ciudad de Río de Janeiro, Brasil, la Cumbre del G20 entre los jefes de Estado y de Gobierno de los 19 países miembros, más la Unión Africana y la Unión Europea.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
La exuberante y tropical Ciudad Maravillosa, lució sus mejores galas para recibir a los jefes de Estado convocados. Allí concurrió el presidente argentino Javier Milei, acompañado por la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, a quienes se les debe haber hecho un siglo la caminata de 20 segundos por la alfombra roja de la entrada al Museo de Arte Nacional, sede de la Cumbre, para estrechar la gélida mano del mandatario brasileño, Inázio Lula da Silva y la primera dama, la socióloga, Rosángela Janja da Silva. A distancia abismal ideológica y práctica política, el tercer mandatario brasileño se atuvo a la foto de protocolo y rápidamente le indicó el camino hacia el salón del evento.
No fue el primer desaire que sufría el mandatario libertario, antes de su viaje a Brasil; tuvo que padecer la llegada del presidente Emmanuel Macron quien rindió homenaje a las monjas francesas, Alice Domon y Leonie Duquet, secuestradas y desaparecidas por la última dictadura militar, en la que tuvo especial participación el marino Alfredo Astiz, quien fue visitado hace unos meses por una delegación de legisladores oficialistas. Macron se demoró escuchando a cada una de las personas presentes, familiares de las víctimas. El retroceso de los derechos humanos y las políticas de Memoria y Justicia, así como los despidos de trabajadores fue parte de las quejas que le expresaron al mandatario galo, quien luego partió para realizar un homenaje al General José de San Martín en la plaza porteña que lleva su nombre. Luego fue recibido en la Casa Rosada por el mandatario argentino.
Hombre de pocas pulgas y deseoso de ganarse enemigos, hizo que “misteriosamente” su comitiva oficial ocultara la discusión que mantuvieron con su par colombiano, Gustavo Petro, quien le enrostró su desacuerdo con el individualismo pregonado por el libertario argentino, exponiendo la importancia del trabajo en conjunto de las naciones. “Trabajo conjunto. Este fue el tema con el que peleé con Milei verbalmente en la reunión de los más grandes y poderosos del G20 que no aparece en ninguna parte de la comunicación televisiva mundial, ni colombiana”, se habría quejado el mandatario colombiano. Revés que como otros tantos, Javier Milei no acusa recibo.
Seguramente Javier y Karina, no se deben haber reído de Janeiro, mucho menos sentido distendidos; incómodos con sus pieles lechosas bajo el sol carioca, en ese ambiente carnavalesco que ronda la ciudad y se filtra por los rincones con olor a feijõada y caipirinha, su pasaje y estancia por el hotel sito en Copacabana donde estuvieron hospedados; menos los imaginamos con los pies hundido en las arenas de la playa frente a la célebre Avenida Atlántica ni entonando bossa nova rememorando a Tom Jobim y Vinicius de Moraes.
Los cultores del odio no saben de arte ni poesía, gozan haciendo daño, impulsando hordas como la Guardia del cielo, cuya exaltación comienza a ser objeto de denuncias ante la Justicia por su escalada de provocaciones y agresión a opositores. Como muestra un botón, en las redes se distribuyó esta semana, un video donde explota el edificio del ex ministerio de Desarrollo Social en la avenida 9 de Julio, haciendo saltar en pedazos el emblemático rostro de Eva Perón; una manera violenta de mostrar cómo quieren borrar al peronismo. Como excusa a la demolición del emblemático edificio de 88 años, exponen que impide la circulación de la avenida. Otra de las tantas embestidas en la batalla cultural que vienen realizando desde antes de asumir el gobierno.
Seguramente, JM, acostumbrado a denostar a quienes piensan diferente a él, siempre se burla en voz grave y un je je, a lo que siguen insultos y expresiones soeces que no conviene reproducir por razones de educación y salud. De allí el título de la columna.
Sin embargo, loco pero no tanto, tuvo que tragarse todas sus expresiones anteriores y postrarse a los pies de las dos grandes economías de las que depende nuestro país. La fotografía con el mandatario chino Xi Jimping, a quien no escapan los dichos del sudamericano, desde su milenaria comunidad, sabe que debe mantener buenas relaciones con Argentina donde hay varias empresas chinas trabajando, por eso posa sin problemas, consciente del momento decisivo por el atraviesan las confrontaciones de poder en el mundo.
Una historia de varias décadas sustentan las relaciones comerciales entre los dos países, comenzadas por el empresario Franco Macri, padre del ex presidente, quien advirtió la potencialidad del gigante asiático y la necesidad de diversificarse luego de ser uno de los grupos económicos beneficiados por la última dictadura militar.
En tanto Brasil, por la misma época, nuestras relaciones comerciales bilaterales estaban empantanadas por las hipóstesis de conflicto que mantenían sendas dictaduras nacionales, impulsando la desconfianza y sospecha, situación que impidió trabajar hasta en compartir la infraestructura física entre los dos países por posible invasiones militares.
Hubo que esperar la llegada de la democracia y a los presidentes Raúl Alfonsín y al brasileño José Sarney para dar los primeros pasos hacia el Mercado Común del Sur, más conocido como MERCOSUR, para poder liderar las relaciones políticas, sociales y comerciales de los dos mayores países del cono sur, a los que se sumaron Paraguay y la República Oriental del Uruguay. Hecho que recién se concreta con el Acta de Asunción en 1991, siendo el primer mecanismo de integración regional que iba más allá de las necesidades de mercado.
Toda una historia reciente que no puede ser ignorada, si alguien quiere trascender como estadista debe ceñirse a la realpolitik y ceder en parte de sus principios ideológicos si es necesario con tal de progresar en otros objetivos en los que tiene interés. Algo muy distinto a querer ser recordado como el presidente que realizó el mayor ajuste de la historia de la humanidad, aunque la sociedad que ha soportado los crueles efectos sea la menos beneficiada, entre ellos, niños, ancianos y trabajadores a lo ancho y largo del país. Un verdadero “fundamentalista” económico.
Siguiendo con su rol fundamentalista, Javier Milei, recibió a Giorgia Meloni, Presidenta del Consejo de Ministros de Italia, quien viajó a Argentina para entrevistarse con el presidente argentino a los efectos de consolidar la alianza de las ultraderechas mundiales. Evento que no escapó al libertario que en su maratón de entrevistas con mandatarios extranjeros, no dejó de pasar a succionar los calcetines del flamante presidente norteamericano, Donald Trump en Mar-a-Mar y evitó olímpicamente cruzarse con Joe Biden en la Cumbre del G20, dentro de ese delicado equilibrio que debe realizar por sus continuos exabruptos y sus cambios patológicos de opinión.
Dentro de su apretada agenda, no faltó la visita de su admirada Giorgia Meloni. La Primera Ministra italiana concurrió a una cena en la quinta presidencial de Olivos, dejando de lado la cena que su propia Embajada en Argentina le tenía preparada en esos momentos. Al día siguiente visitó a la Casa Rosada para tener una reunión bilateral en la que Meloni expuso su compromiso en tres directrices, la lucha de un Plan de acción conjunto de 2025 a 2030; la lucha contra la criminalidad organizada y el avance en la cooperación comercial. “Estamos determinados a a luchar contra el narcotráfico, la corrupción, el lavado de dinero, la infiltración del sistema económico y social y el tráfico de personas”, sostuvo. Ante la presencia de su ministro de Economía, Giancarlo Fiorgetti, también pidió aunar esfuerzos para desarrollar “la cuestión comercial y de inversiones”.
Milei por su parte, marcó similitudes con Meloni al plantear que “frente al sinsentido económico y los derechos de propiedad, defendemos el comercio libre, la sensatez y la propiedad privada a rajatabla”. “Frente a la ideología de género tan de moda en Occidente en la última década, abogamos por el respeto irrestricto del derecho a la vida y la defensa de la familia como elemento central de la sociedad, completando: “Ante la enfermedad del alma que es el virus woke, pedimos restaurar el sentido común y volver a los valores que comparten la mayoría de los ciudadanos del mundo occidente, que en gran medida, fueron forjados en la Antigua Roma”[1].
También planteó su estrategia geopolítica para luchar contra la tiranía y miseria de Occidente, en una reunión que duró hora y media y concluyó con la entrega de un regalo autorreferencial, un muñeco con su imagen con una motosierra, que es con la que fueron inmortalizados por la cámara al salir a los pasillos de la Casa Rosada. Algo muy propio del “asteroide Milei”, para referenciarlo al de El Principito de Antoine de Saint Exúpery; pequeñito, pequeñito, pero que encierra un ego tan grande, un narcisismo digno de estudio, que inspira a cuánto diletante suelto dispuesto a ganarse los favores del mandatario libertario, elaborando esos muñecos que empiezan a ganar la calle. Algo que en algún momento será sepultado por el sentido común, ese que el reclama al unísono con la mandataria italiana.
Pero bueno... sin pena ni gloria pasó este 20 de noviembre, Día de la Soberanía Nacional, primera celebración del gobierno libertario de la batalla La Vuelta de Obligado donde la armada de la Confederación Nacional abatió a la flota anglofrancesa en 1845. Algo que, en su pelea constante con la historia nacional, no está en su mente. Sus esperanzas están centradas en el norte y en las migajas que puedan brindarle los organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional, al que ha recurrido nuevamente Luis “Toto” Caputo, luego del encuentro con sus autoridades en la Cumbre del G20 en Río de Janeiro. Otra vez nos volverá endeudar como lo hizo con Mauricio Macri. El endeudador serial, vuelve con las mismas promesas y mentiras con que lo hizo años atrás, de modo de seguir esclavos al organismo. Total él seguramente no va a pagar, como lo viene haciendo el pueblo argentino.
Sin embargo, el campo nacional y popular no se va a quedar de brazos cruzados. Lejos de llorar sobre la leche derramada y seguir lamentándose por errores y de haber sido quien posibilitó la llegada de esta plaga predadora, comienza a unirse y a dejar los egos de lado. Como lo ha hecho otras veces, comienza a reorganizarse, cosa que los medios hegemónicos advierten y denostan, intentando crear la acostumbrada confusión entre la población con la que siempre disfrutan, como es dar publicidad a la renuncia del dirigente camionero Pablo Moyano a la Confederación General del Trabajo CGT. Moyano intenta cumplir un viejo anhelo compartido con su padre, Hugo, quien en un acto multitudinario expresó en 2010 que le gustaría que un trabajador fuera candidato. Pablo Moyano va más lejos, intenta reivindicar a una clase social olvidada y estigmatizada, los negros, los indios, los de abajo, como siempre. Cristina Fernández de Kirchner en aquel momento en que ejercía la presidencia, tomó el guante y le contestó, dividiendo las aguas entonces. Aguas que luego de recorrer más de una década, intentan volver a juntarse ante el flagelo social libertario.
Nuevamente el movimiento nacional y popular deberá emerger de las cenizas y levantar las banderas de esperanza de un mundo mejor para los millones de argentinos que hoy sobreviven a su suerte con la mirada clavada en el suelo, presos de una lenta agonía a la que han sido sometidos; connacionales que desean con toda su alma volver a sentir dignidad y orgullo de ser hijos de un maravilloso país al que la oligarquía cipaya ha exprimido y exprime cuando puede, mucho más cuando el entregador asume el rol de primer mandatario, como ha sucedido tantas veces desde que somos independiente.
Nuevamente, deberemos recuperar nuestro lugar dentro de la comunidad internacional, sin ser el lamentable furgón de cola imperial. Nuevamente deberemos fortalecer la integración regional, tan cara a nuestra historia, desde las luchas contra España. Nuevamente deberemos volver a ser una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana, como lo fuimos hace siete décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario