Este 10 de diciembre se cumplió un año de la asunción de Javier Milei en Argentina. Su gestión, como toda su impronta, se proyecta en modo binario: blanco-negro; bueno-malo, amor-odio, como los algoritmos que hicieron posible su asunción y mantienen su gobierno.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Esto justifica el título de la presente columna, dado que la mayoría de los votantes son un fenómeno de las redes; fenómeno que a partir de la pandemia impone la ansiedad como patología permanente que afecta a la mayoría de las personas, sobre todo a la gestión gobernante y sus seguidores, que pasa largas horas frente a la pantalla de su celular. Hecho que por su importancia social y política y su implicancia en la libertad y la vida y la salud de las personas y el sistema democrático, me induce a recurrir a un texto publicado en estos días en su versión en castellano aparecido en España: “La llegada del iPhone en 2007 y la nueva época de las redes sociales hiperviralizadas. Esta última comenzó en 2009, cuando aparecieron los botones Me gusta y Compartir que transformaron la dinámica social del mundo online”; según, Jonatahn Haidt, “La generación ansiosa. Por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros hijos.”[1]
Aunque parte de los dos tercios con los que ganó en segunda vuelta la alianza La Libertad Avanza y el PRO, son desencantados de la mediocre gestión del Frente de Todos. De esto también hay que hacerse cargo en este primer año de JM.
Su celebración con bombos y platillos, impuso un día festivo que inició se desde temprano en la Sociedad Rural Argentina, donde directivos y miembros de la centenaria asociación recibieron al primer magistrado que tan bien los representa, algo encomiable pocas veces acorde con la dignidad de los señores del campo argentino, los mejores representantes de la pampa húmeda. Allí le aplaudieron, conscientes del privilegio de haber sido los primeros en acompañarlo en ese día triunfal. Luego siguió el festejo en el Palacio presidencial, donde salió al balcón y luego en la puerta de la Casa Rosada que da a la Plaza de Mayo, donde los hermanos Milei se daban piquitos en la boca, haciendo alarde de una dudosa relación fraterna. Todo el Gabinete, más Amalia Yuyito González, segunda novia del mandatario, los ministros acompañados algunos por sus hijos, saludaron desde el célebre balcón a una escasa minoría congregada.
Todo un triunfo haber cerrado este primer año con baja inflación, hecho que el vocero presidencial, Manuel Adorni, celebró mostrando el vino espumante: “Lágrimas de zurdo”, elaborado especialmente por un empresario del valle Gualtallarí, Mendoza, para el primer mandatario anarco libertario. En horas de la tarde grabaría el mensaje difundido por cadena nacional a partir de las 21 horas, acompañado por doce miembros de su Gabinete, más él, sumaron trece. Número y disposición que seguramente debe haber manejado Karina Milei.
Sin embargo, los desplantes autoritarios del león libertario, provienen de nuestro sistema presidencialista, elegido por un período de cuatro años, tras la reforma Constitucional de 1994, tras el Pacto de Olivos entre Alfonsín y Menem. En los sistemas parlamentarios, el Poder Ejecutivo lo ejerce el Primer Ministro designado por el Parlamento y su mandato puede ser revocado en cualquier momento por simple mayoría de votos, detentando la legitimidad democrática delegada por los ciudadanos. La Constitución Nacional a través del artículo 83 le da un enorme poder de veto al Presidente, ya que ejercida esta facultad, las dos cámaras para sortear el veto presidencial, deben reunir una mayoría reforzada de dos tercios, algo difícil de alcanzar y muy fácil de eludir. Este recurso permite recurrir al uso abusivo y discrecional de Decretos de Necesidad y Urgencia DNU, como hicieron otros presidentes, Macri entre ellos, quien designó por DNU a dos jueces de la Suprema Corte recién asumido, poniéndola de su lado. El presidente Milei sancionó 46 decretos en un año, entre ellos la Ley de Bases que supone un cambio radical de la legislación, a pesar que el artículo 99 prevé: “solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros”[2].
Este fue el instrumento idóneo para un hombre convencido de lo expresado en campaña y durante todas sus exposiciones públicas de destruir el Estado desde adentro, para que realizara el mayor ajuste de la historia de la humanidad en un período de tiempo tan corto. Un verdadero éxito. Un éxito que redujo a su mentor, el ex presidente ingeniero y empresario, Mauricio Macri a un segundo plano, luego de haber cedido la fórmula presidencial de las pasadas elecciones, Patricia Bullrich y Luis Petri, como ministros de Interior y Defensa, quienes a partir del crecimiento de poder experimentado en tan corto tiempo de gestión, tienen otras aspiraciones a espaldas de su antiguo jefe. Ahora se sienten auténticos libertarios de la primera hora. Un verdadero éxito. Represión garantizada en las calles a jubilados, obreros y estudiantes y docentes protestones, permitiendo la libre circulación en las calles del país y, por otro lado, compra de chatarra para las FFAA e intervención en conflictos bélicos, alineados a EEUU y sus socios de la OTAN y apoyo incondicional a Israel.
El triunfo esperado del capital concentrado. Triunfo que el inflexible y pasional presidente, quien no escapa al mandato de su signo en el horóscopo chino, “perro de metal”, fiel a sus ideas e intolerante ante quienes se le oponen, expuso en el mensaje presidencial emitido por cadena nacional en horario pico de la noche. Dentro de los recordatorios involucrados en su exitoso balance declamado, reprodujo una frase de su recordado Carlos Menem: “el coraje de un pueblos se mide por las verdades que puede soportar”. Vaya... qué manera de recordar a alguien que traicionó la voluntad popular que lo llevó a la presidencia, a alguien que mintió descaradamente y luego aceptó el Consenso de Whasington a pie juntillas. Milei no mintió, hizo lo que prometió a costa del tremendo sacrificio impuesto al pueblo. Aunque si analizamos la crueldad que expone la sentencia menemista, puede anticiparse la perversidad aplicada por el libertario contra el pueblo, cuyo coraje no se mide por el sacrificio y privaciones a las que fue y es sometido, sino por el horroroso inventario de derechos consagrados y perdidos, antes y ahora.
Esto justifica que no lo hizo a costa de la casta - a la que, con el correr de los meses se fue asimilando -; directamente, cortó por lo sano: se la hizo pagar a los sectores más débiles de la sociedad. Se ensañó con los jubilados y los jóvenes y niños, uno de cada cuatro son pobres y mal alimentados. Se declaró enemigo de los empleados públicos y disfrutó despidiendo a 37 mil los últimos días, aunque fueran médicos, enfermeros, profesores y servidores públicos indispensables.
Al declarar héroes a los empresarios, sobre todo a los mayores potentados, sepultó como en la última dictadura a las pequeñas y medianas empresas, las que mayores empleados están dispuestas a incorporar, declarándole la muerte a un sector imprescindible que distinguió por décadas un modelo productivo que supo aspirar a una poderosa burguesía nacional. Fue un tsunami caribeño que arrasó con amplios sectores sumidos en el desempleo y la desesperación. Se desquitó con la educación pública, sobre todo con la universidad y el Conicet, provocando una de las mayores manifestaciones populares en su contra en el mes de abril.
Su bandera “Donde hay una necesidad hay un mercado” opuesta o como revancha gorila y oligárquica a Eva Perón y su innovación social “Donde hay una necesidad hay un derecho”, puso de manifiesto como en los años cincuenta del siglo pasado, cuando se supo la grave enfermedad que padecía Eva, la oposición llenó a la Ciudad de Buenos Aires con carteles “Viva el cáncer” o, los radicales gorilas entonces con la propaganda: Jabón Radical evita la mugre.
Milei reactualizó el viva el cáncer quitando los remedios oncológicos a los enfermos, destruyendo programas sanitarios y eliminando la distribución de medicamentos del PAMI. Un verdadero triunfo de los laboratorios concentrados.
Su éxito es el fracaso de más de la mitad de la población que ahora está bajo el nivel de pobreza y sepultó sus aspiraciones de condiciones de vida que disfrutó en épocas anteriores, limitándose a sobrevivir librados a su suerte, con una pésima alimentación, carencias inhumanas sobre sus condiciones de salud, vivienda, servicios indispensables y en una degradación constante y sometimiento perverso.
Su exitosa frase “la recesión ha terminado y que se vienen tiempos felices” previo confesar “cumplimos con nuestra promesa de cuidar a los más vulnerables” son de fruto de una potencial ignorancia sobre la realidad puertas afuera de su entorno. Una fantasía que solo habita en su cabeza y en la de los personajes que lo rodean. En ese clima fabricado, viajó este jueves a Italia a apoyar a Giorgia Meloni, haciendo caso omiso del escándalo de su senador Eduardo Kueider destituido por el Congreso por haber sido encontrado contrabandeando reiteradamente dinero al Paraguay, junto con su secretaria. Delito que afecta a otro personajes del PRO, Cristian Ritondo, diputado y jefe de bloque, hecho que surge por una investigación periodística que descubre un entramado de sociedades en Miami que terminaba con unos cinco departamentos de la esposa del diputado por un total cercano a 2,6 millones de dólares. Demasiado sucio como para imponer un proyecto de “ficha limpia”.
Su éxito, como hemos ido enumerando semana a semana desde que asumió el gobierno Javier Milei de espaldas al Congreso, es el fracaso de millones de argentinos como hemos expresado precedentemente. Sus cinco minutos de gloria en estos cuarenta años de democracia se van a terminar porque el tiempo no se detiene. Entonces toda su perversidad, toda esa inteligencia destructiva desarrollada durante este año de gestión, lo vendrá a buscar. A toda acción se impone una reacción; nadie en su sano juicio querría estar en sus zapatos cuando los millones de damnificados lo enfrenten y reclamen por los daños sufridos; más allá que sabemos, la respuesta debe venir de la política y de la reagrupación de la oposición para las próximas elecciones. Sabemos que este mecanismo ya se puso en marcha como lo expresaba Cristina Fernández de Kirchner al asumir la conducción nacional del Partido Justicialista, quien recordó su discurso del 18 de mayo de 2019, cuando anunció la fórmula presidencial del Frente de Todos que derrotó a Mauricio Macri.
Hoy estamos en otro momento, mucho más grave de aquel que fue antesala de la pandemia, con una deuda impagable por el préstamo del FMI, una de las peores sequías del último siglo y otras calamidades más. Este año celebrado de gobierno celebrado por La Libertad Avanza ha sido demoledor, será necesario mucho esfuerzo de todos los argentinos para volver a levantarnos. Sin embargo, como lo hemos hecho tantas veces, volveremos a ser la Argentina orgullosa que alguna vez fuimos.
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