viernes, 19 de diciembre de 2008

Panamá: La invasión del 20 de diciembre de 1989

Un próximo gobierno panameño tendría que presentarle a Obama un programa mediante el cual se salden las heridas abiertas por la irracional invasión militar del 20 de noviembre de 1989.
Marco A. Gandásegui, h. / CELA-Panamá
¿Cuál es la esperanza que despierta Barack Obama en EEUU y en el mundo entero? Todos compartimos el deseo que el presidente de EEUU, que asumirá el poder el 20 de enero de 2009, abandone la política irracional de su antecesor y guíe la política de su país de manera racional. ¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo: Cuando se sienta en una mesa con los diferentes sectores sociales de su país o con los líderes de otros países, tenga la capacidad de establecer un diálogo entre dos partes.
El nuevo presidente debe tener la capacidad para poner sus planteamientos sobre la mesa. Al mismo tiempo, aceptar que la otra parte haga igual. Con los dos argumentos sobre la mesa se inicia la discusión, el intercambio de ideas y la búsqueda de acuerdos. Durante los ocho años de George W. Bush la política exterior de EEUU fue absolutamente unilateral. No había discusión y, menos, posibilidad de llegar a acuerdos. Declaraba la guerra con razón o sin razón. Montaba operativos desestabilizadores contra gobiernos en todos los continentes.
Su padre, George Bush, tenía una tendencia similar al hijo. Mientras que George W. invadió a Irak y a Afganistán, alegando que lo hacía en venganza por los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York, George padre invadió a Panamá alegando que quería detener a Manuel A. Noriega.
George W. tuvo que lidiar con las Torres Gemelas en septiembre de su primer año en el gobierno. Bush padre invadió a Panamá recién inaugurado su período el 20 de diciembre de 1989. La ofensiva unilateral de Bush padre fue desproporcionada y contraria al Convenio de Ginebra, causando miles de muertes inocentes mediante un bombardeo indiscriminado de barrios populares de la ciudad de Panamá. La invasión militar de EEUU fue condenada en forma unánime por el mundo entero tanto en la OEA como en la ONU.
George W. emuló a su padre apenas ocho años más tarde invadiendo a Irak en una acción cuya racionalidad aún se desconoce. Las Naciones Unidas calcula que han muerto 800 mil iraquíes inocentes, producto de bombardeos indiscriminados y acciones comandos de tropas norteamericanas que se han instalado en forma permanente en el país árabe.
En el caso de Panamá, han pasado cuatro gobiernos desde la pesadilla negra del 20 de diciembre de 1989. Ninguno ha planteado en instancia internacional alguna una denuncia por las acciones criminales del gobierno norteamericano. Aún más extraño, los gobiernos panameños de turno (Panameñistas y del PRD) se han negado a reconocer el carácter nacional de la fecha. El presidente electo Obama promete poner fin, aunque en forma ambigua, a la irracionalidad militar norteamericana y reconocer la diversidad de intereses cuando envía sus negociadores a buscar acuerdos.
Un próximo gobierno panameño tendría que presentarle a Obama un programa mediante el cual se salden las heridas abiertas por la irracional invasión militar del 20 de noviembre de 1989. El primer punto del acuerdo sería reconocer que la invasión fue un error que debe ser enmendado. El segundo, es recibir de parte de EEUU un compromiso que jamás usará la fuerza militar contra Panamá bajo circunstancia alguna.

Marco A. Gandásegui, hijoProfesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA

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