Para quienes acompañamos
a Fidel y a su pueblo por estos más de 50 años de revolución, en la solidaridad,
la fraternidad, las luchas paralelas por transformar nuestras propias
realidades; en las represiones y las victorias, las duras y las maduras, Cuba
será por siempre un referente de digna resistencia y luchas con profundo
significado histórico.
Gilberto López y Rivas / LA JORNADA
El estudio comparado de
las revoluciones contemporáneas en América Latina muestra que a mayor apego de
sus militantes a los principios que dan origen al movimiento y mayor
congruencia ética de sus dirigentes, mayor también el desarrollo y la
consolidación de esos procesos. En el caso de la revolución cubana, el factor
ético esta presente desde la lucha contra la dictadura de Batista y ha sido
recurrente a lo largo de los más de 50 años de su triunfo. Para la generación
de aspirantes a revolucionarios que nacimos en los años 40 del siglo pasado,
Fidel Castro se constituyó en un guía, pero no a la manera del “Gran Timonel”,
o de los dirigentes religiosamente venerados de Corea del Norte, sino como un
pedagogo de la revolución triunfante, del antimperialismo, de la soberanía
recobrada frente a Estados Unidos, del rescate de una nación desde lo popular,
del internacionalismo practicante y, sobre todo, de la coherencia ética.
En ese sentido, una de
las mejores y emotivas semblanzas de Fidel que recuerdo fue la intervención de
Felipe Pérez Roque durante el coloquio internacional Memoria y futuro: Cuba
y Fidel, en noviembre de 2006, con motivo de su cumpleaños 80. El contexto
de esta reunión fue la súbita e incierta enfermedad del comandante. En esta
alocución de Felipe, con una emoción personal visible, “torrente de
sentimientos”, afirmó el orador, identificó cualidades de Fidel, que han
terminado siendo cualidades de la revolución y del pueblo cubano: 1. Su
concepto de la unidad como precondición del triunfo, “desde su modestia, desde
su capacidad de escuchar a los otros, desde su capacidad de convencer,
persuadir y no imponer o dictar la construcción de la unidad”. 2. La ética como
razón de Estado, que no asume la idea de que el fin justifica los medios, que
no acepta que los revolucionarios torturen o asesinen, que los guerrilleros
confisquen a los campesinos, que no imita los métodos de los enemigos. 3. El
desprendimiento por las cosas materiales, los homenajes, las vanidades; la
solidaridad entregada como deber y no como arma de influencia política o
instrumento del beneficio propio. 4. La coherencia en los principios, y los
principios por encima de los intereses. 5. El ejemplo personal; no pedir lo que
no se está dispuesto a hacer antes. 6. Asumir las responsabilidades con derecho
a más sacrificios y restricciones, y no a prebendas y canonjías. 7. La verdad
como arma y condición para ser respetado. 8. La sensibilidad de sentir por los
otros, el dolor o la angustia de otros; 9. La modestia, la ausencia de vanidad
como aspiración de los revolucionarios; refirió Felipe que Fidel nunca afirmó:
“no, esta persona no está a mi nivel para discutir conmigo.” 10. El afán de
leer, estudiar, aprender. 11. El rigor personal, el deber con sus
responsabilidades, de que las cosas salgan bien porque es el compromiso con el
pueblo, con la causa que estamos defendiendo. 12. La derrota no es tal hasta
que no es aceptada; de que siempre existe la posibilidad de revertirla. 13. La
aspiración a la justicia para todos, sin fronteras, como causa universal. 14.
La fuerza de las ideas, la convicción de que una idea justa puede más que un
ejército. 15. Nunca dejar de sentirse un ser humano capaz de ponerse en el
lugar de otro, comprender por lo que pasan los demás. Y Felipe anotó otra de
las cualidades de Fidel: 16. “La ausencia total de odio hacia cualquier
persona”. Odio profundo hacia la injusticia, la explotación, la discriminación
racial o de cualquier naturaleza, pero no hacia las personas, aun si son o han
sido sus enemigos.
Asimismo, hay discursos
memorables de Fidel, que muchos de nosotros recordamos por su profundo
contenido ético, como el célebre alegato denominado: La historia me
absolverá: “Señores magistrados: ¿Dónde están nuestros compañeros detenidos
los días 26, 27, 28 y 29 de julio, que se sabe pasaban de sesenta, en la zona
de Santiago de Cuba? Solamente tres y las dos muchachas han comparecido. ¿Dónde
están nuestros compañeros heridos? Solamente cinco han aparecido: el resto los
asesinaron también. Las cifras son irrebatibles. Por aquí, en cambio, han desfilado
veinte militares que fueron prisioneros nuestros y que, según sus propias
palabras, no recibieron ni una ofensa. Por aquí han desfilado treinta heridos
del Ejército, muchos de ellos en combates callejeros, y ninguno fue rematado.”
El discurso al triunfo de la revolución el 2 de enero de 1959: “Nunca nos
dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro
apóstol: “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, y no hay
satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber, como hemos estado
haciendo hasta hoy y como lo haremos siempre”. El trascendente discurso en que
se rindieron honores fúnebres a los caídos luchando contra la invasión
mercenaria de Playa Girón y en el que se proclama el carácter socialista de la
revolución cubana. “Compañeros obreros y campesinos, esta es la revolución
socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes.
Y por esta revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes,
estamos dispuestos a dar la vida.” El discurso ante la crisis de octubre,
cuando muchos mexicanos, al igual que cuando Playa Girón, hicimos colas para
alistarnos para defender a Cuba y su revolución; en esa ocasión Fidel afirmó:
“Poseemos proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar ¡y
no serán desmantelados jamás¡” Quién no recuerda la pieza oratoria pronunciada
en el Estadio Nacional de Santiago, en Chile, a un año del gobierno de la
Unidad Popular, en el que Fidel advierte proféticamente sobre los peligros del
fascismo: “No hay nadie más anticonstitucional, más antilegal, más
antiparlamentario y más represivo y más violento y más criminal que el
fascismo.”
Para quienes acompañamos
a Fidel y a su pueblo por estos más de 50 años de revolución, en la solidaridad,
la fraternidad, las luchas paralelas por transformar nuestras propias
realidades; en las represiones y las victorias, las duras y las maduras, Cuba
será por siempre un referente de digna resistencia y luchas con profundo
significado histórico, y Fidel es y será por siempre el dirigente que estuvo a
la altura de su pueblo y su revolución, de los pueblos y revoluciones del mundo
entero. ¡Hasta siempre, comandante!
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