Necesitamos romper ese
modelo que nos ha traído al dilema de crecer o vivir. Ya no es posible
continuar con el esquema económico tradicional. Es la hora de la economía
ecológica renovada: con nuevo conocimiento científico, nuevo orden
internacional, nuevo ser humano y una nueva forma de medir los problemas ambientales
(nueva métrica).
Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)
Terminó otra cumbre de
cambio climático en Marruecos (la COP 22), sin resoluciones favorables para la
humanidad. Desde hace un tiempo sabemos que algo anda mal con el planeta. No
solo lo dicen los científicos, la gente común ya empieza a preocuparse y a
organizarse. El 30 de octubre de 2016, National Geographic lanzó al aire un
filme gratuito para todo el mundo. El documental ‘Before the Flood’ (Antes del
diluvio, en inglés) se difunde en español como ‘Antes que sea tarde’ (¿antes DE
que sea tarde?) y se puede descargar de YouTube o de Twitter. El presentador es
Leonardo DiCaprio, uno de los actores más famosos de Hollywood. A pesar de eso,
la cinta no oculta el papel de gran contaminador que tiene Estados Unidos ni la
existencia en ese país de una fuerte corriente política y religiosa que niega
el calentamiento global (con Trump a la cabeza), o al menos niega en forma
enfática la responsabilidad humana del cambio climático.
El Fondo Mundial de
Vida Silvestre (WWF) advierte que la manera en la que consumimos los recursos
del planeta es insostenible (Planeta Vivo: Informe 2016). Si es que no
cambiamos este rato los sistemas alimentario y energético, ya nada frenará el
cambio climático y se acabará con la biodiversidad. Desbordamos los límites de
CO2 en la atmósfera y rebasamos la capacidad de resiliencia (adaptación) de la
naturaleza. Está en juego la continuidad de la civilización, es decir, gran
parte de la humanidad podría retroceder tecnológica y socialmente a una etapa
primitiva; hasta como especie peligramos.
En cierto modo, hemos
violado el contrato de arrendamiento con la Tierra, pero el planeta no tiene
abogados para demandarnos por los daños causados. Y si los hubiera, esos
abogados tampoco sabrían dónde litigar, pues no hay una corte de justicia
ambiental internacional. El sistema capitalista ha creado esta situación, dando
prioridad al valor de cambio por encima del valor de uso. Esa modalidad sirve
en la Bolsa de Valores, pero no en el mundo real. Ante esta crisis civilizatoria, somos como la
persona poseedora de un diamante en el desierto más lejano; el valor de cambio
del diamante ya no sirve. Un vaso de agua tiene un valor de uso que supera en
ese contexto al diamante. Necesitamos romper ese modelo que nos ha traído al
dilema de crecer o vivir. Ya no es posible continuar con el esquema económico
tradicional. Es la hora de la economía ecológica renovada: con nuevo
conocimiento científico, nuevo orden internacional, nuevo ser humano y una
nueva forma de medir los problemas ambientales (nueva métrica).
La nueva métrica debe
considerar aspectos biofísicos (hectáreas deforestadas, número de especies que
se pierden, apropiación del espacio ambiental que realizan los países ricos,
litros de agua que se contaminan, etc.). Para aplicar esta nueva métrica se
requiere de una nueva actitud, de una visión que anteponga al ser humano por
encima del mercado, a la creatividad sobre el capital.
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