Sin necesidad
de invasión foránea ni de conflicto armado, un ejército de especuladores va
destruyendo impunemente el proyecto socialista bolivariano. Es la vanguardia
enemiga a atacar y neutralizar si queremos sobrevivir.
Luis Britto García / Aporrea
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La guerra,
sentenció Clausewitz, es la continuación de la política por otros medios.
Podemos añadir que la política es la continuación de la economía, por otras
vías, así como ésta es la prolongación de la cultura en otros ámbitos. Toda
guerra comienza como conflicto económico, y termina arrojando consecuencias
financieras. Antes de que comiencen a caer bombas, empiezan a llover titulares.
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Para
ahorrarnos redactar una Historia del Mundo, recordemos que las dos Guerras Mundiales
en realidad se libraron para evitar que la potencia industrial más desarrollada
de Europa dominara el mundo mediante alianzas que le hubieran asegurado los
recursos humanos y naturales de Asia y de África. La Guerra Fría fue una
contienda económica de medio siglo que terminó quebrando la economía soviética.
Desde 1959 avanza otro conflicto contra Cuba llamado Bloqueo. Otro más destrozó
la distribución de bienes en Chile y sirvió de pretexto para interminable
dictadura neoliberal. Un bloqueo precipitó la derrota electoral del sandinismo.
No es casual que las principales guerras de las últimas décadas se hayan
librado en países con recursos energéticos o con pasos estratégicos hacia
ellos. Todos estos conflictos comenzaron como guerras simbólicas. En todas se
legitimó el genocidio como cruzada por la libertad, la pureza racial, la
democracia y la economía de mercado. En todas las atrocidades de los agresores
fueron ocultadas o disimuladas e inventadas o exageradas las transgresiones de
los agredidos. La mayoría fueron legitimadas por atentados de falsa bandera, en
los cuales se presentó como atacantes a los atacados. En todas se procedió a
una reescritura de la Historia para lograr la conformidad de vencedores y
vencidos con el resultado.
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¿Qué habrán
sido, me pregunto, el cierre patronal convocado por Fedecámaras y el sabotaje
perpetrado por la "meritocracia" de Petróleos de Venezuela SA en 2000
y 2003, que costaron al país pérdidas superiores a los 15.000 millones de
dólares y un abrupto descenso en el PIB? ¿Será casual, me interrogo, la brutal
caída de los precios de la energía fósil, causada por la simultánea entrada en
el mercado del petróleo de Irak manejado por los estadounidenses, la inundación
de crudo barato de los sauditas aliados de Estados Unidos y el salto de ese
país a la condición de primer productor de hidrocarburos del mundo a costa de
desmesuradas inversiones contaminantes en petróleo de esquistos o lutitas y
convencional? ¿O corresponde a una ofensiva para hacer quebrar a los países no alineados
de la OPEP, comprar por miserias sus industrias petroleras y luego resarcirse
con el monopolio planetario de los hidrocarburos? ¿Será por eso que el nuevo
Satanás mediático es el Islam; que del horizonte de los eventos se ha
desterrado el concepto de Lucha de Clases para sustituirlo por el de Conflicto
entre Civilizaciones?
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El arte de
la guerra, decía Sun Tzu, se basa en el engaño. Los símbolos son los
proyectiles de la guerra de mentiras. La mejor estrategia del Diablo es fingir
que no existe. La manera de ganar una guerra es pretender que no la hay. Para
no tener que censar el estado del planeta, elijamos como muestra el botón de
Venezuela. Los medios de comunicación privados, en su mayoría voceros
asalariados de los empresarios, han emprendido una campaña para esconder la
agresión que todos padecemos. Para desmentir sus coartadas utilizamos los datos
compilados por Pasqualina Curcio Curcio en su contundente trabajo La mano
visible del mercado: Guerra económica en Venezuela (2016, Caracas, Ediciones
Somos los mismos).
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Primer
artículo de Fe de la Guerra Simbólica que barre el planeta es la afirmación de
que el capitalismo funciona y el socialismo no. Mienten los grandes empresarios
venezolanos y sus portavoces al afirmar que las medidas socialistas traban la
producción. Demuestra Pasqualina Curcio que en Venezuela el producto interno
bruto (PIB) total ha aumentado 43% desde 1999 hasta 2015, que el PIB agrícola
se incrementó 27% entre 1999 y 2014. Señala también que el PIB total del año
2015, cuando se registró un nivel de escasez superior al 30%, fue 34% mayor que
el del año 2004 que registró niveles de escasez sólo de 7%. Y que el PIB
agrícola el año 2014 fue 14% mayor que el del 2004.
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Segundo
artículo de Fe de la Guerra Económica es que hay que negar todos los derechos a
los trabajadores para que la economía funcione. Calumnian los empresarios y sus
pasquines que los derechos de estabilidad laboral, antigüedad e indemnización
por cesantía concedidos a los trabajadores venezolanos acarrean cierre de
industrias y desempleo masivo. Pero la tasa de desempleo disminuyó 62,5% entre
1999 y 2015, ubicándose en 6%, su nivel histórico más bajo.
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Tercer
artículo de Fe de la Guerra Económica es que las medidas socialistas impiden el
ingreso al país de bienes indispensables. Engañan los empresarios y sus
turiferarios afirmando que hay caída de las importaciones. Pero en realidad
éstas crecieron 129% desde 1999 hasta 2014, y las de ese último año fueron 91%
mayores que las del 2004, año en el cual ascendieron a 16.000 millones de US$,
mientras que en 2014, ascendieron a 31.000 millones de US$.
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Cuarto
artículo de Fe de la Guerra Simbólica es que sólo la empresa privada produce
riqueza. Pero en gran parte de los países del mundo, y particularmente en
Venezuela, esta medra gracias a la protección del Estado. Embaucan los
empresarios y sus medios alegando que la tardanza del gobierno en otorgarles
dólares preferenciales impide la importación de alimentos. Es necesario
explicar que en Venezuela los empresarios reciben del Estado estos dólares
preferenciales primero a seis, y luego a diez bolívares por dólar, para luego
vender en mercados paralelos las mercancías así adquiridas así como si las
hubieran comprado a las tasas de 1.000, 1.500 y hasta 2.000 Y 4.000 bolívares
por dólar del mercado negro. Pero el año 2014 la asignación de dólares
preferenciales ascendió a 7.700 millones de US$, 259% mayor que en 2004, cuando
fue de 2.100 millones de US$. En 2004 se importaron $ 608.000 millones en
medicamentos, mientras que en 2014 se importaron 2.400 millones de US$, con un
incremento que ascendió a 309%. Lo que la Guerra Simbólica nunca aclara es que
obtener del Estado dólares a una tasa de diez bolívares para negociarlos o
vender los productos adquiridos por ellos a tasas superiores a 2.000 bolívares
por divisa constituye un margen de utilidades superior al del narcotráfico y al
de la más desatada especulación financiera.
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Quinto
artículo de Fe de la Guerra Económica es que el proteccionismo es malo, salvo
cuando beneficia a los grandes capitales. Insisten los empresarios y sus
pasquines en que la escasez se debe a que el gobierno no les asigna los
codiciados dólares preferenciales. Demuestra Pasqualina Curcio que desde la
instauración del control cambiario en 2003, a la empresa privada se le han
entregado 338.341 millones de dólares para la importación de bienes y servicios
(BCV, varios años). Y señala que en 2004, cuando no hubo desabastecimiento, le
fueron asignados 15.750 US$, mientras que en 2013, cuando escasean los
productos básicos, la cantidad asignada se duplicó a 30.859 US$. En 2007 y 2008
se llegó a asignar cerca de 40.000 millones de US$, respectivamente.
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Sexto
artículo de Fe de la Guerra Económica es que la Mano Invisible del Mercado
regula la economía, y que debemos resignarnos a sus bofetones visibles, que
son, como el destino, inevitables e impersonales. Pero demuestra Pasqualina
Curcio con gráficos irrecusables que en Venezuela cada vez que se aproxima una
consulta electoral o una confrontación política aumenta inexplicablemente la
escasez de bienes básicos. La escasez responde única y exclusivamente a esta
variable: no se relaciona ni con el Producto Interno Bruto, ni con el Producto
Interno Bruto Agrícola, ni con la Tasa de Desocupación, ni con el Total de las
Importaciones, ni con la Asignación de Divisas al Sector Privado, ni con la
Producción de Bienes Básicos. Pero sí hubo picos de escasez inmediatamente
antes y durante el Cierre Patronal y Sabotaje Petroleros de 2002-2003; durante
el Referendo para revocar al Presidente Chávez (que resultó confirmatorio) en
2004; durante las elecciones Regionales en 2008, durante las elecciones
Parlamentarias, Regionales y Municipales en 2010, durante las elecciones
Presidenciales en 2012; tras el fallecimiento de Hugo Chávez Frías y la
convocatoria a nuevas elecciones presidenciales en 2013; y desde luego, durante
la oleada terrorista de 2014 y las elecciones parlamentarias en 2015. Tras
éstas, el pico de escasez no bajó: el estrangulamiento económico del pueblo
escatimándole los bienes cuya compra el Estado subsidió con dólares
preferenciales le reportó a la oposición capitalista el ganar un Poder del
Estado: desde entonces aprieta los tornillos esperando que el hambre del pueblo
les entregue el poder total.
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No tienen
realidad los espantajos esgrimidos por la guerra simbólica. No hay entonces ni
disminución de producción o importación ni cierre de empresas, ni desempleo ni
falta de asignación de dólares preferenciales. El problema es mucho más sencillo:
los grandes importadores y productores de bienes básicos constituyen un
oligopolio de una docena de empresas, el cual crea un tapón de acaparadores e
intermediarios interpuesto entre los bienes subsidiados por el Estado y el
pueblo consumidor. Sin necesidad de invasión foránea ni de conflicto armado, un
ejército de especuladores va destruyendo impunemente el proyecto socialista
bolivariano. Es la vanguardia enemiga a atacar y neutralizar si queremos
sobrevivir.
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Decía
también Sun Tzu: "Si conoces a tu adversario y te conoces a ti mismo, ni
en cien batallas correrás peligro; si no conoces a tu enemigo pero te conoces a
ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a tu adversario ni
te conoces a ti mismo, en todas las batallas estarás en peligro".
Conozcamos al enemigo, conozcámonos, y siempre venceremos.
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