sábado, 22 de marzo de 2025

Unos cisnes, y el otro

 La teoría del cisne negro se refiere ante todo a sucesos inesperados de gran magnitud y consecuencias, y el papel que desempeñan en la historia. Estos hechos, que a primera vista son considerados como atípicos, pueden tener un impacto mucho mayor sobre las conductas colectivas que los sucesos regulares.

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América
Desde Alto Boquete, Panamá


“La verdad tiene un lenguaje sencillo que seduce a la más indiferente voluntad: los oídos se resisten a ella en vano: ella tiene una fuerza secreta que convence, subyuga y conquista.”

José Martí, 1875[1]


En tiempos antiguos, cuando Roma era un imperio, la expresión “cisne negro” designaba lo que el poeta Juvenal llamó una rara avis in terris nigroque simillima cygno: “un ave rara en la tierra, y muy parecida a un cisne negro”. Para entonces se pensó que el cisne negro nunca había existido -y en efecto, en Europa solo los había blancos – y aquella ave imaginaria pasó a convertirse en el equivalente de lo imposible. 

 

Sin embargo, en 1697 una expedición holandesa que exploraba la Australia Occidental descubrió allí la existencia de esas aves. Con ello, la expresión pasó a designar una imposibilidad percibida que podría ser refutada por acontecimientos inesperados.[2] Para el siglo XXI, el filósofo libanés Nassim Taleb utilizó a este cisne negro como metáfora para describir un suceso sorpresivo de gran impacto que, una vez ocurrido, se racionaliza  por retrospección haciendo que parezca explicable y predecible. Tal ocurrió, por ejemplo, con los atentados del 11 de septiembre de 2001, y con la pandemia de 2021-2022. Hoy, el cisne negro sobrevuela el elevado umbral de incertidumbre que genera la creciente conciencia sobre los riesgos para la Humanidad que entraña la crisis en curso en las relaciones entre la especie humana y los entornos naturales de los que depende su existencia.

 

Para Taleb, aun cuando exista un grupo de personas que está enterada de que un determinado escenario es posible, el efecto del cisne negro afecta sobre todo a grandes mayorías que no están en capacidad de prever el evento que provoca el fenómeno, ni preparadas para encarar sus consecuencias. En esta perspectiva, la llegada del cisne negro

implica el desproporcionado papel de alto impacto, difícil de predecir, y los sucesos extraños que están fuera del ámbito de las expectativas normales de la historia, la ciencia, las finanzas y la tecnología, tal como ocurre por ejemplo con los eventos meteorológicos extremos o los enormes incendios forestales de nuestro tiempo.

 

A esto se agrega la dificultad de predecir la probabilidad de tales sucesos utilizando métodos científicos, sobre todo cuando ésta es reducida con respecto a lo estimado como normal en otros tiempos. Y a esto se agregan los sesgos psicológicos que hacen a las personas individual y colectivamente ciegas ante la incertidumbre e inconscientes de la naturaleza masiva – planetaria, con frecuencia cada vez mayor- del suceso extraño.

 

En este sentido, la teoría del cisne negro se refiere ante todo a sucesos inesperados de gran magnitud y consecuencias, y el papel que desempeñan en la historia. Estos hechos, que a primera vista son considerados como atípicos, pueden tener un impacto mucho mayor sobre las conductas colectivas que los sucesos regulares. Al respecto, Taleb atribuye tres características principales a un “cisne negro”: 

 

En primer lugar es un caso atípico, ya que se encuentra fuera del ámbito de las expectativas regulares, porque no hay nada en el pasado que puede apuntar de manera convincente a su posibilidad. En segundo lugar, conlleva a un impacto extremo. En tercer lugar, a pesar de su condición de rareza, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones de su presencia después de los hechos, por lo que es explicable y predecible.

 

Esta combinación de “rareza, impacto extremo y retrospectiva (aunque no prospectiva)”, añade, “permite entender que una pequeña cantidad de ‘cisnes negros’” contribuye a explicar “casi todo en nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y las religiones, a la dinámica de los acontecimientos históricos, hasta los elementos de nuestra vida personal.”

En tiempos de cambio como los que vivimos, esto puede generar actitudes de rechazo al tipo de conocimiento que permite dar cuenta de tales hechos, y demanda emplear ese conocimiento en un proceso constante de evaluación de riesgos y ponderación de oportunidades, apelando tanto a los recursos predictivos que nos ofrecen las ciencias naturales y humanas, como a una información pública sustentada en datos y hechos comprobables. 

           

Esto resulta tanto más importante en cuanto el cambio de épocas por el que atravesamos está asociado a una perturbación simultánea que afecta a dos estructuras interdependientes entre sí en un grado que hoy puede parecernos sorprendente. Una es la del sistema mundial que hemos conocido desde la década de 1950. Otra, la de los sistemas que hacen posible la vida en la Tierra, perturbadas por la creciente capacidad de nuestra especie para alterar su funcionamiento. A esto último se refieren los múltiples informes de organismos especializados en relación con el deterioro de las aguas, la atmósfera, los suelos, la biodiversidad y los ecosistemas a escala planetaria.

           

El proceso que genera esas transformaciones, en curso desde fines del siglo XVIII y de creciente incidencia desde mediados del XX, recibe el nombre de Antropoceno, porque tiene a nuestra especie como protagonista mayor. Ese protagonismo, sin embargo, no es consciente para la inmensa mayoría de los humanos, atrapados en una circunstancia de crecimiento económico incierto, inequidad social persistente, funcionalidad institucional decreciente, y creciente deterioro ambiental. En esa inconsciencia reside el riesgo mayor del cisne negro en nuestra vida cotidiana, pues limita nuestra capacidad colectiva para reaccionar ante los desafíos de un cambio de épocas que bien podría llevarnos a un mundo de dificultades mayores que el actual, o a sociedades a un tiempo prósperas, equitativas, sostenibles y democráticas, según sea nuestra actitud ante las transformaciones en curso.

Nunca ha sido tan importante informar sobre esas transformaciones, ni tan necesario crear las condiciones para debatir la manera más adecuada de encararlas. Producir, difundir y aplicar el conocimiento a la solución de los grandes problemas de nuestro tiempo, y propiciar el debate de las soluciones que ellos demandan de la manera más amplia y mejor informada posible es cada día más importante ante los desafíos de nuestro tiempo. Nada nos preservará del cisne negro como disminuir el umbral de incertidumbre de los tiempos en que vivimos. Nada nos hará más útiles a nuestra sociedad que atender a esa tarea, de apariencia quizás menor ante los desafíos que enfrentamos, pero de importancia cada vez mayor para el futuro al que aspiramos.

 

Alto Boquete, Panamá, 19 de marzo de 2025

            


[1] “Escenas mexicanas”. Revista Universal, México, 24 de junio de 1875. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI, 244.

[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_del_cisne_negro

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