sábado, 29 de marzo de 2025

Europa: ¿estudiar la historia ayuda a no repetir errores?

 Los políticos europeos parecen olvidar en estos días el ambiente que precedió a la Primera Guerra Mundial, cuando eufóricamente los jóvenes eran enviados al matadero que significó la guerra de posiciones en donde encontraron la muerte en las trincheras hasta 30 millones de personas…

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica 

Con frecuencia se dice que el pasado hay que conocerlo para no volver sobre las huellas que, eventualmente, nos llevaron por caminos que desembocaron en desgracias. Eso han tratado de hacer los alemanes, por ejemplo, y llevan 80 años dándose con una piedra en el pecho por los crímenes que cometieron los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Los mismos alemanes nos muestran también cómo esa memoria es siempre una lectura selectiva en función de intereses del presente, y eso queda en evidencia cuando escatiman los méritos en la victoria sobre el fascismo que tuvo la Unión Soviética y se los trasladan a Estados Unidos. Quién sabe si no ahora, que su otrora idílico aliado les ha dado la espalda, construyen otra narrativa, esta vez acorde con los nuevos balances geoestratégicos en construcción del orden mundial.
 
Hay entonces cosas que se recuerdan parcialmente o deformadas, así como hay otras que simplemente se olvidan o se hace todo lo posible por enterrarlas, como hacen los gatos con su porquería. Ahí está el caso de España, en la que los agraviados de las matanzas perpetradas por el franquismo siguen peleando por, cuando menos, saber en dónde están los restos de sus familiares asesinados a mansalva. Como bien ha dicho Atilio Borón, la historia no es un museo, es un campo de batalla.
 
Asimismo, los políticos europeos parecen olvidar en estos días el ambiente que precedió a la Primera Guerra Mundial, cuando eufóricamente los jóvenes eran enviados al matadero que significó la guerra de posiciones en donde encontraron la muerte en las trincheras hasta 30 millones de personas: en las casas de los ricachones se brindaba con Champagne y los reclutas partían hacia el frente lanzando hurras para luego regresar mutilados y horrorizados de la carnicería.
 
Todo eso parece haberse echado en saco roto ahora que los vientos guerreristas vuelven a soplar en el que Josep Borrell llamó “el jardín” europeo. Es espeluznante ver la labilidad de la conciencia que se aboca, otra vez, a entonar himnos y desplegar pendones de guerra atizada por discursos de políticos inescrupulosos que manipulan los sentimientos más básicos de la gente.
 
¿Qué le pasa a esta caterva de políticos que se atreven a jugar con tanta ligereza con el destino no solo de ellos, sino de toda la humanidad? Saben que su discurso guerrerista, que pide cada vez más dinero para armarse hasta los dientes, va en detrimento de las necesidades básicas, de los presupuestos sociales de una población que, como en España, tiene un salario mínimo de 1184 euros, cuando el alquiler de un “espacio habitacional” de 30 metros cuadrados en una ciudad como Madrid cuesta de 800 euros para arriba.
 
Para justificar y tratar de convencer a esa gente que ve difícil llegar a fin de mes, han echado mano de una política de inoculación del miedo. 
 
Utilizan el fantasma del ogro ruso que, una vez que se fagocite a Ucrania nada lo detendrá y llegará hasta el Canal de la Mancha sin que haya aliado del otro lado del Atlántico que los ayude a detenerlo. Amagan con enviar tropas al frente ucraniano, con fabricar bombas atómicas y, aunque ya se deberían de haber dado cuenta que eso no les ha funcionado, con imponer más sanciones a los rusos.
 
Esta semana, la Comisión Europea ha propuesto que todo ciudadano de la Unión tenga un kit de supervivencia personal para caso de guerra o crisis climática. Ya Noruega y Suecia se le habían adelantado y desde hace meses han distribuido folletos con instrucciones de cómo utilizar refugios atómicos.
 
Es decir, se trata de una histeria bélica que recuerda lo que ya a inicios del siglo XX vivieron en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Como entonces, este ambiente es respaldado y avivado por una cohorte de periodistas y medios de comunicación del establishment incapaces de ver los intereses de las grandes corporaciones armamentistas que se encuentran atrás, y las aspiraciones de retomar viejos sueños de corte colonial de gran potencia que los nuevos tiempos han enterrado.
 
A esta gente, la historia no les ha enseñado nada, y si siguen por esa vía tropezarán nuevamente con la misma piedra. Ojalá que esta vez no se hagan realidad las predicciones que auguran el fin de la humanidad en esta posible nueva contienda. 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente. Excelente te. Lo ompartiré y republicaré.