sábado, 20 de septiembre de 2025

Colombia: La descertificación, un nuevo escenario de confrontación política

La descertificación de Colombia por Washington refleja las duras contradicciones que enfrentan a los dos gobiernos en asuntos cruciales.

Consuelo Ahumada / Para Con Nuestra América
Desde Colombia

El 15 de setiembre se conoció por fin el temible edicto imperial que certifica o descertifica, de manera unilateral, a los países por su cooperación en la lucha contra el narcotráfico.
 
El memorando firmado por Trump señala que Afganistán, Bolivia, Birmania, Colombia y Venezuela “han incumplido de manera demostrable durante los últimos 12 meses con sus obligaciones bajo los acuerdos internacionales contra el narcotráfico”.
 
Es la segunda vez que se produce la descertificación del país desde cuando existe este mecanismo colonial.
 
La decisión, claramente de carácter político, sobreviene en el momento más crítico de la relación entre Colombia y EE. UU. Desde cuando Trump asumió el mando, signado por el saludo nazi de Musk, las contradicciones con EEUU se exacerbaron en asuntos cruciales.
 
La fuerte desavenencia e intercambio de recriminaciones y amenazas arrancó por la negativa de Petro a permitir que los inmigrantes deportados llegaran al país en condiciones indignas.
Hay otros asuntos adicionales. Desde los inicios de su mandato, el presidente colombiano ha mostrado su liderazgo en foros de la región y del mundo, denunciando con claridad la responsabilidad de las potencias en el negocio de la guerra y el tráfico de armas.
 
Ha sido notoria su postura valiente frente al genocidio de Gaza, su decisión de romper relaciones diplomáticas, comerciales y políticas con Israel. Un asunto altamente sensible para Washington y el poderoso lobby sionista.
 
Pero ha ido todavía más lejos. Culpa a las potencias económicas y a su codicia de la magnitud de la crisis climática. Se pronuncia enérgicamente frente al enorme peso de la deuda externa, controlada por el Norte, sobre los pueblos empobrecidos del Sur Global.
 
Adicionalmente, al igual que el resto de la región, se acerca a los BRICS y pugna por diversificar las relaciones comerciales, diplomáticas y políticas del país. Francia Márquez establece vínculos con el continente africano. Este gobierno rompe la historia de sometimiento total a Washington de los presidentes colombianos.
 
Desde los inicios de su gobierno, el mandatario colombiano anunció un cambio de énfasis en la fracasada política antinarcóticos. Se ha centrado en la incautación de los grandes cargamentos de droga y no en la persecución a las familias campesinas cultivadoras, como se hacía tradicionalmente.
 
Pero, dada la magnitud del reto, y los fuertes condicionamientos de Washington, es muy poco lo que se ha podido avanzar en una política alternativa.
 
Sin embargo, Petro ha dado pasos importantes en asuntos centrales, tendientes a proveer alternativas para la sustitución de los cultivos de coca: repartición y formalización de tierras, inversión en vías terciarias, distritos de riego, apoyo a la producción campesina, servicios sociales básicos, como agua y alcantarillado, educación y salud pública.
 
Son también condiciones fundamentales para alcanzar la paz en Colombia, ignoradas después de la firma del Acuerdo. Por eso hoy proliferan las organizaciones criminales, en disputa por los negocios ilegales, renuentes a contribuir a sentar las bases de la paz.
 
Por otra parte, el gobierno ha intentado ponerles límites a las cuantiosas ganancias de las empresas multinacionales, extranjeras y nacionales, de los sectores financiero, minero-energético, comunicaciones, servicios públicos y sociales.
 
La reforma tributaria aprobada en el 2022 y después desmantelada por la Corte Constitucional y la oposición, la ley de presupuesto y de financiamiento, entrabada hoy en el Congreso, las reformas sociales estratégicas, apuntan en ese sentido.
 
Es decir, en medio de logros incuestionables, y también de tropiezos, tenemos un gobierno que avanza y sienta las bases de la transformación social.
 
Un gobierno que definitivamente no está en consonancia con los mandatos de Washington. Por eso lo descertifican. Además, enfrenta una férrea oposición de la ultraderecha y de las viejas elites. Es la puja por el poder político en período electoral.
 
La oposición, estimulada y apoyada por Marco Rubio y algunos congresistas estadounidenses, ha intentado todos los mecanismos para derrocarlo y/o derrotarlo: Ensayos de golpe blando, amenazas contra su vida, acusaciones sin sustento de adicción a la droga e ineptitud para gobernar.
 
Estos mismos personajes presionaron ahora por la descertificación. Nuevamente aparece ese contubernio entre la oposición y sus aliados estadounidenses. Al mismo tiempo, claman por la invasión a Venezuela.
 
Incluso los alcaldes de Cali y Medellín viajaron expresamente a tratar de sembrar mayor desconfianza en Petro e incidir en la descertificación. Mientras tanto, los jefes de los poderosos gremios económicos le piden al presidente que agache la cabeza y modere su discurso.
 
Hasta el Parlamento Europeo se pronunció la semana pasada, cuestionando al gobierno colombiano y tratando también de incidir en la descertificación.
 
El estado actual de las relaciones con EE. UU. es bastante complicado. No se sabe con precisión cuál puede ser el desenlace del operativo militar de Trump frente a Venezuela. Hasta ahora, pretende dar golpes certeros para exacerbar las tensiones.
 
Pero el impacto de un golpe bélico en el territorio del país vecino afectaría también a Colombia y a toda la región. Petro ha insistido en rechazar cualquier posible intervención militar.
 
Como se ha venido insistiendo, EE. UU. no tiene el menor interés en combatir el narcotráfico en la región. El país que pretende certificar la lucha contra el narcotráfico es el primer consumidor de cocaína en el mundo.
 
Pero también el principal receptor de los enormes recursos provenientes de este y otros negocios conexos, mediante su sistema financiero y los paraísos fiscales propios y de otros territorios como el Golfo Pérsico.
 
Es la junta del narcotráfico que articula grupos criminales de varios países, a la cual se han referido Petro y algunos estudiosos del tema.
 
Las estructuras legales e ilegales que manejan dichos negocios son responsables de cientos de miles de muertos en Norteamérica, Colombia y otros países latinoamericanos. “Los EEUU nos descertifican, después de decenas de muertes de policías, de soldados, de gente del común, tratando de evitar que les llegue la cocaína (…) de impedir que la sociedad norteamericana se embadurne las narices”, señaló Petro anoche.
 
La descertificación tendrá efectos graves para el país. Vendrán ahora mayores presiones y restricciones por cuenta de EE. UU. y los organismos internacionales. Puede preverse que este último año seguirá siendo de bastante confrontación.

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