sábado, 12 de agosto de 2017

Argentina, entre la ficción democrática y los desaparecidos

Santiago Maldonado debe aparecer con vida ya y en buen estado de salud, en él está comprometida la vida de millones de jóvenes que sueñan con una sociedad más justa y solidaria y más comprometida con los intereses colectivos.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Santiago Maldonado es un joven artesano de 28 años que está desaparecido desde el 1° de agosto. Es un artesano de la provincia de Buenos Aires que sumó su voz a la protesta de la comunidad mapuche, históricamente exterminada y erradicada de sus territorios ancestrales. No era activista ni guerrillero, es un joven soñador que llegó hasta esos lares hastiado del consumismo y sus estragos. Los mapuches protestaban contra la invasión a sus tierras hechas por la compra del empresario italiano Luciano Benetton, propietario de grandes extensiones en la Patagonia, dedicado a la explotación de la lana de sus criaderos de ovejas. Su marca es líder mundial en la industria indumentaria. Eso es sabido. Lo curioso y también reconocido, es que la última vez que se lo vio a Santiago fue cuando era golpeado y detenido por efectivos de la Gendarmería Nacional, cuestión que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich no ha podido dar explicaciones hasta el momento. Momento urticante y álgido en el que, con toda la historia que tenemos los argentinos a cuestas, las comisiones de Derechos Humanos locales e internacionales, Abuelas y CTA ante la presunción de lo que le haya ocurrido al joven Santiago Maldonado, se han planteado una gran manifestación a la Plaza de Mayo, esta tarde del viernes 11 de agosto para pedir por su liberación y el esclarecimiento de su situación.

Nuestros hermanos mapuches exterminados, erradicados y reducidos a servidumbre esclava desde la mal denominada “Conquista del desierto” en el siglo XIX, conducida por el General Julio Argentino Roca, dos veces presidente de la nación y costeada por los socios de la recién fundada Sociedad Rural Argentina en 1866, quienes serían los principales beneficiarios del reparto de tierras. Los mismos que hace una semana atrás se regodeaban con el presidente Macri al inaugurar su exposición anual, en donde el mandatario volvía a las remanidas palabras tantas veces pronunciadas por la oligarquía vacuna. “cuando el campo crece, crece la Argentina”. La Argentina de unos pocos, sobre la miseria y explotación de millones.

Además de la gravedad del caso en tiempos de democracia, cuando vuelven a aparecer resabios totalitarios, resabios que han florecido en el suelo fértil del gobierno de los ricos y el retorno a los privilegios de la exclusividad de grupo, esto sucede en días previo a las primeras elecciones después del cambio de gobierno, de un giro copernicano a lo vivido anteriormente. Elecciones cuyos resultados pueden frenar la prepotencia y la soberbia de ese país futuro que declaman, inserto en el mundo de los negocios, paraíso bananero del imperio y las multinacionales, cuyos obreros deberían contentarse con un tazón de arroz como dieta diaria.

El presidente Macri, que no puede negar en carne propia los beneficios obtenidos tras la última dictadura genocida, puesto que su padre Franco para incrementar su fortuna, contó con los privilegios de la patria contratista y las promociones económicas generadas por las políticas de Martínez de Hoz, ministro de economía del régimen y tataranieto del primer presidente de la Sociedad Rural, no puede hacerse el desentendido de lo que es la desaparición de personas, puesto que el dictador y genocida Videla, lo expuso claramente en la histórica conferencia de prensa de setiembre de 1979: “un desaparecido como tal es una incógnita, mientras está desaparecido no está muerto ni vivo, no tiene entidad.” Palabras horrorosas y aberrantes de quien expresaba su “visión cristiana del hombre y del mundo”.

Por lo tanto, su ministra y él mismo no pueden dar las explicaciones de simples espectadores, cuando representan al Estado Nacional y la familia de Maldonado y la sociedad argentina en su conjunto, espera respuestas contundentes. Declaración a la que podrán recurrir a la tan pronunciada: “nos equivocamos, pero ¿vieron? Lo reconocemos y volvemos al punto cero”. No. Con la vida no se juega. Y… aunque quieran desentenderse, como lo han hecho hasta ahora con tantos reclamos sociales, no podrán hacerlo. Porque finalmente, hasta la ilegítima prisión de Milagro Sala se va revirtiendo y deberán permitirle estar en su domicilio.

En cuanto a los inversores extranjeros presentes en la Patagonia, como el ya conocido Benetton, Ted Turner y Joseph Lewis – quienes han cercado parques y lagos antes públicos y mantienen por esto serios litigios con organizaciones sociales y públicas, el caso de este último es anecdótico: amigo personal del presidente quien es asiduo concurrente a la mansión que tiene en lago Escondido, propietario de miles de hectáreas en la Patagonia y principal accionista de Edenor, empresa beneficiada con una condonación de deuda al fisco de más de 1.200 millones por la estrecha relación con el primer magistrado. Suerte de la que no disponen los mapuches que también sufren por el desalojo de sus propiedades de Villa La Angostura, ahora en manos de otro argentino exitoso, el basquetbolista de la NBA Emanuel Ginobili, líder entre los muchachos triunfadores que ven en él un ejemplo a seguir, aunque desconozcan sus oscuros negocios en contra de los pueblos originarios.

Santiago Maldonado debe aparecer con vida ya y en buen estado de salud, en él está comprometida la vida de millones de jóvenes que sueñan con una sociedad más justa y solidaria y más comprometida con los intereses colectivos.

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