La
Revolución Bolivariana obtuvo el 30 de julio de 2017, 730 mil votos más que el
mejor resultado que haya obtenido en su historia (los 7.309 de 2000). Pero al
igual que las anteriores, esta batalla electoral es una nueva batalla por la
legitimidad. Y la misma se libra en el terreno desigual del combate contra los
pulpos mediáticos de todo el mundo.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En un
artículo que publiqué en abril de 2013 con respecto a la apretada victoria de
Nicolás Maduro en las recién celebradas elecciones presidenciales, expresé que
la izquierda se ve obligada a ganar ampliamente las elecciones para que su
triunfo no sea cuestionado. El 1.78% de diferencia no le alcanzó a Nicolás Maduro para evitar ser cuestionado
por Washington, la derecha neoliberal internacional y los grandes medios de
comunicación. En cambio sí le alcanzó en México a Felipe Calderón el 0.56% con
el que se dice le ganó a Andrés Manuel López Obrador. Estamos procesando en
este momento las noticias con respecto a las elecciones para la Asamblea
Constituyente en Venezuela y sabemos que votaron 8.089,160 millones de personas
(más del 41% del padrón electoral). La descalificación de ese nivel de
participación no se ha dejado esperar.
La
derecha neoliberal venezolana que infló más de 3 veces el número de votantes en
el ilegal plebiscito que organizó el 16 de julio de 2017, ahora dice que en las elecciones
constituyentes del 30 de julio, solamente votó el 12% del padrón electoral. La
empresa encargada del conteo se ha unido a dicha descalificación, diciendo
que se manipuló el número de votantes en
dicha elección. La OEA y muchos países de América Latina y Europa, que no
dijeron nada con respecto al ilegal plebiscito, ahora consideran espurias las
elecciones constituyentes repitiendo el argumento de la derecha: no se hizo una
consulta previa al pueblo venezolano para saber si quería las referidas elecciones constituyentes.
Asumiendo
que en las elecciones del pasado domingo votaron los más de 8 millones de
electores, sería la votación más cuantiosa que ha tenido la Revolución
Bolivariana: Chávez ganó en 1998 con 3.673 millones (56.2%); en la consulta de
abril de 1998 para saber si se quería una Asamblea Constituyente el Sí obtuvo
3.630 (87.8%); en las elecciones de
septiembre de ese año para la primera constituyente el chavismo obtuvo
3.301(65.8%); en las elecciones de 2000, Chávez obtuvo 7.309 (62.8%); en el
referendo de 2007 perdido por el chavismo, este obtuvo 4.5 millones (49.3%); en
el referendo de 2009 para saber si Chávez podría reelegirse, el Sí triunfó con
6.319 (54.8%); en su tercera reelección de 2012, Chávez obtuvo 7.505 (55%); en
abril de 2013, Maduro ganó la presidencia con 7.505 (50.61%); en las elecciones
legislativas de diciembre de 2015 el
chavismo las perdió obteniendo 5.622 (32.9)%.
En
términos absolutos, la Revolución Bolivariana obtuvo el 30 de julio de 2017,
730 mil votos más que el mejor resultado que haya obtenido en su historia (los
7.309 de 2000). Pero al igual que las anteriores, esta batalla electoral es una
nueva batalla por la legitimidad. Y la misma se libra en el terreno desigual
del combate contra los pulpos mediáticos de todo el mundo. El chavismo y las
fuerzas progresistas del mundo tendrán que librar en las próximas semanas el
combate contra el aforismo de Joseph Goebbels, el ministro nazi de propaganda:
una mentira repetida mil veces se vuelve verdad.
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