viernes, 25 de abril de 2014

A las puertas del Mundial de fútbol de Brasil: Entre goles, negociados y especulaciones electorales

El Mundial de Fútbol que comenzará el 12 de junio con el partido entre Brasil y Croacia será mucho más que un gran evento deportivo.  Antes que el balón se lance a rodar en los doce estadios de ese país-continente,  las encrucijadas de la realidad brasilera ya se expresan en la dinámica pre-mundial.

 Sergio Ferrari* / Especial para Con Nuestra América

Beat Wehrle, del programa
"El derecho de jugar".
Así lo afirma Beat "Tuto" Wehrle, agudo analista  y responsable en Brasil del Programa “A chance to play” – “El derecho de jugar”-, iniciativa solidaria de apoyo a niños/as y adolescentes de las favelas de San Pablo, promovida por Tierra de Hombres Alemania. Entrevista exclusiva.

P: ¿Cómo se puede interpretar la dinámica brasilera actual a poco más de un mes del inicio del Campeonato Mundial de la FIFA?

Beat Wehrle (BW): Simplificando al máximo la lectura de la coyuntura actual, pienso que se entrecruzan en esta etapa pre-mundial cuatro dinámicas esenciales. Los intereses económicos en torno a las obras de infraestructura que se están terminando de construir.  El estado actual de las movilizaciones sociales hacia fines del mes de abril. El aumento del esquema de seguridad y control policial-militar que se implementa en gran parte de las ciudades donde habrá partidos del mundial. Y, el impacto que el Mundial puede tener en este año electoral.

Corrupción y ganancias exorbitantes

P: Comencemos por las obras de infraestructura en marcha…

BW: En muchos casos las construcciones están bastante atrasadas. El ejemplo mayor es el Estadio de Itaquerão en la ciudad de San Pablo, palco de apertura del Mundial. Muchas veces le prensa internacional habla de los atrasos en la construcción como “de típicamente latinoamericano o brasilero”, enfatizando en la incapacidad de gestión apenas equilibrada por la capacidad de improvisación en nuestros países del Sur. Sin embargo, mi lectura es otra. Una gran parte de las obras son financiadas por el BNDES, Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que de social tiene bien poco, y de económico muchísimo. En Brasil al BNDES se lo llama “la madre de la Copa” ya que financia no solo los estadios sino también las enormes obras de infraestructura. La ejecución de las mismas está en manos de empresas privadas. El atraso en los plazos responde a un frío cálculo económico.  Es el instrumento de una especie de extorsión  sistemática. Cuanto más se atrasa la construcción, mayores son las exigencias de dichas empresas para recibir pagos adicionales. Y los costos finales pueden hasta duplicarse con respecto a lo que se había presupuestado. Una visión donde se mezcla el apetito desenfrenado de ganancia y mecanismos muy efectivos de corrupción. En situación de atraso, ciertos trabajos no se licitan como normalmente se debería hacer. Es sorprendente, por ejemplo, que la empresa que construye el Estadio Itaquerão acaba de terminar  su nueva sede en San Pablo, sin un solo día de retraso. Prueba clara de que saben hacer las cosas. Pero el retraso es parte de un sistema donde predominan manejos corruptos y ganancias impresionantes.

P: Hablaba también de la situación a nivel de seguridad, como un punto relevante de la coyuntura actual…

BW: Sí. Luego de las grandes movilizaciones de junio del 2013 se dio una verdadera carrera armamentista y militarista de las secretarías estaduales de seguridad pública. En general, no es el poder ejecutivo nacional sino los Estados –Brasil es una República Federativa-  que tienen la dirección de la seguridad. Aunque en ciertas circunstancias como en Río de Janeiro fueron tropas del ejército que ocuparon a inicios de abril el complejo de favelas de la Maré (más grande que toda la ciudad de Ginebra en Suiza). O en Salvador, capital de Bahía, donde la segunda semana de abril miles de militares se desplegaron en sectores sensibles de la ciudad. Ya antes se había procedido al mismo mecanismo por ejemplo en la gran Favela de Rocinha, también en Río, para  posibilitar la instalación de Unidades de Policía Pacificadora (UPP). Si bien se puede entender como positivo el hecho de recuperar territorios al gran crimen organizado, muy rápidamente el alivio de las familias que habitan en las favelas “pacificadas” se transforma en sufrimiento frente a la acción igualmente arbitraria, represiva y violenta de las policías militares. Realidad similar en San Pablo, con una militarización bien intensa, adquisición de nuevos equipos para reprimir manifestaciones y formación de una nueva fuerza llamada “Tropa de Braço”, cuyos integrantes son todos especialistas en artes marciales. Es decir, el pretexto de la seguridad en torno al mundial llevó a justificar la reproducción de métodos históricamente conocidos  para reprimir y frenar cualquier intento de movilización social.  A 50 años del Golpe Militar contra el Gobierno de João Goulart – que se recordó el 1ro de abril de este año- la maquinaria del Estado brasilero sigue marcada por elementos autoritarios y represivos. El mejor ejemplo son las Policías Militares presentes en todo el país. Y todo esto más allá de la voluntad de la presidenta  Dilma Rousseff.

P: Este tema de seguridad implica el análisis de la dinámica actual de las movilizaciones callejeras. Luego de las grandes manifestaciones de junio pasado…

BW: En este marco de reforzamiento brutal de las fuerzas de seguridad pública, se da como contracara de la moneda, una tendencia a radicalizar las manifestaciones, reduciendo la masividad de las mismas.  En las últimas semanas aquí en San Pablo, se dieron tres movilizaciones. Ninguna con más de mil personas. Aunque con tendencia a radicalizarse, incluso con la metodología de los “black bloc”, con depredación y violencia extrema. Con esto quiero señalar que al reforzamiento del esquema de seguridad de cara al Mundial, provoca una radicalización violenta de los que protestan en la calle. Y esto es preocupante.  Ya que  atenta contra la participación de sectores sociales amplios en la protesta ciudadana. En cuanto a los movimientos sociales que estuvieron a la base de las manifestaciones de junio 2013, se observan dos posiciones diferentes.  Un sector, que levanta la bandera de “sin derechos no hay Mundial”, que pacta objetivamente con los sectores más radicales. El otro, el de los movimientos sociales más organizados, que se articulan en los Comités Populares de la Copa que denuncian los impactos negativos de este mega evento deportivo pero que no participan de movilizaciones violentas. En síntesis, las movilizaciones actuales no llegan a tener la amplitud de las de junio pasado durante la Copa de Confederaciones. Además no hay una dirección orgánica del movimiento y los grupos radicales han contribuido a fragmentar la protesta.

P: ¿Cuál es su lectura sobre la posibilidad o no que durante el Mundial se reproduzcan movilizaciones masivas?

BW: Es muy difícil a predecirlo. Creo que dependerá mucho del comportamiento de las fuerzas de seguridad. Si reprimen violentamente las manifestaciones pequeñas  que seguramente continuarán, entonces es posible que la indignación multiplique la capacidad de convocatoria. Por otra parte es interesante interpretar una reciente encuesta de opinión pública de fin de febrero realizada por Datafolha, empresa perteneciente al grupo “Folha de São Paulo”, el cotidiano de mayor circulación a nivel nacional.  Señala fuertes críticas tanto al Mundial como a las movilizaciones contra la Copa. El apoyo a la Copa cayó por primera vez al 52%.  Si en agosto pasado el 77 % de los entrevistados apoyaban las manifestaciones masivas ahora el 63% se expresa contra las movilizaciones durante el Mundial. En síntesis, se puede entender que Brasil está cada vez  más crítico frente a este modelo de Mundial de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado), pero tampoco aprueba la forma radicalizada de protesta.

El Mundial en un año electoral

P: ¿Toda esta dinámica tendrá una incidencia directa en los eventuales comportamientos electorales en el próximo mes de octubre?

BW: Pienso que el contexto electoral es un ingrediente significativo en torno al Mundial. Antes de junio pasado, muchos analistas políticos anticipaban que la Copa podría ser un facilitador de la re-elección de la presidenta Dilma Rousseff. Después de las grandes protestas callejeras, el Mundial empezó a ser entendido por la oposición como un elemento de desgaste para la presidenta.  La tendencia actual indicaría que la apuesta de la oposición tiene una base real y que todo lo del campeonato desgasta al Gobierno. Ayudado por los grandes poderes de información que controlan el espacio informativo. En la encuesta de inicio de abril, también de Datafolha, Dilma continúa como clara favorita con perspectivas de triunfo en el primer turno electoral. Sin embargo, mientras en febrero las intenciones de voto eran del 44 % ahora el apoyo es del 38%. Es importante subrayar que, a pesar de esta caída, sus competidores opositores no logran aumentar la simpatía de los electores. En síntesis, se corre el riesgo – y hay ya señales elocuentes- que amplios sectores de la oposición, en el contexto del Mundial, jueguen a la hipótesis de “cuanto peor salga todo, mejor para nosotros”. Y hay en torno a la Copa muchos factores de riesgo que pueden alimentar dicha manipulación política de este mega evento deportivo. Que ya hoy es mucho más que fútbol, pasión, goles y emociones. Entra en el terreno de los grandes intereses económicos y de los fríos cálculos políticos. Restringiendo el espacio democrático del movimiento social para hacer escuchar su justa protesta por derechos no realizados.

*Sergio Ferrari, en colaboración con E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria presente en Brasil 
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El derecho de jugar


La colaboración de Tierra de Hombres de Alemania y las comisiones de fábrica de los trabajadores de la empresa Volkswagen posibilitó la realización del Programa “A chance to play” (El Derecho de Jugar). Esta iniciativa fue promovida en el 2009/2010 en África del Sur y ahora, de forma ampliada, en Brasil. El Programa establece relaciones con organizaciones locales y financia proyectos que aseguran el derecho de jugar y de practicar deportes a niños, niñas y adolescentes de la calle en las favelas del entorno de San Pablo. El Programa aprovecha del contexto del Mundial para llamar la atención  sobre estos derechos de la infancia asegurados por las convenciones internacionales pero sistemáticamente violados. Ya en el primer año de su implementación, el Programa comprobó que el juego y los deportes no son solo importantes para el desarrollo de niños, niñas y adolescentes, sino que expresan medios  efectivos para superar los altos índices de violencia y para construir una cultura de paz en la que los niños y adolescentes son los principales protagonistas. La acción más simbólica del Programa es la organización de un Mundial de Fútbol Callejero que se realizará a inicios de julio de este año en San Pablo (www.a-chance-to-play.org). En Europa diversas iniciativas buscan hacer escuchar la voz de los movimientos sociales brasileros antes y durante el Mundial. Entre ellas la Campaña “Goles contra la Injustica” promovida por E-CHANGER en Suiza (www.e-changer.ch) (Sergio Ferrari)

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