El reconocido autor de “Hegemonía y estrategia socialista”
sufrió un infarto mientras visitaba Sevilla. Fue un pensador clave del
posmarxismo que en los últimos años dedicó su obra a resignificar y revalorizar
los populismos.
Werner Pertot / Página12
Ernesto Laclau |
Murió Ernesto Laclau, una
de las principales figuras de la teoría política argentina, un intelectual que
resignificó los estudios sobre el populismo contra ciertas concepciones del
sentido común. El autor de Hegemonía y estrategia socialista estaba ayer [14 de abril] con su
mujer Chantal Mouffe en Sevilla, España, donde sufrió un infarto. Tenía 78 años
y era profesor en la Universidad de Essex, Inglaterra. En los últimos años
habían causado revuelo sus posiciones favorables al kirchnerismo y a Hugo
Chávez, así como su intervención en las discusiones políticas a través de
ciclos como Debates y combates o del canal Encuentro. Sus restos serán velados
en la Argentina, aunque hasta ayer no había confirmación del día ni del lugar.
Laclau estaba en Sevilla
invitado por el agregado cultural de la embajada argentina en España, Jorge
Alemán. Iba a brindar una conferencia ayer por la tarde. Según relató Alemán,
Laclau había iniciado el día temprano a la mañana con un paseo por las calles
de Sevilla y un baño en la pileta del hotel, cuando se produjo el infarto que
provocó su muerte.
Desde diversos sectores
políticos y académicos, destacaron la pérdida que significa para las ciencias
sociales.
Laclau daba clases de
Teoría Política en la Universidad de Essex, un cargo que ocupaba desde 1973.
Además, era director del programa de Ideología y Análisis del Discurso, donde
se dictan una maestría y un doctorado. Fue distinguido con el titulo de Doctor
Honoris Causa por la Universidad de Rosario (UNR), la Universidad de San Martín
lo tenía como director honorario del Centro de Estudios del Discurso y las
Identidades Sociopolíticas. Sus hijos, Santiago y Natalia, residen en
Argentina.
Marx y Lacan
Laclau nació en Buenos
Aires el 6 de octubre de 1935 y creció en una casa donde había mucho debate
político: su padre era un radical yrigoyenista, que participó de las
sublevaciones contra Uriburu. Estudió Historia en la Universidad de Buenos
Aires (UBA), donde se recibió en 1964. Bajo los debates de la figura del
intelectual comprometido –sobre la que discutían desde Theodor W. Adorno hasta
Jean-Paul Sartre–, la formación de Laclau combinó la militancia política y la
investigación académica. Tras el golpe de 1955, formó parte del grupo Contorno,
junto a Eliseo Verón, León Sigal y Sofía Fisher, entre otros. Militó durante un
tiempo en Socialismo de Vanguardia –una escisión del Partido Socialista
Argentino–, de donde se alejó por sus críticas al leninismo. Trabajó junto al
sociólogo Gino Germani y fundó junto a José Luis Romero la materia Historia
Social y General de la carrera de Historia de la UBA.
En los sesenta, Laclau
fue director de la revista Lucha Obrera, que se vinculaba al Partido Socialista
de Izquierda Nacional. Cuando escribía, usaba el pseudónimo Sebastián Ferrer,
porque era becario del Conicet, donde veían mal su compromiso político. La
Izquierda Nacional era una corriente de la que participaron otros intelectuales
como Blas Alberti, Fernando Carpio y Jorge Abelardo Ramos, quien fue una figura
importante en la formación política de Laclau.
Con la dictadura de
Onganía, Laclau perdió su cargo como docente en la Universidad de Tucumán y
luego ganó una beca en Oxford, donde estudió con el historiador marxista Eric
Hobsbawm. “Empecé mi trayectoria política en la Izquierda Nacional. Cuando
llegué a Inglaterra, entré en contacto con la New Left Review y con gente
ligada a la experiencia de los movimientos anticoloniales –relataba Laclau en
un reportaje de 2003–. Me fui de la Argentina en 1969 pensando que era por tres
años. Después vinieron las bestias y no puede volver por quince años.” El golpe
de Estado de 1976 cortó su regreso.
Desde Inglaterra, en
1979, escribió Política e ideología en la teoría marxista: capitalismo,
fascismo, populismo, una compilación de artículos que hizo a pedido del
historiador marxista Perry Anderson. En esa época, todavía adscribía a la
teoría de Antonio Gramsci y no había formulado los conceptos que luego hizo
conocidos. En 1980 hizo su contribución a Tres ensayos sobre América Latina, un
libro del Fondo de Cultura Económica.
Fue en los ochenta cuando
Laclau se convirtió en uno de los intelectuales preocupados por pensar la
reconfiguración de la izquierda en plena crisis del pensamiento marxista. Junto
con su compañera Chantal Mouffe, escribió en 1985 Hegemonía y estrategia
socialista. Hacia una radicalización de la democracia. Este libro es
considerado como uno de los que configuran el posmarxismo, desde una línea que
critica el determinismo económico y una lectura mecánica de los procesos
populares de América latina. Laclau se centró en releer el capitalismo desde
una perspectiva que cruzaba la obra de Karl Marx con la de Jacques Lacan (una
buena parte de los autores posmarxistas incorporan aportes de otras teorías: en
el caso de Laclau, también sumó conceptos del posestructuralismo).
Allí, Laclau planteó una
de sus definiciones más conocidas, donde la política es entendida como una
lucha por la hegemonía y por conquistar lo que llama “significantes vacíos” o
“significantes flotantes”, en un uso de un término lacaniano para entender
fenómenos políticos. Durante la siguiente década siguió desarrollando esta
teoría: en 1990, publicó Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo,
en 1996 Emancipación y diferencia y Misticismo, retórica y política, en 2002.
Reinventar el populismo
“En la genealogía que
hace Ernesto Laclau, nos habla de un populismo que tiene una profunda raigambre
en la modernidad capitalista, y plantea lo heterogéneo, lo opaco de la social,
para empezar a discutir las lógicas políticas de la democracia y la memoria
histórica popular”, sostuvo el profesor y ensayista Nicolás Casullo en la
presentación en 2005 de La razón populista, uno de los libros más importantes
de Laclau, que giró en torno del fenómeno de los nuevos gobiernos de sesgo
populista. A La razón populista le siguió en 2008 Debates y combates. Para un
nuevo horizonte en la política, que también le dio nombre a una revista que
editó Laclau con aporte de intelectuales como Toni Negri –de quien se mostró
cerca, aunque con diferencias en algunos puntos de su teoría, mientras que
polemizó con Slavov Zizek–, la filósofa francesa Judith Revel, entre otros.
Laclau buscaba que la revista “fuera para el mundo hispano lo que puede ser New
Left Review para el mundo anglosajón”. Con la misma idea, condujo un ciclo de
entrevistas en el canal Encuentro.
Pese a la distancia,
Laclau siempre se mostró atento a lo que ocurría en la Argentina. En 2003, por
ejemplo, señaló que “Kirchner no habría sido posible sin los cacerolazos”.
Sobre la discusión posterior alrededor de la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual, advirtió que “si prevalecen los monopolios, la guerra está
perdida”.
En 2012, Laclau conoció a
la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Nunca formó parte del Gobierno
con un cargo –se mencionó la embajada de Londres o de Francia–, pero planteó
sin medias tintas sus posiciones sobre el kirchnerismo y la disputa política en
la Argentina. En los últimos tiempos, señalando las particularidades del
momento histórico, se había mostrado a favor de la posibilidad de una
reelección indefinida, aunque aclaró que no se refería a la Presidenta: “Si la
gente está contenta con un presidente, debe tener la opción de volver a
elegirlo. Si la gente está descontenta, puede votar por otro”, afirmó.
Consideraba que es “el mejor momento democrático en 150 años en toda América
latina”, pero advertía que “en la Argentina todavía no se logró una confluencia
completa entre el momento autónomo de la voluntad de los sectores populares y
el momento de la construcción del Estado”.
Siempre parecía estar volviendo sobre los conceptos del libro de 1985, donde se planteaba también un programa político: “La izquierda –escribió– debe comenzar a elaborar una alternativa creíble frente al orden neoliberal, en lugar de tratar simplemente de administrar de un modo más humano”.
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