sábado, 22 de octubre de 2016

Nicaragua, Nicaraguita

Nadie duda que en las elecciones presidenciales del 6 de noviembre el FSLN ganará ampliamente. La principal fuerza de oposición, el Partido Liberal Independiente (PLI), convertido en paraguas de otros partidos y la disidencia sandinista, fue despojada de su representación legal por lo que el FSLN tendrá fácil la victoria.  El régimen sandinista es visto como autoritario, pero el presidente Ortega según Latinbarómetro es el segundo más popular de América latina después de Rafael Correa.

Carlos Figueroa Ibarra 
Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Recientemente he regresado de Nicaragua después de  participar en el XV Congreso Centroamericano de Sociología. Al recorrer las calles de una remozada Managua, evoqué las veces que anteriormente estuve en la patria de Darío, Sandino y Fonseca. La primera vez, sucedió en diciembre de 1979  cuando la revolución  nacía y el país estaba lleno de sueños.  Managua, Masaya, Monimbó y otras ciudades mostraban todavía los estragos de las cruentas batallas de la gran guerra que derrocó al dictador Somoza. Viajando en un avión de carga de regreso de una breve estadía en Cuba,  estuve una segunda vez en marzo de 1980.

Finalmente en julio de 1989,  asistí la celebración del décimo aniversario de la revolución. Managua era una ciudad calurosa, polvorienta y poco urbanizada. Participé en el desfile conmemoratorio que culminó en un mitin presidido por los nueve comandantes, en el cual Daniel Ortega pronunció una suerte de primer discurso de campaña. Aludiendo a la Unión Nacional Opositora (UNO) que postulaba a Violeta de Chamorro, Daniel comenzó su discurso diciendo “Uno es ninguno”. No era cierto.  En febrero de 1990,  el FSLN fue derrotado y un abatido Ortega aceptó su revés mientras era abrazado por su esposa Rosario Murillo. La revolución había sido derrotada por la guerra de baja intensidad y lejos quedaba la bellísima canción de Carlos Mejía Godoy: “Ay Nicaragua, Nicaraguita… ahora que ya sos libre, Nicaraguita, yo te quiero mucho más”.

Mucho ha acontecido desde entonces. Managua es hoy una ciudad llena de bulevares hermosos adornados por arboles metálicos monumentales que iluminados en la noche resultan espectaculares.  Lo que fue la plaza central  alberga el monumento con las tumbas de Carlos Fonseca Amador y Santos López, pero hoy se les ha unido Tomás Borge a quien en 1989 vi dando un vibrante discurso en el centro de convenciones. Los sandinistas se han reciclado y combinan un resuelto pragmatismo con evocaciones discursivas del sandinismo de las décadas pasadas. Rosario Murillo se ha convertido en alguien reputada como el  poder detrás del trono y las imágenes de la pareja presidencial aparecen  en todo el país. “Nicaragua, cristiana, socialista, solidaria” reza el afiche. Nadie duda que en las elecciones presidenciales del 6 de noviembre el FSLN ganará ampliamente. La principal fuerza de oposición, el Partido Liberal Independiente (PLI), convertido en paraguas de otros partidos y la disidencia sandinista, fue despojada de su representación legal por lo que el FSLN tendrá fácil la victoria.  El régimen sandinista es visto como autoritario, pero el presidente Ortega según Latinbarómetro es el segundo más popular de América latina después de Rafael Correa.

¿Forma parte Nicaragua de los gobiernos progresistas? La respuesta es ambigua, los índices de pobreza bajaron entre 2009 y 2015 de 44.7 a 39% y la pobreza rural de 67.8 a 58.8%. Buena parte de los productos básicos son subsidiados. Un hecho cierto es que hoy Nicaragua es con Costa Rica el país más seguro de Centroamérica. El discurso antiimperialista se combina con pragmatismo hacia Washington.

He aquí la patria de Sandino hoy, saque usted sus conclusiones.

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