Los
comicios electorales en el Estado de México se han convertido en una suerte de
"ensayo general" de las elecciones presidenciales de 2018. Se dice
que si el PRI pierde las elecciones el próximo domingo 4 de junio, verá
seriamente comprometidas sus aspiraciones para el 2018.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El
próximo domingo 4 de junio de 2017, se realizarán elecciones en cuatro entidades de la
república mexicana: el Estado de México, Veracruz, Nayarit y Coahuila. El
Estado de México con más de 11 millones de posibles votantes (13% del total de
electores) y Veracruz con 5.5 millones (6.6%), son lo suficientemente
importantes en términos numéricos como para convertirse en lugares estratégicos
de cara a las elecciones presidenciales de 2018. Estos dos estados, sumados a
la Ciudad de México, Jalisco y Puebla contabilizan aproximadamente el 37% de
los votas mexicanos, por lo que es en el centro del país en donde se decide en
gran medida quienes serán los vencedores el año entrante.
Sin
embargo, de todos estos estados, el de México es el crucial en este momento. Es
por ello que la campaña electoral por la
gubernatura de dicho estado, se ha
vuelto un primordial interés mediático. En el Estado de México, el PRI nunca ha
sido derrotado en sus casi 90 años de existencia. En dicho estado se encuentra
uno de los grupos de poder más
importante en el país, el llamado "Grupo Atlacomulco", el clan
que durante años enteros ha dominado la vida política del estado y el que en la
actualidad tienen en el presidente Enrique Peña Nieto a uno de sus integrantes
más conspicuos.
Por
estos motivos, los comicios electorales en el Estado de México se han
convertido en una suerte de "ensayo general" de las elecciones
presidenciales de 2018. Se dice que si el PRI pierde las elecciones el próximo
domingo 4 de junio, verá seriamente comprometidas sus aspiraciones para el
2018. El monstruo bicéfalo neoliberal (el llamado PRIAN) acentuará sus planes
de cargar todo su apoyo al PAN a efecto de garantizar la continuidad
neoliberal. El gobierno ha invertido millones de dólares en este proceso
electoral, se está comprando el voto, ha desplegado como operadores electorales
a todos los integrantes del gabinete presidencial y a los gobernadores de los
estados aledaños, ha promovido una candidatura "independiente" y otra
más de "izquierda" (la del PRD) para restarle votos a Morena y ha ensayado las más diversas tácticas de
guerra sucia y de violencia. Pero Alfredo del Mazo, miembro conspicuo del grupo
Atlacomulco y candidato oficial, se encuentra en el mejor de los casos en
empate técnico con la candidata de Morena, la maestra Delfina Gómez, aún cuando otros sondeos colocan a esta
última en primer lugar.
Para
Morena estas elecciones son también un ensayo general: podrá verse si ya tiene
afinado su trabajo territorial, su campaña de "casa por casa", sus
comités seccionales para promover y movilizar el voto, su vigilancia electoral
en cada una de las miles de urnas. En suma los factores decisivos en los cuales
ha basado su estrategia para ganar las
elecciones presidenciales el año entrante. El lunes 5 de junio, empezará una semana
con probable conflicto pos electoral y con Morena consolidando su paso firme
como la nueva fuerza electoral.
Aquella
que probablemente pueda cambiar a un país desgarrado.
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