Los Estados
Unidos no saben qué hacer con Centroamérica. Es para ellos como una papa
caliente. Mejor dicho, solo saben hacer cosas que le dicta su estrecha mente de
empresario avorazado que quiere sacar provecho económico de todo, en cualquier
lugar, a toda hora.
Rafael Cuevas Molina/Presidente
AUNA-Costa Rica
El vicepresidente Mike Pence (en primer plano, al centro), se reunió con representantes de gobiernos de México y Centroamérica en Miami. |
Hace
tres años se asustaron cuando decenas de miles de niños centroamericanos se
fueron solos hasta sus fronteras y les crearon un embrollo para el que no
estaban preparados. El entonces grácil presidente de la nación más poderosa del
mundo, Barak Obama, ideó un plan para que esto no volviera a suceder y le
llamó, rimbombantemente, Plan Alianza para la Prosperidad en Centroamérica.
El
tal plan del inefable Obama nació muerto por varias razones que, desde su
nombre, se anuncian. Primero, porque los Estados Unidos no establecerán, como
no han establecido nunca, alianzas
con ningún país centroamericano. Lo que establecen son líneas de acción,
políticas, directrices o lineamientos que los países istmeños deben acatar.
Los
países centroamericanos sonríen, dicen que sí, sus presidentes se toman su
güisquisito en la reunión protocolar de cierre del evento en donde tales
políticas de hayan expuesto, vuelve a su casa y no pasa nada.
Es
decir, no pasa nada en la dirección que se había anunciado públicamente; pasan
otras cosas que nunca se dijeron pero que eran el meollo de los deseos de
quienes ponen la plata y dan los lineamientos.
Segundo,
el plancito de Obama nació muerto porque nadie de los que sonríen y se dan
palmaditas en la espalda al firmar estas “alianzas”, está realmente interesado
en la prosperidad de Centroamérica.
En lo que están interesados es en hacer prosperar sus negocios, esos que se
aprovechan de las “ventajas comparativas” de nuestros famélicos países, entre
las que destaca que no solo pueden pagar salarios de hambre sino que, además,
todos quedan agradecidos porque generan empleo.
Así
que, sin eufemismos, hemos de decir que este Plan Alianza de la Prosperidad
será un fracaso, como todos los demás que ha llevado a cabo los Estados Unidos
en la región.
Ahora
los Estados Unidos convocaron, y llevaron a cabo la semana que termina, a una
reunión en Miami, capital cultural de Centroamérica, para ver qué se hace con
el plancito de Obama. Lo primero que llegaron a decir es que la plata no
alcanza; luego, trataron de incorporar a México como corresponsable de todo el
embrollo de parar a los migrantes antes que lleguen a Texas o Arizona.
México,
que está contra la pared por las bravuconadas de Trump respecto al TLCAN, mandó
a su canciller para decir que sí, que ellos están interesados en participar y
propusieron la fórmula mágica que están aplicando en su país para resolver el
problema: militarizarlo.
Se
reforzarán entonces las fronteras, lo que quiere decir que se le dará
entrenamiento de primer nivel a las instituciones que se ocupan de perseguir,
extorsionar y desaparecer (después de torturar) migrantes; también se le
venderán más y mejores armas a los países del Triángulo Norte –que se encuentran
en terapia intensiva- aunque no tengan cómo paliar los problemas de hambruna
crónica que les aqueja secularmente.
Siendo
este foro un espacio para derrochar ideas tan de avanzada y de tanto provecho
para nuestros pueblos, no podía faltar que en el discurso del vicepresidente de
los Estados Unidos se mencionara a Venezuela. Según parece, aunque no lo dijo
con esas palabras, el señor vicepresidente Pence está interesado en proponerle
un Plan de Alianza para la Prosperidad a ese país.
No se
sabe aún por qué, el gobierno venezolano parece no estar interesado. Es una
lástima, ¡con lo que podrían ganar!
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