Morena
ha ganado las elecciones en el Estado de México y es el gran ganador por su avance electoral en las cuatro
entidades en donde se celebraron elecciones. Pero esta victoria no es
suficiente en un sistema electoral putrefacto como el mexicano.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Es un
consenso entre los analistas independientes dentro y fuera de México, la aseveración de que en las elecciones del 4
de junio de 2017 en el Estado de México,
Morena fue el ganador. De acuerdo con
las cifras oficiales, en éste último estado y en los de Coahuila, Veracruz y
Nayarit, un partido que tiene apenas tres años de haber sido
fundado ha mostrado un crecimiento extraordinario al extremo de que obtuvo en
los referidos cuatro estados, 2.471 millones de votos, apenas 400 mil menos que
el PRI que obtuvo 2.881 y adelante del PAN (1.864) y el PRD (1.323). Morena se
convierte en la segunda fuerza en estas elecciones y con una diferencia de
votos con respecto al PRI que es poca, si tomamos en cuenta la inversión
multimillonaria que éste hizo en la compra y acarreo de votos.
Resulta
muy importante tratar de dirimir las tácticas usadas por el sistema neoliberal
(del cual el PRI es solamente una parte) para poder consumar este nuevo fraude
electoral. A mi juicio, éstas se resumen en cinco. Primera: el acarreo y compra
de votos para lo cual fueron involucrados los gobernadores priístas y todos los
secretarios del gabinete de Peña Nieto. Se convirtieron en operadores para
regiones asignadas dentro del Estado de México y fueron invertidos miles de
millones de pesos para esta operación. Resulta curioso que fueron los
municipios y localidades rurales y más empobrecidas, en las cuales el PRI tuvo
las mayores votaciones y en las cuales se observó la más alta votación (62%,
arriba del promedio que fue de 52%). Segunda: la guerra psicológica a través
del terror y de la violencia. Esto comprendió
dos militantes de Morena asesinados, candidatos tiroteados o golpeados,
brigadistas agredidos por turbas priístas, un coordinador electoral
desaparecido, allanamientos policiacos. Tercera: división del voto de los descontentos
con el gobierno a través de la candidaturas del PRD e independientes. En el
caso del Estado de México hay que conceder que funcionó bien. Cuarta: la
adulteración de los resultados electorales en las actas de escrutinio y el
Programa de Resultados Preliminares.
Finalmente
la quinta táctica es la satanización de la protesta de Morena ante estos hechos
a través de una campaña mediática que intenta retratar a Andrés Manuel López
Obrador como “un mal perdedor” como si México fuera un país semejante a las
democracias nórdicas. Cualquier protesta que haya, será mostrada como ejemplo
de un líder y un partido rijosos que buscan destruir las instituciones y
“perturbar la democracia”.
Morena
ha ganado las elecciones en el Estado de México y es el gran ganador por su avance electoral en las cuatro
entidades en donde se celebraron elecciones. Pero esta victoria no es
suficiente en un sistema electoral putrefacto como el mexicano. Un partido
alternativo al establishment neoliberal, no puede ganar sino con un margen
considerable de ventaja para poder neutralizar las acciones fraudulentas de
éste último. Para el 2018 no hay alternativa sino seguir profundizando en el
trabajo territorial y sobre todo mantener la esperanza.
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