El “Titán
de bronce”, figura emblemática de la Guerra de Independencia de Cuba, es un
símbolo de la resistencia a la opresión y de la aspiración del pueblo cubano a
la libertad.
Salim Lamrani / Especial para Con Nuestra
América
Desde La
Réunion
Antonio Maceo (Archivo Nacional de la República de Cuba) |
1.
Nacido
el 14 de junio de 1845 en Majaguabo, cerca de Santiago de Cuba, de la unión de
Mariana Grajales Coello, de origen dominicano, y de Marcos Maceo, originario de
Venezuela, Antonio de la Caridad Maceo y Grajales, “hijo de león y leona” según
José Martí, es el mayor de una familia de 13 hijos.
2.
Por su
ascendencia africana, el joven Antonio no está autorizado a cursar estudios,
que el sistema colonial y segregacionista reserva a los blancos que tienen un
certificado de pureza de sangre. Sus padres, pequeños terratenientes, se ocupan
de su educación y le ofrecen cursos privados, después de las jornadas de
trabajo agrícola en la propiedad de Las Delicias. Le inculcan los valores
morales y patrióticos que lo acompañarían toda su vida. Antonio aprende también
el manejo de las armas. Su padrino, Ascensio de Ascensio, hombre blanco y
adinerado, lo ayuda a integrarse en algunos círculos sociales, particularmente
en la Logia Oriente, entonces reservados a la gente acaudalada.
3.
En
1866 Maceo se casa con María Magdalena Cabrales Fernández, quien se dedicaría
por completo a la causa de su marido. Le profesaría una gran admiración a quien
sabría ser “tan bravo en la pelea como generoso en la victoria con el enemigo
derrotado”. A pesar de los largos periodos de separación debidos al compromiso
patriótico, Maceo sentía un amor indefectible por su mujer.
4.
El 10
de octubre de 1868 estalla la Primera Guerra de Independencia de Cuba tras el
Grito de Yara que lanza Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria. Toda la
familia Maceo se adhiere al movimiento libertador y jura vincular su destino al
de Cuba. Mariana Grajales, madre de Antonio, crucifijo en mano, pronuncia las
siguientes palabras que marcarían la historia de Cuba: “De rodillas todos,
padre e hijos; delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al
mundo, juremos libertar la patria o morir por ella”. Denunciados a las
autoridades españolas por su compromiso patriótico, los Maceo, quienes pagarían
un tributo elevado en la lucha por la independencia, tienen que refugiarse en
la manigua con los revolucionarios.
5.
Antonio
Maceo, a los 23 años, se lanza a la epopeya emancipadora. Bajo el mando del
capitán Juan Bautista Rondón realiza su primer combate el 12 de octubre en Ti
Arriba, o sea dos días después del comienzo de la guerra de independencia. El
arrojo demostrado en el campo de batalla le permite conseguir el grado de
sargento. Su liderazgo natural y su entusiasmo le permiten subir rápidamente
los escalones. Así, es nombrado teniente el 20 de octubre de 1868, apenas una
semana después su primer enfrentamiento con el enemigo, y capitán el siguiente
mes. Participa en numerosos combates contra los soldados españoles en el Cobre,
El Cristo, Jiguaní, Cupeyales, Arroyo Blanco y Palmarito. Frente a la
superioridad militar del ejército colonial, dotado de los mejores cañones y
fusiles, los mambises compensan sus
carencias materiales con una combatividad fuera de lo común, ilustrada por las
cargas de machete bajo fuego enemigo, que se convertiría pronto en la pesadilla
de las tropas españolas.
6. Maceo, humanista y partidario de los mismos
derechos para todos, libera a los esclavos y los federa en torno al proyecto
emancipador de una patria soberana e independiente. Daría explicaciones en un
correo al General español Camilo García de Polavieja en junio de 1881: “Amo a todas las cosas y a todos los hombres […] por
eso tengo sobre el interés de raza, cualquiera que ella sea, el interés de la
Humanidad, que es en resumen el bien que deseo para mi patria querida. La
conformidad de “la obra” con “el pensamiento”: he ahí la base de mi conducta,
la norma de mi pensamiento, el cumplimiento de mi deber”.
7.
Tres
meses tras su incorporación al ejército rebelde, Antonio Maceo es nombrado
comandante y luego lugarteniente-coronel en enero de 1869 por su resistencia
tenaz en la defensa de la ciudad de Bayamo, asediada por las tropas del Capitán
General Valmaseda. Unos meses después se enfrenta a la dolorosa prueba del
duelo con el fallecimiento de su padre, entonces sargento del ejército de
liberación, caído en combate en San Agustín de Aguarás.
8.
En
1870 el Mayor General Máximo Gómez, jefe de las fuerzas insurreccionales, quien
se convertiría en el padre espiritual de Maceo, decide confiarle el mando del
Batallón n°4. Conocido por su desprecio del peligro y de la muerte, Maceo
resulta herido varias veces en los combates de Majaguabo, Santa Rita y Nuevo
Mundo.
9.
En
1871 Antonio Maceo prepara la invasión de Guantánamo con Máximo Gómez. Ese
mismo año el Mayor General lo nombra jefe de las operaciones de dicha ciudad.
10.
En
1872, Carlos Manuel de Céspedes, primer presidente de la República en Armas,
promueve a Maceo al grado de coronel y éste ocupa de modo provisorio el mando
de la División Cuba, sustituyendo a Máximo Gómez. En un correo a su esposa del
23 de junio de 1872, Céspedes no escatima en elogios: “Gómez me presentó al coronel José Antonio Maceo. Es un
mulato joven, alto, grueso, de semblante afable y de mucho valor personal”.
11.En 1873, por sus múltiples méritos
conseguidos en el campo de batalla, particularmente en El Zarzal, Céspedes
nombra a Maceo general de brigada y pasa bajo las órdenes del Mayor Calixto
García. En marzo de 1874 Maceo participa en la batalla de Las Guásimas bajo el
mando de Máximo Gómez que termina en un triunfo histórico para los
independentistas. El ejército español sufre 1.037 bajas. Se trata del precio
más elevado que pagaron las fuerzas armadas ibéricas en toda la historia de las
guerras de independencia. Del lado cubano hubo 174 bajas.
12.
En
1874 Maceo es nombrado responsable de las fuerzas insurgentes en la zona de
Villa Clara tras el fallecimiento del presidente Carlos Manuel de Céspedes en
la batalla de San Lorenzo. No obstante, frente a la oposición de algunos
elementos revolucionarios locales que rechazan la autoridad de un líder mulato
y además procedente de otra provincia, se ve obligado a regresar a la zona
oriental para tomar el mando de la Segunda División Cuba, que incluye las zonas
de Santiago de Cuba y Guantánamo, en sustitución del general Calixto García,
capturado por los españoles.
13.
Poco
tiempo después, en 1875, Maceo encabeza la Primera División Cuba. No obstante,
esta fulgurante ascensión militar no es del agrado de algunos líderes
revolucionarios, impregnados de cultura racista y colonialista vigente en un
país que sólo aboliría la esclavitud en 1886. Éstos ponen en tela de juicio la
nueva responsabilidad del “mulato” y algunos incluso acusan a Maceo de
favorecer a los hombres de color en su tropa en detrimento de los blancos. El
objetivo de estas campañas de desprestigio es sembrar la cizaña y la división y
manchar su prestigio conquistado en el campo de batalla.
14.
A
pesar de las calumnias y bajezas Maceo consigue en 1877 el grado supremo de
mayor general. Su nuevo título no le impide mostrar el ejemplo en el campo de
batalla. Así, en agosto de 1877, casi pierde la vida en la batalla de Mangos de
Mejías durante la cual recibe seis balas. Necesitaría varias semanas para
recuperar todas sus capacidades antes de retomar el camino de la lucha armada.
15.
Ese mismo
año Maceo se opone al intento de sedición de Santa Rita y reafirma la
importancia de presentar un frente unido y disciplinado frente al enemigo,
única actitud capaz de llevar al triunfo del pueblo y a la victoria de la
independencia. En un correo al faccioso Vicente García de junio de 1877, Maceo
rechaza su propuesta, lo conjura a que respete la autoridad presidencial y lo
exhorta a tomar en cuenta los intereses de la patria.
16.
A
causa de las profundas divisiones y de los funestos regionalismos que socavan
el movimiento revolucionario, algunas facciones deciden deponer las armas y
negociar un armisticio con el general español Arsenio Martínez Campos. Por su
parte los jefes militares de las provincias de Las Villas y de Camagüey se
niegan a obedecer al mando general, suscitando la ira de Maceo, y eligen la
rendición. El Pacto de Zanjón se firma finalmente el 10 de febrero de 1878 y
pone término a la Guerra de los Diez Años, sin que Cuba consiga su
independencia. La isla tiene, como máximo, una autonomía limitada. La victoria
española tiene un fuerte impacto político y psicológico sobre las fuerzas
revolucionarias. En un correo del 19 de enero de 1894 a José Martí, Antonio
Maceo le confesaba que la capitulación de Zanjón fue uno de los episodios más
dolorosos de su existencia: “Tres veces
en mi angustiada vida de revolucionario cubano he sufrido las más fuertes y
tempestuosas emociones de dolor y tristeza […]: [la pérdida de] mi padre, el
Pacto de Zanjón, [y la pérdida de] mi madre”.
17.
Lejos
de abdicar, Antonio Maceo se niega a deponer las armas, no se da por vencido y
rechaza el Pacto de Zanjón concluido sobre “bases deshonrosas”. En una misiva a
Martínez Campos del 21 de febrero de 1878, informa de que las regiones de
“Oriente y Tunas, que se hallan en condiciones de continuar la lucha, no están
de acuerdo con la Resolución de la Junta del Centro”, que firmó la
capitulación. En marzo de 1878, el Coronel Federico Incháustegui manda un
correo a Maceo en nombre de los capitulantes del Centro y le pide un encuentro
urgente invitándolo a aceptar los términos de la rendición de Zanjón. En una
respuesta fuerte del 13 de marzo de 1878 el General rechaza la propuesta de
encuentro calificándola de “inútil”: “En el concepto de que fuera para
descargar su conciencia del peso que a estas horas debe abrumarle, la Patria
tendrá oportunamente -y acaso en no lejano día- su tribunal donde le será fácil
hacerlo”.
18.
El 15
de marzo de 1878 se reúne con el general Martínez Campos en Mangos de Baraguá y
le hace partícipe de su rechazo del Pacto de Zanjón que no responde a dos
reivindicaciones fundamentales del movimiento revolucionario: la independencia
de Cuba y la abolición de la esclavitud. Rechazando resignarse a la derrota,
opone al armisticio la Protesta de Baraguá y anuncia el reinicio de los
combates a partir del 23 de marzo de 1878, ya que España se ha negado a hacer
“proposiciones de paz más honrosas”. La insumisión de Baraguá queda hoy día
como el símbolo por excelencia de las aspiraciones del pueblo cubano a la
libertad, a la dignidad y a la independencia.
19.
Maceo
siempre tuvo un alto sentido del honor. Cuando un jefe rebelde le propone
aprovechar el encuentro con Martínez Campos para capturarlo, el Titán de Bronce
rechaza tajantemente la sugestión: “No quiero libertad si unida a ella va la
deshonra”.
20.
Tras
la protesta de Baraguá nace una nueva Constitución y se crea el Gobierno
provisional de Oriente, en representación del pueblo insumiso de Cuba, en el
cual Maceo ocupa el cargo de segundo del mayor general García. Sólo hay dos
salidas posibles: la victoria o la muerte. Rechazando la capitulación de
Zanjón, Antonio Maceo inicia “la Guerra Chiquita” a partir de septiembre de
1879. Lanza el Grito de Kingston con Calixto García llamando a los cubanos a
que tomen las armas contra el opresor español, aunque no participa en los
combates. Su primer intento de desembarque a partir de República Dominicana a
la cabeza de 34 expedicionarios fracasa en julio de 1880.
21.
Maceo
se ve obligado a refugiarse en Honduras en junio de 1881. Se integra entonces
al ejército hondureño como general de división y se encuentra a la cabeza del
mando militar de Tegucigalpa, la capital. En 1882, es nombrado vicepresidente
del Tribunal Supremo de Guerra y comandante de los puertos de Cortés y Omoa.
22.
Entre
1884 y 1886 Maceo echa las bases de un acuerdo con Máximo Gómez para retomar la
guerra de independencia en Cuba. Pero no logra federar a las fuerzas
patrióticas en torno al nuevo proyecto emancipador. José Martí, Héroe Nacional
y líder de la Segunda Guerra de Independencia, se opuso a la iniciativa
opinando que no estaban reunidas las condiciones para un levantamiento armado.
23.
Cuando
en 1884 Antonio Maceo se entera de que algunos terratenientes, ansiosos de
proteger sus intereses, han lanzado otra campaña a favor de una anexión de Cuba
a Estados Unidos, escribe un correo desde Honduras a José Dolores Poyo,
director del diario El Yara de Cayo
Hueso, Florida. En su misiva, el General recuerda su compromiso indefectible a
favor de la libertad de su isla natal: “Cuba
será libre cuando la espada redentora arroje al mar (a) sus contrarios […]. Pero quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo
anegado en sangre, si no perece en la lucha. Cuba tiene muchos hijos que han
renunciado a la familia y al bienestar por conservar el honor y la patria. Con
ella pereceremos antes que ser dominados nuevamente; queremos independencia y
libertad”.
24.
En
1888 Antonio Maceo informa a José Martí de su disposición a contribuir a la
“guerra necesaria” que empezaría en 1895. En una carta del 4 de enero lanza un
llamado a la unión de todas las fuerzas patrióticas: “Hoy como ayer pienso que
debemos los cubanos todos, sin distinciones sociales de ningún género, deponer
ante el altar de la patria esclava y cada día más infortunada, nuestras
disensiones todas y cuantos gérmenes de discordia hayan podido malévolamente
sembrar en nuestros corazones los enemigos de nuestra noble causa”. El Apóstol
cubano resulta impresionado por la lucidez del jefe militar: “Hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo
tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo […]. Firme es su pensamiento y
armonioso”.
25.
En
enero de 1890 Maceo recibe autorización para regresar a Cuba para resolver
temas personales. Durante un banquete en su honor en Santiago de Cuba el 29 de
julio de 1890, uno de los invitados, José Hernández Mancebo, hace partícipe de
su convicción de que el destino de Cuba está fatalmente ligado a Estados
Unidos: “Cuba llegará a ser, por la fuerza de las circunstancias, una estrella
más de la gran constelación americana”. Maceo, quien escucha estas palabras, le
replica: “Creo, joven, aunque me parece imposible, que ese sería el único caso
en que tal vez estaría yo al lado de los españoles”. Poco tiempo después, las
autoridades reales expulsan a Maceo, implicado en el proyecto “Paz del
Manganeso” destinado a desatar una sublevación.
26.
Antonio
Maceo decide instalarse en Costa Rica a partir de 1891. Establece allí una
colonia agrícola llamada Nicoya, la
cual acoge a todos los patriotas cubanos con la independencia de Cuba en el
corazón como José Maceo, Flor Crombet o Agustín Cebreco. La monarquía española
intenta asesinarlo varias veces.
27.
En
1893 empieza una estrecha colaboración con José Martí que visita a Maceo en
Costa Rica como secretario general del Partido Revolucionario Cubano. El
encuentro permite echar las bases del Plan de Fernandina. El proyecto consiste
en organizar un desembarque armado en Cuba en 1894 a partir del puerto de
Fernandina en Florida, desde Costa Rica donde está Maceo y desde República
Dominicana donde reside Máximo Gómez. Pero el plan fracasa tras una delación
que desata la intervención de las autoridades estadounidenses que confiscan las
armas y el material de los independentistas.
28.
El 24
de febrero de 1895, bajo la égida de José Martí, guía moral de los
independentistas, estalla la Segunda Guerra de Independencia que liberaría a
Cuba del yugo español. Antonio Maceo y Flor Crombet desembarcan en la isla, con
un pequeño grupo de combatientes, en Duaba, en la zona oriental de Baracoa el 1
de abril de 1895.
29.
Maceo
integra a varios elementos revolucionarios y refuerza su grupo de combate. El
10 de abril su tropa sufre un serio revés frente al ejército español. Flor
Crombet pierde la vida en combate y varios jefes caen a manos del enemigo.
Maceo se queda solo, sin comida, y tiene que realizar una agotadora marcha de
cerca de 200 kilómetros para alcanzar, ocho días después, un campamento en Vega
Vellaca.
30.
El 5
de mayo de 1895 Antonio Maceo vuelve a reunirse con José Martí y Máximo Gómez
en un encuentro histórico en La Mejorana. Las tres principales figuras de la
Guerra de Independencia establecen juntas la estrategia de combate. Maceo se
encarga del mando en la provincia oriental. Crea la División n°1 que dirige su
hermano José y echa las bases de la División n°2 poco tiempo después. Maceo y
sus hombres consiguen importantes victorias en Jobito, Sagua de Tánamo, Aguas
Claras, Jiguaní, entre otras. No dan tregua a los soldados españoles e incluso
atacan los trenes que hacen la conexión entre Caimanera y Guantánamo.
31.
En
septiembre de 1895 la Asamblea Constituyente de Jimaguayú nombra a Antonio
Maceo teniente general del ejército de liberación, el cual se convierte en el
segundo jefe militar después del general en jefe Máximo Gómez. Todos los
generales están bajo sus órdenes. Gómez decide extender la guerra, hasta
entonces confinada al Este de Cuba, a toda la isla y emprender la invasión de
la parte occidental del territorio.
32.
En
octubre de 1895 Maceo lanza la ofensiva con sus hombres desde Mangos de
Baraguá, lugar simbólico, como comandante en jefe del ejército invasor. Su
misión es hacer que la guerra sea insoportable para la Corona española –que
juró conservar a Cuba aunque hubiera que sacrificar “hasta el último hombre y
la última peseta”– tanto desde un punto de vista económico como humano. Los
combates son de una gran violencia y los revolucionarios practican la política
de la tierra quemada para arruinar las finanzas españolas.
33.
La
generalización de la guerra revolucionaria a todo el país constituye la más
importante campaña militar de todas las guerras de independencia
latinoamericanas. Los 4.000 combatientes mambises deben enfrentarse a más de
10.000 soldados españoles, dotados de las armas más modernas, en lo que es la
guerra de independencia más larga y sangrienta de América Latina.
34.
En
diciembre de 1895 Maceo vuelve a reunirse con Máximo Gómez para lanzar la
ofensiva sobre la zona de Las Villas. La batalla histórica de Mal Tiempo sella
una importante victoria de los revolucionarios sobre las tropas coloniales, las
cuales sufren muchas bajas, y abre el camino hacia la capital.
35.
El 1
de enero de 1896, las tropas mambises de Maceo y Gómez llegan a La Habana.
Maceo se encarga de proseguir la lucha en la provincia de Pinar del Río con el
fin de tomar el control de todo el territorio. En cuanto a Gómez se encarga de
la campaña militar de La Habana.
36.
El 22
de enero de 1896 las tropas de Maceo llegan a Mantua, punto culminante de la
invasión, tras un periplo de tres meses exactamente desde la salida de Mangos
de Baraguá. Che Guevara, quien realizaría la misma travesía 52 años más tarde a
la cabeza de la columna Ciro Redondo, durante la ofensiva final contra la
dictadura de Fulgencio Batista, expresaría su admiración hacia Maceo: “Para
hacer esto […], se necesitaba un inmenso poder de organización, una inmensa fe
en la victoria y en la capacidad de lucha de sus hombres, y un poder de mando
extraordinario para ejercerlo día a día, durante años de lucha, en condiciones
extremadamente difíciles”.
37.
Tras
tomar el control del territorio, el Titán de Bronce decide regresar a La Habana
para proseguir los combates, con Gómez y el General de Brigada Quintín Bandera,
frente al enemigo que opone una feroz resistencia. No obstante, en un correo de
junio de 1896 a Gómez, Maceo denuncia la incuria del Gobierno Revolucionario
que ha abandonado a los patriotas a su suerte: “Hasta ahora no he recibido ningún recurso,
absolutamente ninguno; estoy haciendo la guerra con lo que he quitado al
enemigo en distintas ocasiones […] Pues como usted sabe, solo en este
Departamento [La Habana] tengo encima la mayor parte del ejército español, esta
provincia, que he defendido palmo a palmo contra un enemigo numeroso, fuerte y
bien dirigido por sus principales jefes”. En otro cambio epistolar con el
patriota Federico Pérez Carbó, de julio de 1896, Maceo hace partícipe de su
amargura: “Parece que ni el Delegado ni el Gobierno han tenido en cuenta la
importancia de la invasión, para favorecerme a tiempo; pero sí lo han hecho con
los hijos mimados de la fortuna, con los cuales siguen los privilegios y
desaciertos preparando disgustos. Yo he llegado a tener en Las Villas y aquí
una persecución de 75.000 soldados con los mejores jefes del ejército enemigo.
Aquí no hay un palmo de tierra que no esté bañado con sangre cubana y española.
Ni la campaña del 71 fue para mí más ruda”. En otra misiva escrita el mismo mes
a José M. Rodríguez, Maceo denuncia otra vez la actitud del Gobierno: “A no ser
tanto valor, abnegación y pericia demostrados por cada hombre de las fuerzas de
este departamento, la Revolución hubiera fracasado aquí, mientras que los
señores del Gobierno veían desde la barrera, con impasible indiferencia, el
sacrificio que hacía este ejército sin socorros y sin otro auxilio que su
propio esfuerzo, para salvarse del naufragio que constantemente le amenazó […].
¿De esta clase de elementos se compone nuestro Gobierno […]?; ni el patriotismo
les indujo a prestar apoyo inmediato a sus hermanos de acá, que sucumbían como
héroes […]. [Más vale cerrar] los ojos ante tantas pequeñeces y miserias, que
han contribuido a que así proceda el Gobierno. De él será, ante la historia, la
responsabilidad de ese hecho”.
38.
El optimismo
y la abnegación, que son características de la personalidad de Maceo, le
permiten hacer frente a la adversidad. En una declaración al diario The Star de Washington en enero de 1896,
declara que “El ejército
cubano está lleno de entusiasmo”. Expresa varias veces su fe en la victoria
final: “El triunfo de nuestra causa lo siento en mi propio ser, inveterado en
la sangre, si desconfiara, moriría en el acto mismo que abrigara esas dudas”.
[…] “Yo me siento cada vez más animado y dispuesto a resistir contra la
naturaleza y los hombres que se opongan a la realización de nuestros fines
políticos. Venceré”. En un correo al patriota José Dolores Poyo, Maceo le hace
partícipe de su optimismo: “Cuba está conquistando su independencia con el
brazo y el corazón de sus hijos; libre será en breve plazo sin que haya
menester otra ayuda”. En noviembre de 1896 expresa su resolución al periodista
estadounidense Clarence King: “Tantas
dificultades y embates no arredran, sin embargo, a nuestro sufrido ejército:
avivan más bien su heroísmo y le infunden mayor fe, si cabe, en el definitivo
triunfo de nuestras armas”.
39.
En marzo de
1896 Maceo lanza una nueva campaña militar en la región de Pinar del Río y debe
enfrentar la llegada del nuevo capitán general español, Valeriano Weyler, a la
cabeza de 20.000 hombres. Éste es famoso por su crueldad y su política genocida
de concentración de las poblaciones con el objetivo de cortar todo vínculo
entre los habitantes y los revolucionarios. Cerca del 30 % de los campesinos
cubanos perderían la vida en los campos de concentración creados en las
ciudades, particularmente en la zona occidental. Estas prácticas suscitan la
indignación de Maceo que denuncia, en una misiva del 21 de abril de 1896 al
diario estadounidense World, “la
carnicería de gente indefensa” e “inocentes familias que asesinan diariamente”.
40.
Estados
Unidos, opuesto a la independencia de Cuba, sólo espera la oportunidad ideal
para intervenir y apoderarse de la “fruta madura”. Maceo es consciente de esta
realidad. En una misiva del 14 de abril de 1896 a Tomás Estrada Palma, entonces
delegado del Partido Revolucionario Cubano, rechaza toda idea de intromisión
extranjera en la guerra de liberación de Cuba: “No necesitamos de tal intervención para triunfar”.
En julio de 1896 Maceo escribe un correo al coronel Federico Pérez Carb en el
cual menciona otra vez el peligro que representan para la independencia de Cuba
las veleidades expansionistas de Washington: “De España jamás esperé nada; siempre nos ha
despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se
conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de
cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo
debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que
contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”. En otro correo al revolucionario
Alberto Díaz reitera su advertencia: “No me parece cosa de tanta importancia el reconocimiento de nuestra
beligerancia [por Estados Unidos] ni tan provechosa al porvenir de Cuba la
intervención americana como suponen la generalidad de nuestros compatriotas.
Creo más bien que en el esfuerzo de los cubanos que trabajamos por la patria
independiente, se encierra el secreto de nuestro definitivo triunfo, que solo
traerá aparejada la felicidad del país si se alcanza sin aquella intervención”.
41.
Maceo es un
convencido internacionalista, solidario con toda América Latina. En un correo a
Anselmo Valdés del 6 de junio de 1884, le hace partícipe de su intención de
luchar por la independencia de Puerto Rico: “Cuando Cuba sea independiente, solicitaré al Gobierno
que se constituya permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me
gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América”. Maceo
comparte el ideal humanista de José Martí para “la independencia absoluta de Cuba, no como fin
único, sino como condición indispensable para otros fines ulteriores más
conformes con el ideal de la vida moderna […] con la lealtad del ciudadano que
se debe a la patria y con la honradez y pureza de motivos del hombre, que ante
a todo se debe a la humanidad”.
42.
Maceo nunca
expresó ambiciones políticas personales. Estaba al servicio de una causa: “No
trabajamos principalmente para nosotros por la presente generación, bien al
contrario, muévenos sobre todo triunfo del derecho de todas las generaciones
que se suceden en el escenario de nuestra Cuba, y no creemos nunca que por una
hora de vanidad o de egoísmo se debe comprometer la felicidad de muchos”.
43.
Frente a la
conspiración de 1896, destinada a derrocar al general en jefe Máximo Gómez, que
elaboran algunos elementos de la parte central y oriental de la isla, Maceo
rechaza las propuestas que le hacen para sustituir al estratega dominicano y
reafirma su lealtad al líder militar.
44.
La
intromisión del Consejo del Gobierno en armas en los asuntos militares obliga a
Maceo a reunirse con Máximo Gómez en San Pedro en diciembre de 1896 para hacer
frente a la crisis política que pone en peligro la empresa revolucionaria. Este
viaje en la zona de la capital sellaría la suerte del Teniente General.
45.
El 6 de
diciembre de 1896, en San Pedro, en la provincia de La Habana, las tropas
españolas sorprenden a Maceo y sus hombres, quienes preparan una ofensiva sobre
Marianao, un suburbio de la capital, y lanzan un ataque contra el campamento
rebelde. Durante la contraofensiva del 7 de diciembre, Maceo recibe un disparo
en la cabeza y muere en combate a los 51 años, con varios de sus hombres. Su
ayuda de campo, Francisco Gómez Toro, hijo de Máximo Gómez, entonces con 21
años de edad, no se encontraba con él en el momento fatal. Al enterarse de la
noticia, sale sólo al campo de batalla para recuperar el cuerpo de su jefe y
cae bajo las balas españolas en un último gesto de fidelidad.
46.
En una
misiva de condolencias a su esposa. María Cabrales, Máximo Gómez expresa su
profundo dolor: “Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted
al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis
amigos y pierde en fin el ejército libertador a la figura más excelsa de la
Revolución”.
47.
Hombre de
acción y de convicciones, Maceo fue también un hombre de pensamiento, como lo
recuerda Eusebio Leal, historiador de La Habana: “Ensimismado en las lecturas
de los grandes poetas y literatos de su tiempo, este último adquirió la cultura
que no entregaba ni la universidad ni la escuela, sino la propia voluntad.
Además de la prensa, eran sus lecturas favoritas las obras de Víctor Hugo, el
pensador más sólido de aquella época, al que Martí conoce durante su breve
visita a Francia; la poesía del alemán Heine; los poetas cubanos, sobre todo
José María Heredia, que tanto le impresionaba […]. Gozaba de saber con
anticipación sobre las cosas; creía en la necesidad de la cultura y la
información para poder mandar y dirigir”.
48.
Durante el
centenario de la “Protesta de Baraguá”, Fidel Castro rindió tributo a la
resistencia de Maceo: “Dejó
realmente a nuestro pueblo una herencia gigantesca, infinita, con esa actitud
[…]. Llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro
pueblo; y que las banderas de la patria y de la revolución, de la verdadera
revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su
sitial más alto”, con Maceo. Se edificó un monumento a su memoria en San Pedro,
donde libró su último combate por la liberación du su patria.
49.
El poeta
cubano Manuel Navarro Luna le dedicaría un poema en homenaje a su heroísmo:
“Si habláis de la Patria, del dolor y el denuedo
de la marcha con hambre y del camino áspero y torvo
de la gloria en la herida y de la gloria en la sangre
del largo y cruento batallar sin reposo,
de en mil batallas veintisiete heridas cual veintisiete surcos
¡Tenéis que hablar del General Antonio!”.
50. El “Titán de Bronce”
–así lo apodan los cubanos por su fuerza y su piel morena– fue un combatiente
excepcional, dotado de una extraordinaria inteligencia táctica. Reconocido por
su bravura al límite de la temeridad y su desinterés, sin ambición política
personal, siempre en primera línea de combate, como lo atestiguan sus 26
heridas de guerra, siempre pregonó con el ejemplo y participó en más de 600
batallas durante los treinta años de su vida dedicados a la libertad de Cuba.
Partidario de la igualdad para todos, héroe de la Guerra de Independencia,
perdura hoy como un símbolo de la insumisión, de la dignidad y de la lucha por
la soberanía y la libertad de Cuba.
*Doctor
en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris
IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y
periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!,
Hondarribia, Editorial Hiru, 2016.
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