sábado, 16 de septiembre de 2023

Costa Rica, ¿una Banana Republic o patio trasero?

 La presencia de la General Laura Richardson, Jefa del Comando Sur, en la Casa Presidencial fue totalmente injerencista en nuestra política exterior. Vino a definirle al Presidente Chaves cuál era su ámbito de actuación en el contexto geopolítico definido e impuesto por Estados Unidos.

Vladimir de la Cruz / CRhoy

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX surgió la etapa superior del capitalismo, de esos años, llamada fase del Imperialismo. Características de aquel momento fueron el llamado desarrollo del capital financiero, cuando se fusionaron, para impulsar grandes negocios, los intereses bancarios comerciales y los industriales; cuando surgieron empresas o corporaciones como los monopolios, oligopolios, trust y carteles, cuando se dividieron y disputaron áreas geográficas de materias primas, de mano de obra barata y de mercados para la colocación de productos caros, que elaboraban con esa materia prima y esa mano de obra barata.
 
Al construirse el Ferrocarril al Atlántico como se le llamó en Costa Rica, entre 1869 y 1884, sus empresarios contrataron mano de obra negra cesante de las obras del Canal de Panamá que se habían paralizado. Mano de obra industrial, en sus salarios, más cara que la mano de obra agrícola de las haciendas de café y de caña de azúcar que ya estaban en producción, en el país, de allí la necesidad del ferrocarril para el comercio más rápido con Europa.
 
La mano de obra negra de Panamá fue sustituida, por presión de los hacendados, por mano de obra agrícola traída de Jamaica, más barata en sus salarios, base actual de la presencia afrodescendiente en el caribe limonense costarricense. 
 
El contacto con el Caribe hizo que el empresario ferrocarrilero Minor Keith conociera de las plantaciones bananeras que se estaban desarrollando en Jamaica, dirigidas por Andrew Preston. Experimentó su cultivo en las zonas de construcción del ferrocarril con gran éxito. Al terminar la construcción mediante el Contrato Soto Keith, de 1884, se le concedieron, en gratificación extensas áreas de tierras que libremente escogió en los terrenos aledaños al ferrocarril y en los distritos de Tilarán y Abangares. En la región hacia Limón las dedicó al cultivo del banano y las de Abangares y Tilarán a la explotación minera.
 
El éxito de la producción bananera llevó a Keith y a Preston a fundar en marzo de 1899 la United Fruit Company, como la empresa monopólica productora de banano más importante de toda la región Caribe, proyectada desde Colombia hasta Guatemala. Para el caso costarricense, Preston controlaba la producción de Jamaica y los medios de trasporte navieros y Keith la producción de Costa Rica.
 
Preston tenía el control de colocación de banano en los mercados de los estados norteños de los Estados Unidos, y Keith, comercializaba el banano por New Orleans, en los Estados sureños de Estados Unidos. Así operaba este monopolio, que se fue extendiendo por todo Centroamérica.
 
El peso de la United Fruit Company fue tan grande en las economías centroamericanas que hizo que en el escenario político el monopolio bananero impusiera y quitara gobiernos; impusiera y quitara tiranos y dictadores; ejerciera influencia directa en los Poderes Ejecutivos, Legislativos y Judiciales de la región, y también en las fuerzas armadas, todos los países con ejércitos, algunos de ellos modernizados en la figura de las Guardias Nacionales, a partir de 1910, por iniciativa de los Estados Unidos. Alfredo González Flores se opuso a esta modernización del ejército para Costa Rica. 
 
El contrato Soto Keith de 1884 fue de tal peso en la historia judicial, política y legislativa de Costa Rica, que todos los Contratos que se firmaron con la United Fruit Company desde 1884 hasta 1928, se consideraron adición al Contrato original, afectando por ello, y por las cláusulas establecidas, a los empresarios, productores y bananeros nacionales, como Ernesto Rohmoser, que se hizo vocero de ellos denunciando al “imperialismo” en 1901, y a Ricardo Jiménez Oreamuno, diputado entre 1906-1910, hablando del “imperialismo absorbente que nos carcome”; originando ellos las luchas antiimperialistas en el país, con papel importante de los sectores oligárquicos, afectados por esas desiguales relaciones comerciales, que culminaron, con las protestas y la renuncia del Ministro de León Cortés, Manuel Francisco Jiménez Ortiz, denunciando el Tratado o Convenio de Comercio con Estados Unidos en 1936, por las mismas razones de ser un Convenio que afectaba a los productores nacionales.
 
En el libro  “El Imperio del Banano. Las compañías bananeras contra la soberanía de las naciones del Caribe”, de los abogados de la United Fruit Company, Charles David Kepner y Jay Henry Soothill, redactado a modo de una historia que terminó en denuncia de la empresa bananera, se afirma que, en Centroamérica, autoridades de los poderes públicos eran pagados, corruptamente, por la United Fruit Company, y que eran más baratos que lo que costaba la alimentación de cerdos en las bananeras.
 
En 1954 el Golpe de Estado en Guatemala, contra el Presidente Jacobo Arbenz, por la reforma agraria que acababa de aprobar, lo dirigió y apoyó la United Fruit Company, con apoyo de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, que fue fundada el 18 de setiembre de 1947. La documentación de este Golpe se publicó en el libro “The Bitter Fruit”, o “La fruta amarga”, en 1984 escrito por Stephen Schlesinger. Esto solo para señalar el peso de este monopolio imperialista en las decisiones políticas de los países centroamericanos.
 
En el gobierno de Rodrigo Carazo Odio, 1978-1982, fueron expulsados dos funcionarios internacionales, del Fondo Monetario Internacional, en 1980, por haberle golpeado el escritorio al Presidente de la República, en una discusión que tenían sobre asuntos de economía interna. Carazo dijo que a un Presidente de Costa Rica ningún funcionario extranjero le golpeaba el escritorio dándole órdenes. Ocho días después para equilibrar esa expulsión también expulsó funcionarios de la Embajada Soviética acusándolos de intervenir en los movimientos huelguísticos que se estaban dando.
 
Hace pocos días llegó a Costa Rica la General Laura Richardson, Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, que traía una “invitación”, que era un llamado urgente, para el Presidente Rodrigo Chaves, para visitar la Casa Blanca a reunirse con el Presidente Biden, visita que sin demorar se hizo del pasado 28 al 30 de agosto.
 
Clara fue la General en sus manifestaciones, al estilo de cómo gobernaban a las Repúblicas Bananeras, y a sus Presidentes, como vasallos y súbditos, al imponerse al Presidente Chaves. El mensaje directo fue para expresar sus preocupaciones por la relaciones que Costa Rica tiene con la República Popular China, insinuando que esas relaciones tienen un “eventual uso militar”. Manifestó su preocupación por “la participación que el gigante asiático tiene en el desarrollo de infraestructura crítica, en puertos de aguas profundas, ciber tecnología, inversiones en el campo espacial y las redes 5G”. 
 
Le dijo la General al Presidente que China no “invierte” sino que “extrae” inversiones, refiriéndose al flujo de recursos provenientes de China para la región. Señaló su preocupación la General porque según ella China ha desarrollado su mayor Ejército, que lo tiene en China. Se preguntó: “¿por qué China impulsa inversión en infraestructura en América, tan alejada de China?” 
 
Cuestionó, la General, la calidad de las inversiones y de las obras de infraestructura, brincándose todos los mecanismos nacionales que tienen que ver con obras de infraestructura, de inversiones; interviniendo directamente en la toma de decisiones políticas y comerciales de Costa Rica. 
 
Su visita remató en anunciar una “inversión” en Costa Rica de $9.8 millones de dólares en tres años, a razón de $ 3 millones y algo más por año, para que en el Ministerio de Seguridad se establezca un Centro de Operaciones de Ciberseguridad. Anunció también que el Gobierno de Estados Unidos asignará un “asesor estratégico, a tiempo completo, para el desarrollo de las políticas en estrategias nacionales de ciberseguridad, así como una donación de $25 millones de dólares para reforzar la infraestructura digital del país, recursos que estarían a cargo del Ministerio de Ciencia y Tecnología, MICIIT. 
 
Dijo también que harían varias donaciones “para luchar contra el narcotráfico, el lavado de dinero y la trata de personas”, con apoyo “en un sistema de 6 drones no tripulados de largo alcance, tipo Puma, para operaciones antinarcóticos y de patrullaje fronterizo”; drones que han sido probados en el campo de Batalla, con capacidad para múltiples misiones y operaciones de día y de noche, en todos los entornos, y una donación de $14 millones de dólares más para “crear una red de telecomunicaciones para el Ministerio de Seguridad”. El Ministro de Seguridad dijo que los drones ya están en APM Terminals, desde febrero, y “en situaciones de frontera”.
 
De hecho, la presencia de la General Richardson en la Casa Presidencial fue totalmente injerencista en nuestra política exterior. Vino a definirle al Presidente Chaves cuál era su ámbito de actuación en el contexto geopolítico definido e impuesto por Estados Unidos.
 
El Presidente Chaves dócilmente, como buen funcionario que fue del Banco Mundial, frente a políticas que les trazan desde Washington, a ciertos funcionarios internacionales de organismos cómo ese, atendió la llamada de atención que le hiciera Richardson y el Presidente Biden, metiéndose a definir con quién podemos comerciar y a cuáles empresas extranjeras se deben bloquear, o impedir que participen en licitaciones internacionales en el país, sobre todo si son de la República Popular China. 
 
El sometido Presidente, sin pudor alguno, no se había terminado de bajar del avión cuando anunció su decisión que empresas Chinas no podían participar en concursos nacionales, como ya se había anunciado lo de Huawey. La jalada de orejas fue contundente… apenas le dio margen de sonreírle al Presidente Biden.
 
Al Presidente Chaves, Biden lo considera un simple peón en su juego de ajedrez internacional, una simple marioneta al que le pueden dar órdenes y mandatos, ofreciéndole unos cuantos manís, para actuar en el campo de las relaciones internacionales de acuerdo y alineado a la política exterior de los Estados Unidos. 
 
Al mono aunque lo vistan de Presidente, mono lo tratan. Al Presidente Chaves lo están elevando a la condición de Presidente vasallo de una Republic Banana… ¡qué tristeza para Costa Rica!
 
Esa fue la impresión que me causó la visita del Presidente Chaves, luego de que ha anunciado su decisión presidencial, hablada con Biden, de dejar por fuera cualquier negociación con China, que puede ser tan beneficiosa o más para Costa Rica en algunos aspectos, violando en este sentido preceptos constitucionales y legales nacionales. También ha dejado por fuera a 5 de 8 empresas que son líderes mundiales en alta tecnología, por apegarse a los intereses de las empresas de Estados Unidos, como lo marcó y trató Biden, de Presidente de su República Bananera y su patio Trasero. Funcionarios del MICIIT ya se pronunciaron en igual sentido que el Presidente, seguramente acatando sus directrices washingtonianas.
 
China ya ha publicado que el Huawey lo están fabricando totalmente con materiales chinos, lo que Estados Unidos no puede evitar de su producción, porque en sus materiales no participan empresas norteamericanas o que realizan negocios comerciales con Estados Unidos. 
 
Mientras a Chaves lo sermonearon, al mismo tiempo Biden ha enviado a la República Popular China misiones muy importantes para mejorar sus relaciones comerciales, productivas y financieras.
 
Cuando se dio la lucha contra la ALCOA, 1969-1970, el Presidente Carazo, entonces diputado opositor a ese Contrato, decía que a los diputados a favor les habían hecho buen pago. De allí aquel cartel de los estudiantes en la calle, “¿Diputados how much!”. 
 
Presidente, ¿hubo pago, ¿how much?, para sacar a China de toda negociación en Costa Rica?

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