sábado, 16 de diciembre de 2023

Milei, la narrativa del caos como legitimación

 El discurso de Milei dándole la espalda al Congreso es una narrativa del caos para legitimar las terribles medidas económicas a las que someterá al pueblo argentino en los próximos meses y también en los próximos años.

Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Se ha hecho realidad la pesadilla temida por millones de argentinos y por muchos millones más de personas en el mundo: Javier Milei ha asumido la presidencia de Argentina. Y lo ha hecho dándole la espalda al Congreso, pues solo se ha presentado en su recinto para firmar las actas, recibir la banda presidencial de manos del presidente saliente Alberto Fernández y luego salir a la calle y allí dar un discurso de toma de posesión de aproximadamente veintitrés minutos. Milei ha roto esquemas, no solamente en su comportamiento furibundo y excentricidades, sino en el hecho de que a diferencia de lo que sucedió con Carlos Saúl Menen de la Argentina en 1989 o con Alberto Fujimori en el Perú de 1990, enarboló de manera abierta un programa ultraneoliberal y explícitamente reaccionario. 
 
Con ese discurso que él denomina “anarcocapitalista”, Milei ganó las elecciones primarias de agosto de 2023 con un 30% de los votos. Obtuvo un porcentaje similar en la primera vuelta de septiembre y finalmente ganó el balotaje en noviembre con casi el 56%, lo que representó aproximadamente 14.5 millones de votos. Obteniendo una diferencia de 11 puntos sobre el candidato del kirchnerismo Sergio Massa, su triunfo resultó contundente. Un discurso fundamentalista de mercado y sumamente violento (simbolizado con la motosierra) convenció a la mayoría del pueblo argentino. No hay lugar a dudas, Milei ganó diciendo que las principales instituciones de la “nueva era” en Argentina serán la “propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social”.
 
Al igual que Trump, Milei habla de hacer “Argentina grande otra vez”.  Su discurso postula que, con la Constitución liberal a partir de 1853, Argentina paso de ser “un país de bárbaros a ser la primera potencia mundial” (sic), “faro de luz de occidente”, atracción de migrantes, con una gran expansión económica. Desgraciadamente ese modelo se abandonó y en los últimos cien años se adoptó un modelo que ha resultado empobrecedor, de estancamiento y miseria. Los datos que documentan el caos y que Milei esgrime en su discurso inaugural son: un déficit fiscal y externo de 17% del PIB; sobre emisión monetaria equivalente a 30% de dicho PIB; inflación real de 52% mensual; una deuda externa de cien mil millones de dólares que se suma a la ya existente de 420 mil millones más; estancamiento económico desde 2011; 45% de pobreza y 10% de indigencia(20 millones de pobres); país en bancarrota; 74% de deserción escolar; vías de comunicación destruidas (lo que explicaría el aumento de muertes por accidentes viales); el baño de sangre que ocasiona el crecimiento de la violencia delincuencial y del narcotráfico. Para Milei, ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que está recibiendo. 
 
El discurso de Milei dándole la espalda al Congreso es una narrativa del caos para legitimar las terribles medidas económicas a las que someterá al pueblo argentino en los próximos meses y también en los próximos años. Su extremismo lo lleva a repudiar el gradualismo en la implementación neoliberal. Para él, no hay alternativa al ajuste, tampoco hay lugar para poner a discusión la necesidad del shock. El gradualismo fracasó en Argentina. Su narrativa legitimadora parte del anuncio franco al pueblo argentino de que siendo la realidad actual un caos, vendrán tiempos peores por las necesarias medidas para poder enderezar a la economía argentina. 
 
La narrativa del caos le sirve para anunciar drásticas medidas para resolver el déficit fiscal y el déficit externo. También anuncia mano dura para quienes ofrezcan resistencia a las consecuencias inmediatas de su política económica: “quien corta la calle violando los derechos de sus conciudadanos no recibe la asistencia social, quien corta no cobra”. Con franqueza Milei anuncia la estanflación que se viene: será el resultado inevitable de una política de shock que será dirigida hacia los gastos del Estado y no sobre la iniciativa privada. Será el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina. Está anunciando “supremos esfuerzos y dolorosos desafíos”, pero habrá luz al final del camino.
 
En su libro La Doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre (2010), Naomi Klein postuló que crisis económicas y políticas profundas y traumatizantes, desastres naturales o cualquier otra calamidad preparaban a a la población para aceptar políticas económicas que destruían derechos ya adquiridos. El “nuevo pacto social” que está planteando Milei no es más que lo que Boaventura Souza dos Santos llamó “la eliminación del contrato social de la modernidad”: desciudadanización a través de la eliminación de derechos civiles, políticos y sociales. Javier Milei se ha montado sobre la crisis económica argentina y sus consecuencias sociales, hecho incontrovertible, para magnificar el desastre y legitimar el capitalismo salvaje. El que logre sus objetivos o fracase en ellos, tendrá consecuencias decisivas para toda América Latina.

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