sábado, 8 de febrero de 2025

Marco Rubio en Centroamérica: “Es mejor ser amigo que enemigo”

 El flamante secretario de Estado del nuevo gobierno estadounidense, Marco Rubio, se dio una vuelta por Centroamérica para certificar personalmente, ante los timoratos y genuflexos gobiernos de la región, cuál es la agenda del Tío Sam y qué lugar le corresponde a cada uno.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica 

Dijo, además de la frase que aparece en el título de este artículo, que “es mejor ser aliado que alguien que crea problemas”. Quienes más les crean problemas en Centroamérica ni siquiera fueron visitados, y han sido reiteradamente amenazados que van a sufrir las consecuencias de actuar como díscolos en una región que Estados Unidos siempre consideró que formaba parte de su lebensraum, es decir, de su espacio vital. Incluso antes que la región accediera a la independencia, algunos de los “padres fundadores” de esa nación -como Thomas Jefferson- ya decían con toda claridad que era una lástima que un lugar tan beneficiado por la naturaleza -especialmente por su posición geográfica- estuviera en manos de los locales.
 
Marco Rubio sobrevoló y ni siquiera se dignó voltear a ver a Honduras y Nicaragua, dos países que, según algunas prioridades de su agenda -migración y narcotráfico- debieron ser visitados. Como bien se sabe, en ambos países hay gobiernos que -siguiendo el decir de Rubio- les crean problemas. De Honduras aún no han dicho mayor cosa, pero de Nicaragua sí: ya están estudiando la forma de sacarla del tratado de libre comercio entre los Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana.
 
Otro mal portado -pero que no se había dado cuenta que se estaba portando mal, es decir, que ha hecho todo “sin querer queriendo”- es Panamá. Como se sabe, es acusado de estar entregando el canal a los chinos. Como estaba tratando con un mal portado, en Panamá Rubio llegó con el ceño fruncido, amonestó, repitió lo que su jefe Trump ya había dicho y salió con la certificación que el país haría la tarea: revocará los contratos que tiene con compañías afincadas en Hong Kong que administran dos puertos (igual que como lo hacen en el propio Estados Unidos, por cierto), se saldrá del proyecto de la Ruta de la Seda y recibirá migrantes expulsados del país del norte.
 
El actual presidente de Panamá fue de los que, en su momento hace ya varios años, se había mostrado anuente a la incorporación del país al proyecto de la Ruta de la Seda. Compañías chinas, ni lerdas ni perezosas, siendo Panamá un nudo estratégico del comercio mundial, inmediatamente hicieron inversiones estratégicas. Ya en el pasado, emisarios imperiales norteamericanas se habían dado una vuelta no solo por ese país, sino también por El Salvador, primero par advertir su desagrado con que hubieran roto con Taiwán y establecido relaciones con China, y segundo porque los proyectos antes mencionados, más un puerto en El Salvador, se avizoraban como posibles. El presidente panameño, asustado ante las perspectivas de una invasión, similar o tal vez peor que la que sufrieron en 1989, dijo sí a todo lo que exigía Rubio. 
 
En El Salvador, Nayib Bukele- quien se comportó con el emisario norteamericano como si de un amigo de la infancia que vuelve después de muchos años de ausencia se tratara- no esperó a que le mostraran la cartilla, y se ofreció como lo que mejor sabe hacer: ser alcaide de una mega cárcel que reciba presidiarios provenientes de Estados Unidos. Ni siquiera los mismos estadounidenses estaban preparados para tamaña oferta, y se mostraron precavidos.
 
Guatemala se encuentra en una situación de expectación: su actual presidente, Bernardo Arévalo, logró que el llamado Pacto de Corruptos, atrincherados en el Ministerio Público, no impidiera su llegada al gobierno, pero lo hizo apoyado en dos pilares: el movimiento popular indígena, por un lado, y el apoyo de la Unión Europea y la administración demócrata norteamericana, por otro. Ahora resta ver cómo reaccionará la nueva administración trumpista. Hará todo lo posible por portarse bien dada la reticencia de Arévalo a cultivar el apoyo popular nacional, por lo que su principal carta es la exterior.
 
Y, por último, Costa Rica, país que tiene un presidente populista de derechas que se ha apresurado a hacer la tarea sabiendo de antemano de qué pie cojea el visitante. Desde hace más de un año que la administración de Rodrigo Chaves había vetado la participación china en el desarrollo de la red de telefonía 5G en el país, y una vez que Rubio se había ido -felicitando a quien con benevolencia llama su “aliado”- se desbocó echando lodo contra los chinos y contra quienes habían cometido la osadía de establecer relaciones diplomáticas con ese país, descartando a Taiwán, especialmente contra el ex presidente Óscar Arias, de quien se mofó públicamente en la rueda de prensa semanal (que el francés Le Monde llama “noticiero televisivo”) diciendo que quería pasar de la banana republic al cantones rice republic, haciendo alusión al popular plato chino de arroz cantonés. 
 
Y, para no dejar dudas de la sintonía en la que se movían, en la rueda de prensa convocada durante la estancia de Rubio, este amenazó a los funcionarios costarricenses que siguen promoviendo desde instancias públicas (como el Instituto Costarricense de Electricidad -ICE-) a la compañía china Huawei que, para decirlo de pasada, es la que presenta las mejores ofertas y la mejor tecnología. 
 
Triste panorama de sumisión y prepotencia nos deja a los centroamericanos esta primera gira al exterior del secretario de Estado de los Estados Unidos. Seguimos estando tan lejos de Dios…

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