sábado, 1 de febrero de 2025

Argentina: Quien siembra bronca, cosecha mugre

 Han y hemos anticipado reiteradamente la bisagra civilizatoria por la que atravesamos. Una época distópica de cambio de formas y conductas propia de una revolución tecnológica cuyos alcances al menos, se advierten desastrosos.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


Maquillado para la ocasión, con letra de su asesor estrella, desde Davos lanzó tantas llamas y amenazas que no bien llegó al país, tuvo que recular en chancletas. Pero lo dicho, dicho está y rápidamente la reacción indiscriminada de los discriminados, armó una marcha federal para el primer sábado del tórrido febrero, apoyado por grandes sectores sociales. Todo se fue al carajo que no dejó viva a la libertad...

 

Podría preguntarse por la siembra y la obligada cosecha, si en algo se ponen de acuerdo. Y... el muchacho se ha ganado millones de enemigos sembrando odio, bronca en el sentido lato de la palabra, con una cosecha que igualará a los mejores años productivos del ubérrimo campo argentino. Mucha mucha mugre. Tanta como en los Sonetos Mugres de Daniel Giribaldi; periodista y poeta porteño, nacido en 1930, al comienzo de la primera dictadura en la Década Infame y fallecido en 1884, a los 54 años, víctima de una cirrosis hepática. Fue según, su amigo y compañero de trabajo, Antonio Requeni, un poeta insólito que, de alguna manera siguió a Enrique Santos Discépolo, el autor de Cambalache, en el uso pintoresco del lunfardo. Como muestra, un botón: Décimas del tiempo, que alguna vez le puso música el cantautor mendocino, Jorge Marziali:

 

Sé todo lo que he aprendidomenos lo que ya olvidépero más que nada séque mi memoria es olvidoolvido no por descuidode no atesorar memoriasi no porque yo a la historiafechas y conocimientodejo que los lleve el vientoque hace y deshace la gloria.

No estás alegre ni tristeni esperanzado siquieratampoco te desesperavivir lo que no vivistecuando ganaste, perdistey hoy no arriesgas, de tal modoque en vez de añadir un codoa tu estatura sagradapudiendo vivir de nadamueres, en cambio, de todo.

 

Si miras hacia adelantey no ves nada, verásque lo que ha quedado atrástampoco es muy importante.Y si en el preciso instanteen que miras y no vesbajas la vista a tus piesy no encuentras tu destinoya sabrás lo que hay después.

 

Se amontonaron para andarpero nunca lo bastantey aunque sigan adelantesu meta ha quedado atrássus huellas siguiendo vashuellas que un día seguílos pasos que das los dísé adonde van esos pasosy prefiero mis fracasospor eso camino así.

 

Tardé un instante en nacertardé una vida en morirgasté una existencia en iry otra existencia en volver.Yo soy del hoy al ayerconsciente de mi regresoconsciente de lo que pesoporque me cargo en mis hombrosy busco nuevos asombros/posiblemente por eso.

 

El tiempo inclemente quemasu propia substancia y pasadejando por toda brasauna canción y un poemauna ceniza y un temaque es el del tiempo inclementeque pasa pero que sienteque todo no se ha quemadoque arden futuro y pasadoen la brasa  del presente.

 

Han y hemos anticipado reiteradamente la bisagra civilizatoria por la que atravesamos. Una época distópica de cambio de formas y conductas propia de una revolución tecnológica cuyos alcances al menos, se advierten desastrosos. Quienes lideran o son el mascarón de proa de este proceso que tiene a los hipermillonarios de este nuevo siglo, adoptan la burda y grosera función de títeres de Gran Hermano, para sumar hordas histéricas a su cruzada cultural. Lo hemos visto y lo vemos estos días con el emperador del norte y las masivas deportaciones y las burdas imitaciones en el sur austral en el afán pequeño de levantar muros fronterizos, aunque sean burdas tapias vecinales. La comandante Pato Bullrich, asidua admiradora de la generala Laura Richadson, intenta desplazar a la Gendarmería en la frontera con Bolivia y en la porosa Triple Frontera que involucra a Brasil y Paraguay, criminalizando desde luego a toda la población local que hace pie a un lado u otro por cuestiones de precios o conveniencia estacional. Mucho más ruido que nueces. 

 

Pero a falta de un plan o pan, buenas son las tortas. Tortas se van a llevar este primero de febrero con la marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista federal del colectivo LGTB+, a la que se han sumado las organizaciones de Derechos Humanos, la CTA, la CGT y todos los partidos políticos del amplio arco opositor. 

 

Desde las redes adictas han salido a reinterpretar las sagradas palabras del profeta que dijo lo que dijo, pero no quiso decir y porque quienes tomaron al pie de la letra lo que dijo, son k que quieren deslucir o ensuciar la imagen exitosa del presidente y la marcha de la economía que bajó la inflación a un dígito en un año de gestión; indigestión que sufrió el 90% de la población que se fumó el ajuste y retrajo su consumo como jamás lo hizo en los últimos 70 años. 

 

Pero bueno, volvemos a la distopía en que vivimos: una transición grosera, criminal, como en otras épocas de grandes persecuciones de la humanidad que terminaban con exterminios: romanos contra cristianos, conversos contra los de otros credos y culturas, etc. etc. etc. hasta el fascismo de las primeras décadas del siglo XX, al punto que en las tres primeras décadas de este nuevo siglo y milenio, vuelven a levantarse las banderas del antifascismo en el mundo. Todos aquellos homofóbicos que lisonjean al reciente emperador, cuyo Secretario del Tesoro, designado por el mismo Donald Trum, Scott Bessent, está casado con otro señor llamado, John Freeman, con quien tiene dos hijos por gestación subrrogada. Qué hará Javito “el travieso” cuando tenga que ir a pedir dinero al Fondo Monetario Internacional y deba llamar al señor Bessent, que lo que dijo en Davos no lo quiso decir, que se equivocó Caputito, el genio de los discursos. Vaya... será tarde para escusas. 

 

La lideresa de la Coalición Cívica, Lilita Carrió en su rol de abogada constitucionalista, fue más dura y se lo manifestó por carta, “cualquier comentario en algún medio de comunicación, no lo hace a título personal sino en su carácter de Jefe de Estado Argentino y, en consecuencia, sus expresiones deben ser respetuosas de la Constitución Nacional, de los tratados de derechos humanos y de las leyes, en definitiva, del Estado de Derecho”[1].

 

Seguramente en su fuero íntimo, piensa como el rey Sol, Luis XIV de Francia. Pero bueno... es su fuero íntimo, ese mismo fuero que nos da el derecho de hacer con nuestras vidas y relaciones lo que querramos siempre y cuando no violemos derechos de terceros, norma que cualquier hombre de a pie sabe desde siempre. Desde siempre el periodista rosarino Luis Novaresio apoyó al presidente libertario, sin embargo sus declaraciones en Davos lo desquiciaron, lamentándose no estar presente en el país para asistir a la marcha multitudinaria,  repitiendo el latiguillo “el agua moja” para explicar lo remanido y puesto en duda por Milei.

 

Al sensible poeta porteño adicto al lunfardo la realidad circundante que atravesaba su paisaje cotidiano lo agobiaba y seguramente las bilis que tragaba las ahogaba en alcohol, su dolor lo transmutaba en palabras, palabras que le sacaban la mugre acumulada, tanta como las frustraciones y penurias que viene juntando la sociedad argentina de toda pinta y color. Hoy son los antifascistas y antirracistas y la gran mayoría del pueblo indignado que sale a repudiar las expresiones del primer mandatario, porque hay cosas que tienen un límite o habrá que recordarle las palabras de Bertold Brech... sigamos con Giribaldi en su poema a Jorge Luis Borges:

 

“Corona el mostrador su forma absurda/ conservada en alcohol dentro de un frasco./ Es un feto: junémolo sin asco;/ pudo nacer, pudo haber sido un curda.

 

Pudo rolar con chorros/ o llevar un milico bajo el casco;/ o langa, hacer latir los de la zurda.

 

Se tiraba a machito esta pavada./ Pudo ser todo y prefirió ser nada/ (o acaso, prefirieron que no fuera).

 

La cosa es que, bandeao por el escabio,/ pienso que a la final jugó de sabio:/ seguirá con su alcohol cuando yo muera.”

 

Premonitorio, un resultado esperable, causa y efecto, efecto y causa que la transición despliega como una borrasca interminable, algo que impone una reacción; reacciones las hay todos los días y todos los días las borran. Sin embargo, la procesión ya no va por dentro; la energía que hace posible la revolución comienza a crecer y cambiar de aire de un lado para otro, aunque el proceso como en las aguas de un lago, se produce en las profundidades. 



[1] Infobae, 31 de enero de 2025.

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