Las relaciones con Washington adquieren una dimensión cada vez más crítica no solo para Colombia, es prioritaria la integración contra el avance del fascismo.
Desde Colombia
En los inicios del año confluyeron dos eventos interrelacionados y contradictorios. El primero, la posesión de Trump, cuyo discurso alertó al mundo sobre lo que le esperaba con su mandato. El saludo fascista de Elon Musk, su principal consejero, ante un público enceguecido, resultó bastante emblemático.
El segundo evento fue la conmemoración el 27 de enero de los 80 años de la liberación de Auschwitz, principal campo de concentración y de exterminio nazi. Aunque el logro fue del Ejército Rojo y la Unión Soviética, el show lo hizo Occidente, excluyendo a Rusia. Para nada recordaron allí el exterminio palestino en curso.
Pero volvamos a Washington. Trump ordenó adelantar redadas, para detener a los inmigrantes, hombres y mujeres, que no tuvieran sus papeles en regla, y los caracterizó como criminales, peligrosos para la seguridad de su país.
Una política que expresa su postura supremacista, racista, xenófoba, misógina, homofóbica, belicista y fascista. Durante el fin de semana, fueron enviados a sus países de origen cientos de personas deportadas en condiciones denigrantes, atadas de pies, manos y cintura.
Cuando Petro se negó a permitir el aterrizaje en Bogotá de dos aviones, dejando en claro que rechazo a dichas condiciones, se armó la de Troya. Trump montó en cólera por la desobediencia y anunció fuertes represalias contra Colombia.
La anunciada imposición de aranceles hasta del 50 % a las exportaciones sería sin duda, una medida nefasta para nuestra economía.
El presidente colombiano respondió con un escrito memorable, en el que antepone la dignidad de los migrantes y lo acusa de esclavista y fascista. Anunció también reciprocidad en cuanto a las retaliaciones comerciales y la búsqueda de nuevos socios en otras regiones del mundo.
Poco después del estallido, se restablecieron las relaciones y conversaciones. Sin embargo, el sinsabor quedó, así como las tensiones. Los medios internacionales recogieron la versión de Trump según la cual Petro había cedido incondicionalmente.
En medio de mucha incertidumbre y angustia, Petro consiguió el objetivo propuesto: el retorno de inmigrantes en condiciones dignas
Pero no fue así. En medio de mucha incertidumbre y angustia, este consiguió el objetivo propuesto: el retorno de inmigrantes en condiciones dignas, la certificación de que ninguno de ellos era delincuente y las conversaciones en curso. EE. UU. tuvo que retirar sus amenazas.
El enfrentamiento de la semana pasada, sin duda precipitado y arriesgado, polarizó aún más al país. La ultraderecha y el resto de la oposición, incluido el llamado centro, le dieron toda la razón al gobierno estadounidense cuando invocó motivos de seguridad nacional.
Los gremios pronosticaron enormes pérdidas para la economía y la posible caída de la inversión extranjera por el atrevimiento e “insensatez” de Petro. El mismo argumento que plantearon hace unos meses, cuando suspendió la venta de carbón a Israel.
El uribista Fico Gutiérrez, en medio del delirio, propuso un viaje de alcaldes a Washington para explicarles que el presidente no los representaba.
Los medios de opinión, exceptuando los públicos, crucificaron al Presidente, lo culparon de la crisis, por desafiar las normas y procedimientos establecidos. Pero, ignoraron las amenazas y atropellos, verbales y de facto, de Trump contra Colombia y el continente.
Faltaría mencionar al puñado de internacionalistas colegas que, ajenos a cualquier principio de realidad, y enredados en teorías abstractas, más ligadas a la sumisión internacional, se empeñan en explicar la crisis como un choque de egos, eso sí condenando la osadía del colombiano.
El fondo del conflicto es la decisión del gobierno del Cambio, por primera vez en décadas, de defender tanto la dignidad de las familias migrantes como la soberanía nacional, por encima de cualquier otra consideración.
Esta postura frente al retorno de migrantes tuvo un antecedente en mayo 2023, cuando la Cancillería publicó un comunicado explicando la suspensión en ese entonces de los vuelos con deportados por el incumplimiento estadounidense de proporcionarles un tratamiento humanitario.
En su reciente entrevista con Univisión, el presidente reconoció que no se había logrado la firma de un protocolo al respecto con Biden y que la pelea seguía siendo muy dura.
Lo cierto es que la tensión verbal y escrita continúa. Cuando Trump se jactó de que Petro le había pedido perdón, Petro le respondió: "Estimado presidente, pediría perdón si hubiera sido cómplice del genocidio en Gaza”.
Y agregó: “No se puede criminalizar colectivos, la criminalización es individual (..) A nuestros niños les dicen delincuentes. Pero todo el que sea indígena o negro en Latinoamérica va a ser tratado como delincuente”.
Fue más lejos al señalar similitudes entre Trump y Hitler. “El fascismo es un crimen internacional, de lesa humanidad, no es un sistema de ideas. Es una mentalidad criminal que busca eliminar la diferencia físicamente, matando. Y para eliminar la diferencia, al diferente se le hace criminal”.
En la entrevista mencionada, le propuso al jefe de la Casa Blanca el retorno con dignidad de los expatriados. Después afirmo: “La dignidad humana, no tiene precio. El ser humano está por encima de las mercancías”. Pero “ellos no solo quieren sacarlos, sino humillarlos. Humillar al pueblo latinoamericano, mostrar imágenes, toda una puesta en escena de esta humillación”.
Frente a la anunciada suspensión de los recursos económicos contra el narcotráfico, le aclaró que no se trataba de ayuda sino más bien de cooperación mutua. Lo llamó a hablar en pie de igualdad.
En boletín publicado el viernes pasado, la Cancillería señaló que se examinaban todas las opciones de traslado aéreo o marítimo.
“Convocamos a las organizaciones no gubernamentales, Iglesia, gremios, sector empresarial y toda la sociedad civil para sumar esfuerzos en el desafío que como país se nos presenta. Este mecanismo busca ser un referente regional y servir como base para soluciones conjuntas a un desafío global.
Las relaciones con Washington adquieren una dimensión cada vez más crítica, no solo para Colombia, sino para Latinoamérica y el Caribe. Hay amenazas y agresiones permanentes contra gobiernos progresistas: México, Cuba, Honduras, Venezuela, Brasil, Bolivia, y de derecha: Panamá.
Tanto Claudia como Xiomara han respondido también con firmeza y valor. es prioritario concretar la integración y la unidad frente al avance del fascismo y el imperialismo.
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